Sin embargo, a Walter Mazariegos y sus compinches esa resistencia les tiene sumamente molestos. No es ningún secreto que son cientos los profesionales que tuvieron que doblegarse ante la usurpación que este señor realizó, de no ser así perderían su trabajo o, poco a poco, estarían siendo empujados a desistir. En las sedes departamentales, profesores reconocidos por su desempeño han sido obligados a trabajar en otros centros universitarios localizados en diferentes departamentos, también les han otorgado cursos que no les corresponden, y, con la estrategia de dividir y vencer, han creado un ambiente de temor y enemistad entre los diversos profesionales.
En estas sedes, que albergan casi a la mitad de la población sancarlista, algunos aliados a Mazariegos realizan cobros absurdos a estudiantes por cualquier trámite a realizar, cuando es sabido que, en muchas ocasiones, la USAC no cobra por sus servicios o, si lo hace, estos pagos se realizan con boletas oficiales del banco con el que la universidad trabaja. Los pagos nunca se realizan personalmente a directores, profesores o puestos de secretaría. Mazariegos avala y legitima este tipo de corrupción que toma por asalto a las y los estudiantes, atentando directamente contra la autonomía universitaria. Sin embargo, para él y sus aliados, esas son las formas de engrosar los bolsillos de quienes son útiles para socavar los principios de la educación universitaria pública: la enseñanza-aprendizaje, la investigación y la extensión. Personas como este usurpador y su equipo, no solo están exterminando una institución, están participando activamente en la destrucción de los pocos espacios que dignifican la vida de la ciudadanía.
Usted, por ejemplo, se ha preguntado ¿cuál es el beneficio de la USAC en su vida? Si la respuesta no tiene nada que ver con el estudio suyo, de familiares o colegas de trabajo, piense, por ejemplo, en el impacto de la Universidad en los programas de salud gratuitos de hospitales como el Roosevelt, el San Juan de Dios, los hospitales generales en las cabeceras departamentales o los puestos de salud en los municipios e incluso el IGSS; o las jornadas de atención odontológica, los servicios jurídicos populares, y hasta en los proyectos sociales que se realizan a través del Ejercicio Profesional Supervisado, en donde hay estudiantes de ingeniería, arquitectura, sociología, antropología, química biológía, nutrición, trabajo social y entre muchos otros, haciendo que con sus conocimientos la vida de las personas pueda estar un poquito mejor. La Universidad hace posible que las personas que viven en los departamentos del país, puedan tener acceso a la educación universitaria sin salir hacia la capital, porque no todos pueden darse ese lujo. La Universidad, por tanto, no es solo una casa de estudios, mucho menos una fábrica de inserción al mercado laboral, es una institución capaz de garantizar derechos básicos a la población, cuestiones todas que estamos en la obligación de defender, ante un futuro que parece querer despojarnos de todo.
Las investigaciones que se realizan en la USAC se convierten en la posibilidad de mejorar la calidad de vida de todas las personas que habitamos este país, sobretodo, si estas llegan a nutrir las políticas públicas. Además, las y los profesionales egresados de la USAC no solo tienen la posibilidad de otorgarle mayor movilidad social a sus familias, sino también de edificar una sociedad más informada, profesional y crítica. Es por esto que la Universidad se torna una amenaza para quienes decidieron que lo único que importa es la cuenta bancaria, aunque el dinero sea obtenido a costa de la dignidad de las y los guatemaltecos.
Este tipo de personas que no tienen ni ética ni moral, defienden sus intereses a través de la compra de sus cómplices, tal y como lo vimos durante la sesión de la Comisión de Finanzas del Congreso de la República, donde el diputado Samuel Pérez del Movimiento Semilla, fue el único que preguntó frente a Walter Mazariegos, si el rector iba a llegar a la reunión, pues él solo veía ahí a un usurpador. Mazariegos estaba solicitando el 5 % del presupuesto que el Estado otorga a la USAC. El resto de los diputados, agacharon la cabeza al servicio de un conveniente fraude.
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Pero en la vida virtual, Mazariegos no tiene la necesidad de sentarse a escuchar ningún señalamiento, sino más bien, tiene un equipo de cuentas falsas que están atacando constantemente a estudiantes, egresados y trabajadores de la Universidad que no desisten en su lucha por cuidar y contagiar el valor de una educación superior autónoma, de calidad y gratuita. Las cuentas falsas a las que me refiero conforman un conglomerado llamado netcenter. Este net se dedica a esparcir información falsa y publicar datos personales de quienes, sin temor, hacen resistencia contra la toma ilegítima de Mazariegos. En esas cuentas falsas, se suben fotografías, realizan montajes y hacen una especie de diagramas en Word que no servirían ni para un trabajo de investigación en nivel primario (pues no solo la niñez sí es capaz, sino que conoce mejores herramientas virtuales para hacer sus tareas). No sé cuánto les pagan a quienes manejan esos perfiles, incluso, no sé si lo hacen por un salario porque, algunos, parecen ya tener un puesto en el gobierno o en la USAC. Entre todos estos títeres, de vez en cuando aparece alguien patético dispuesto a usar su nombre propio para desprestigiar a la digna resistencia, compartiendo notas falsas de perfiles con nombres de cantantes mexicanos, de películas de acción o de militares genocidas, prestando sus pocas capacidades cognitivas para difamar y acosar al movimiento que se manifiesta en contra de sus patrones y de la toma ilegítima de Walter Mazariegos. No cabe duda que el acoso virtual es otra de las estrategias para agotar a quienes protegen la USAC.
¡La autonomía de la USAC no se vende, se respeta y se defiende!
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