Se puede ser gerente de una mina. Porque alguien tiene que sacar de alguna parte los minerales que necesitan los celulares que todos queremos. Pero ser gerente y ordenarle al jefe de seguridad que persiga a los vecinos que se oponen es opcional. Porque ser un canalla es opcional.
Se puede ser sindicalista. Los intereses de los empleados necesitan representarse con firmeza ante empleadores y Gobierno. Pero vender el apoyo sindical al mejor postor es opcional. Chantajear a cada gobierno con una huelga magisterial para poner de rodillas al Ministerio de Educación es opcional. Porque ser un canalla es opcional.
Se puede ser pobre. No se quiere, pero sucede. Y se puede protestar cuando la gente ruin estropea los esfuerzos por hacer justicia. Pero vender el apoyo a la protesta por un paseo en la capital es opcional. Y participar en cualquier causa —buena, regular o mala— por un almuerzo es opcional. Porque ser un canalla es opcional.
Se puede ser académico, comerciante, militar o ingeniero. Se puede ser gente de valores, educada y trabajadora. Porque necesitamos civilización. Pero desentenderse del activismo, así sea protestar en un parque, aportar ideas o financiar iniciativas ciudadanas, eso es opcional. Porque ser un canalla es opcional.
Se puede ser diputado. Porque todos necesitamos que nos representen en la legislatura. Y se puede vocear una ideología específica —desde libertario radical hasta comunista de viejo cuño—, jugar a la estrategia política y ganar debates y votos. Pero pasar leyes en beneficio de los propios negocios, vender plazas fantasmas o señalar corrupción mientras se recibe dinero de un exministro mafioso es opcional. Porque ser un canalla es opcional.
Se puede llegar a presidente con cualquier lema, hacer lo necesario para ganar los votos. Pero decir «ni corrupto ni ladrón» mientras se reciben fondos del mismo ministro mafioso es opcional. Decir que se va a Nueva York a charlar con el secretario general y volver a casa para sacar domingo temprano un acuerdo gubernativo mal hecho para expulsar al comisionado de la Cicig es opcional. Porque ser un canalla es opcional.
Se puede hacer alianza con gente con quien no se está de acuerdo en todo para empujar cambios de política en cualquier sector. La política lo exige y la política es indispensable. Pero quedarse cuando la mafia saca las uñas y el líder ha mostrado sus cartas sucias es opcional. Porque ser un canalla es opcional.
Se puede ser líder empresarial. Porque se vale también que los empresarios tengan quien los represente. Y se vale, como miembro de la élite económica, expresar los intereses de los propios negocios y de la propia clase. Pero decir un día que se lucha contra la corrupción y al día siguiente escudarse en una tibia llamada a la unidad para pasar por alto la corrupción más descarada es opcional. Clamar por el fortalecimiento de las instituciones ante el insulto que les propina Morales y casi en el mismo respiro criminalizar a quienes piden que se cumpla lo que ya la corte mandó en el cierre de una mina es opcional. Porque ser un canalla es opcional.
Se puede insistir en la autonomía universitaria, en la libertad de cátedra y en el gobierno estudiantil. Porque el saber no depende del poder. Pero aprovecharlos para justificar una educación sin calidad o ensartarse en procesos políticos porque hay dinero, no porque tocan a la academia, es opcional. Porque ser un canalla es opcional.
Se puede ser ciudadano con poca información sobre los entresijos del poder. Se puede ir al templo y pensar que Dios lo marca todo. Pero manifestar un año contra la corrupción y dos años después hacerle upas a la gente que ya demostró ser corrupta solo porque pertenece a la propia iglesia es opcional. Porque ser un canalla es opcional.
¿Ve cómo todo va pegando? Sí, el país tiene problemas. Tenemos siglos de excluir gente por ser indígena. Tenemos más de medio siglo de llamar comunista a quien no piensa como nosotros. Tenemos desde siempre resistiendo pagar impuestos «porque se los roban». Tenemos décadas de vivir con violencia. Tomará tiempo aprender a ser más abiertos, más tolerantes, más solidarios y más pacíficos. Pero para conseguirlo hay que empezar hoy. Y empezar hoy significa escoger. No entre empresario y trabajador, entre político y tecnócrata, entre izquierda o derecha, entre católico o evangélico. Exige escoger entre ser un canalla o gente decente. Nada más.
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