Las islas han sido ocupadas por los ingleses desde inicios de la década de 1830, después de expulsar una reducida presencia argentina que había estado en las islas desde los tiempos del Virreinato del Río de la Plata bajo dominio español. Hoy las tensiones vuelven a florecer después de los ejercicios militares ingleses en las islas y la acusación del gobierno argentino de que estos están militarizando el Atlántico sur.
Siempre es necesario conocer la historia para comprender el contexto en el que se desarrolla un conflicto. Sin embargo, en este caso ir retrocediendo en el tiempo nos puede llevar a una caja de Pandora cuyos resultados serían de suma cero, o sea en los que todos pierden. En el caso específico de las Malvinas me gustaría regresar a los antecedentes inmediatos a la guerra de 1982 entre argentinos e ingleses para poder apreciar mejor la tensión actual.
Justo como muchos otros países de América Latina, Argentina no era ajena a las dictaduras militares y para la época era dirigida por una junta militar encabezada por Leopoldo Galtieri acompañado por Basilio Lami Dozo y Jorge Anaya. Al igual que muchos de sus vecinos Argentina se encontraba en una difícil situación económica que se hacía crítica debido al rechazo social contra los militares. Como distractor, los militares argentinos buscaron una justificación geopolítica para ocupar las islas por la fuerza. Destacaron la importancia de estas como un punto de paso austral del Atlántico al Pacífico. Bajo una fuerte propaganda política, los argentinos finalmente desembarcaron en las Malvinas en abril de 1982.
Aún recuerdo con mucho interés como, en el 2004, el periódico inglés de mayor circulación, el sensacionalista The Sun publicó en sus páginas un especial de la Guerra de las Malvinas. El título se podía traducir como “Las Falklands, nuestro Vietnam”. A pesar de que no tuvo el mismo impacto en Inglaterra que tuvo en Argentina, la Guerra de las Malvinas elevó exponencialmente la popularidad del gobierno conservador de Margaret Thatcher que sufría una considerable oposición debido a sus políticas económicas y laborales. La guerra fue la excusa ideal para los tories para elevar el ánimo nacionalista británico para luego salir a cosechar votos en las urnas.
Lo importante a destacar es que la Guerra de las Malvinas fue un momento histórico importante para América Latina. Una vez iniciada la guerra, los británicos necesitaron la ayuda de los Estados Unidos para manejar la logística del traslado de sus tropas desde una punta del Atlántico hasta la otra. Luego, la oprobiosa dictadura del General Pinochet en Chile prestó su territorio para que se ubicaran las bases británicas. La participación de los estadounidenses y los chilenos fue una clarísima violación al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) que rescata la esencia de la seguridad colectiva: el ataque a uno de los miembros (en este caso miembros de la Organización de Estados Americanos – OEA) implica el ataque a todos sus miembros.
La falta de acción de la OEA dejó claro que esta es una organización que se inclina a los intereses de las potencias en momentos de crisis. Esta crítica se ha mantenido durante décadas y ha sido una de las principales razones por las que se conformó la recién Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Es para “librarse de la tutela extranjera” como lo dijo su principal promotor, el Presidente de Venezuela, Hugo Chávez.
La nueva tensión entre Argentina e Inglaterra por las Malvinas presenta una excelente oportunidad para la CELAC de poner en acción lo que predica. Debe apoyar a nuestros hermanos argentinos en su causa y aislar los intereses ingleses en la región, de lo contrario, el CELAC como en su momento lo fue la OEA, será otra declaración en papel de buenas intenciones que en momentos de crisis simplemente se moja y queda inservible.
Más de este autor