El nivel de avance en bioseguridad es diferente de país a país, depende del empeño real que han puesto sus órganos rectores. Hay países más y menos liberales, y la parte más compleja la llevan los países que son centro de origen, porque la gestión de sus sistemas de producción agrícola requiere de medidas especiales y del respeto de los países que adopten políticas diferentes.
Veamos, en términos generales, lo que implica establecer protocolos de protección del patrimonio fitogenético, especialmente con un enfoque en los Organismos Vivos Modificados (OVM). Este concepto abarca la implantación de genes de otras especies (transgénicos) y cualquier técnica que supere las barreras naturales de reproducción, creando combinaciones genéticas que no ocurren espontáneamente en la naturaleza, como se detalla en el Protocolo de Cartagena.
Evaluación de riesgos: Antes de importar o de desarrollar algún OVM en su territorio, los países deben realizar estudios científicos para determinar posibles impactos en la integridad genética de sus especies originarias de interés, en el medio ambiente y en la salud de las personas.
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Principio de precaución: Si no existe suficiente evidencia científica sobre la seguridad de un OVM, los países pueden restringir o prohibir su importación (nota de máxima importancia: si un país no realiza estudios científicos de caracterización ni tiene la infraestructura institucional necesaria para realizar los análisis de riesgo, acogerse al principio de precaución es la medida equivocada. Hay que exigir el marco normativo y la institucionalidad precisa para justificar plenamente la aplicación del principio de precaución, y esto puede financiarse si los países y empresas que se benefician de la riqueza genética cumplen los acuerdos internacionales y pagan por el uso de tal riqueza).
Participación pública: Los Estados deben garantizar que la población esté informada sobre los riesgos y beneficios de los OVM. ¿Qué programas con ese fin existen en Guatemala sin apoyo de recursos limitados de la cooperación internacional?
Soberanía nacional: Cada país conserva el derecho de decidir sobre el ingreso de OVM en su territorio, priorizando la protección de su biodiversidad y el futuro de su seguridad alimentaria, pero se trata de decisiones informadas por la ciencia, no de concesiones a grupos particulares de interés político o económico.
Guatemala tiene avances importantes, pero parece que a muy pocas personas les interesan. Por ejemplo, bajo el proyecto UNEP-GEF—GFL 2328-2716 4B43 se desarrolló el compendio de medidas de bioseguridad del uso de OVM para diez cultivos nativos de Guatemala. Eso fue hace más de diez años, y a estas alturas no se conocen —o no conozco— estudios e informes sobre su puesta en práctica.
Es alarmante, inmoral y altamente irresponsable que actuales diputados al Congreso se metan a legislar en campos que no solo no conocen —esto es comprensible—, sino además eluden intencionalmente hacerse educar y asesorar por quienes tienen la formación y capacidad para hacerlo. Están jugando boliche con cristalería.
Hay que abrir un debate intelectualmente honesto, correctamente informado y con el fin común de utilizar al máximo los fabulosos progresos de la biotecnología, pero sin comprometer la megadiversidad de Guatemala.
Muchas gracias a quienes han seguido el sinuoso camino que nos ha traído hasta este punto final. Es posible continuar, pero la ganancia sería marginal. El esfuerzo de estas columnas se encaminó hacia las personas en posiciones extremas del debate (por un lado, la antibiotecnología —en particular vinculada a los Organismos Vivos Modificados y últimamente a las ediciones genéticas— y por el otro los enfoques productivistas que menosprecian o ignoran la bioseguridad en centros de origen de especies cultivadas). Si las personas en esas posiciones no han movido siquiera un poco su opinión, entonces podríamos llegar a mil columnas y nada cambiará. La ciencia tendrá que anotarse una derrota frente a la ideología y la deshonestidad intelectual.
Prefiero soñar con que nos encaminaremos hacia una hoja de ruta con genuinos esfuerzos para cumplir integralmente los compromisos internacionales en la materia.
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