Este mensaje va para vos que sorteás el tráfico, que tomás un mototaxi o taxi pirata, porque el transporte público es un mal chiste y curás a tus hijos con remedios caseros, sabiendo que los hospitales públicos se caen a pedazos desde hace décadas y que la salud preventiva, que debería ser un derecho, se vuelve cada vez más inalcanzable. Para vos, que en las maquilas te exprimen la vida con salarios que apenas alcanzan para comprar un poco de alimento. Y también para vos, mujer valiente, que llevás sobre tus hombros la carga del hogar, los hijos y la violencia que todos conocen, pero que pocos ven. Lamentablemente, los informes llegan a los tomadores de decisiones que han vivido en una burbuja de privilegios, mientras los técnicos disfrazan la realidad con datos que no reflejan la verdad –en especial, la de la violencia contra la mujer–.
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Ahora bien, el gobierno de Bernardo Arévalo nos llama a defender la democracia. ¡Qué bonito y qué inspirador! Sin embargo, esto ocurre justo en el momento en que denuncia un intento de golpe judicial orquestado por una alianza criminal de corruptos que bloquean investigaciones y siembran terror con procesos ilegítimos, invocando a la OEA y la ONU para salvar un barco que se hunde. Así que, claro, defendamos la democracia, mientras el gabinete falla estrepitosamente en combatir el hambre con programas que se evaporan en burocracia y asistencia técnica, muy lejana de la realidad, dejando a millones en crisis alimentaria como si fuera lo normal en esta tierra de contrastes. Donde los caciques se llenan los bolsillos y vos contás los quetzales para comprar frijoles.
Qué ironía ¿no? El presidente pide unidad contra los golpistas, pero olvida que el verdadero golpe es el que recibe el pueblo cada día, cada mes, cuando el ingreso no alcanza ni para comer y la injusticia agrede al que menos tiene.
Mientras tanto, el poder patriarcal, el racismo contra los pueblos originarios y la explotación económica se entrelazan para mantenernos en la pobreza. Por otro lado, las redes sociales se inundan de opiniones que sostienen que la pobreza es por flojera, que la violencia es cultural y que el clima nos afecta a todos por igual. Esta narrativa permite que los corruptos sigan bailando sobre nuestras espaldas, sin cuestionar las dinámicas que perpetúan la miseria en nuestros barrios y comunidades.
Por lo tanto, defendamos la vida. Defendamos el derecho de los hogares a acceder a alimentos nutritivos. Defendamos el derecho a la educación y a la salud. Defendamos nuestros bosques, nuestra tierra, el agua y la comida para todos. Es fundamental que todos tengamos derecho a una vida digna. No es normal la precariedad en la que vive la mayoría.
Así que, Gobierno, despertá y salí de la burbuja de privilegios. Es hora de escuchar al pueblo, de actuar con justicia y responsabilidad. Juntos podemos construir un futuro donde cada uno de los que vivimos aquí tenga acceso a lo que necesita para vivir con dignidad. La verdadera democracia se defiende en la vida cotidiana, en cada acción, en cada decisión que nos acerque a un país más justo y solidario.
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