En 2024 tomé un taxi en San Salvador, fui directo al tema: «Dejemos de lado a Bukele porque ya sabemos cuál será el resultado». —le dije al piloto mientras bajaba la ventana, eran las vísperas de las elecciones— «…¿cómo cree que votará la gente por los diputados?».
Cuando quieras saber la opinión de alguien, la real, pregunta por «la gente». Verás cómo hablan de «esas personas» con distancia, pero con perspectivas muy personales.
El taxista arrancó recordando cómo er...
En 2024 tomé un taxi en San Salvador, fui directo al tema: «Dejemos de lado a Bukele porque ya sabemos cuál será el resultado». —le dije al piloto mientras bajaba la ventana, eran las vísperas de las elecciones— «…¿cómo cree que votará la gente por los diputados?».
Cuando quieras saber la opinión de alguien, la real, pregunta por «la gente». Verás cómo hablan de «esas personas» con distancia, pero con perspectivas muy personales.
El taxista arrancó recordando cómo era su trabajo antes del régimen de excepción que terminó con las pandillas. Con soltura y dolor solapado con alguna risa, habló de la renta que pagó para entrar a su colonia. Eran días de miedo.
Una anécdota seguía a otra y mi recorrido estaba por terminar. Afortunadamente cometí un error de turista, coloqué mal el destino. Hice el cambio en la aplicación y gané más minutos para escuchar a un hombre con historias.
«Ahora con cómo va a votar la gente…» —retomó en un intento de tomar distancia de las opiniones muy personales que venían a continuación—, «hay algunos que tienen dudas». Volvió a los halagos al régimen, pero ahora pensando en que no es bueno que una persona ostente tanto poder.
Cuando hables con un taxista de otro país, intenta ubicar algunos personajes políticos relevantes. Recibirás un análisis exquisito.
Recordó impactado a Alejandro Muyshondt, de quien más bien se refirió como «el de seguridad de Bukele». Como funcionario tuvo acceso a los círculos más íntimos del presidente y estuvo a cargo de crear oficinas de espionaje. En 2023 el régimen lo detuvo por supuestamente trabajar como doble agente. Salió de prisión sin vida, golpeado, con agujeros en el cuerpo y signos de una lobotomía.
«No saben por quién van a votar, pero algunos hemos pensado…» —dijo apropiándose un poco más de su opinión—, «en votar por cualquiera que no sea Nuevas Ideas. No es bueno que tenga tanto». Toda la esencia de un sistema democrático basado en pesos y contrapesos cabía en esa corazonada.
Cuando hables de autoritarismos, piensa si haces la pregunta correcta.
La última encuesta de Cid Gallup preguntó qué tan de acuerdo estarías con un gobierno no democrático que resuelva la seguridad. La respuesta es obvia. La clase trabajadora está harta de que le roben y pagar extorsiones, quieren respuestas inmediatas. Pero la historia nos ha demostrado una y otra y otra vez que no existe tal cosa como el «dictador bueno», ese que actuará y se autorregulará por bondad propia. Que destruirá los contrapesos con el único fin de alcanzar el bien común. Esa criatura mitológica no existe, lo que sí es real es que mientras acumulan poder el camino es dulce.
Cuando hables con una persona que sueña con un autoritario, cuéntale la historia de aquel taxista de San Salvador. Que ahora conduce con la ventana abajo pero que teme a un hombre que está acumulando demasiado poder.
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