Don Lisandro*, sentado bajo un toldo me mira y me dice «pero, seguiste creciendo». Yo sonrío, un chistecito sobre mi altura nos viene bien antes de entrarle al tema: Gente con derecho posesorio y títulos antiguos de propiedad que lo comprueban, expulsadas de sus casas con fuerza armada, en julio 2023. Más detalles del historial de los eventos se encuentran en mi columna de septiembre 2023 Tienen ahorita mismo 20 minutos para irse definitivamente de su casa.
«Nuestras familias vivieron en esas tierras, pero en 1982, después de asesinatos por parte del Ejército de Guatemala, durante el conflicto armado interno, huyeron hacia México para salvar sus vidas. En nuestras tierras sabemos que existen al menos tres cementerios clandestinos. Sin embargo, el MP de Barillas engavetó el caso y no agiliza el procedimiento para que los especialistas forenses de la FAFG lo comprueben de forma debida. Esas osamentas son de familiares nuestros y se puede demostrar. Eso reforzará las pruebas que sí son nuestras tierras de las cuales fuimos expulsados con violencia en el 2023», manifiesta don Lisandro.
En ese momento, me pregunto cómo queremos reconstruirnos como sociedad sana y democrática sin trabajo de memoria, si esto nos está rebotando en la cara cual boomerang, recordándonos el pasado que ahí está. Una cultura de paz se construye con justicia, gracias, precisamente, al trabajo de memoria. Pero, además de la atropellada e incompleta implementación de los Acuerdos de Paz, otra violencia no se vio venir en esos acuerdos, para los años de posguerra: los narcos.
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Sigo escuchando los testimonios de esta comunidad q'anjob'al y ahora habla una mujer anciana que muy enorgullecida me dice: soy doña Leonor*, ¡la comadrona! Inicia mostrando heridas en una de sus piernas. Estuvo un año en cama luego de ser baleada por la gente armada que expulsó a la comunidad Kumatz de sus tierras. Eran de la Policía Nacional Civil y antimotines y, según las y los comunitarios, también narcotraficantes, porque hubo gente encapuchada con carros blindados sin placas.
«Pero ahora ya estoy bien, ya puedo seguir luchando por mi comida con mi esposo, a pesar de que ya no haya tierra ni casa, porque el ladino me sacó, cuando yo ahí nací». Cuando doña Leonor habla de «el ladino» se refiere a los hijos y nietos de las personas que invadieron las tierras de Kumatz durante el conflicto armado, mientras la comunidad huía a México para salvarse de la violencia del Ejército.
No debemos pasarlo por alto: las personas desposeídas son agricultoras; es decir, estamos desalojando —o permitiéndolo— a quienes trabajan por la soberanía alimentaria, alimentándose a sí mismas y también al país. Son artesanas de la tierra. Con los alarmantes niveles de hambre en Guatemala, esto no puede seguir así, como señalaba Helmer Velásquez en un foro de 2023.
Loida*, una señora joven me cuenta: «Yo tenía mi casa con mis pollos, mis chompipes. Todo el mundo era agricultor. Sembrábamos milpa, frijol, plátano, piña. Nosotros nos dedicamos a cultivar nuestra comida. Ese día íbamos contentas a trabajar a la milpa con nuestros machetes, nuestras bombas para fumigar, pero cruzando el puente, empezaron los balazos, nos dispararon, estaban todos encapuchados».
A estas palabras, reacciona otro señor, de mediana edad, quien cuenta memorias viejas: «Todos los que estamos aquí somos víctimas del conflicto armado interno, huimos a México. Yo tenía 5 años. Nos fuimos para Chiapas y para Quintana Roo. Nos persiguió el Ejército, quemaron nuestras casas allá por Río Azul. Huimos para salvar nuestras vidas. Durante el exilio, estuvimos dispersos en México. No hallábamos donde encontrar tierra, casas, seguridad. En el 97 regresamos, pero al llegar a Santa Cruz Barillas, encontramos nuestras tierras ya ocupadas y custodiadas por seguridad privada contratada por esos señores ricos».
»Después del año 2000 agarramos valor entre 115- 120 familias, con abogados reunimos nuestras escrituras y presentamos nuestros documentos a jueces, alcaldes, al MP y en al primera instancia en Santa Eulalia. Sin embargo, nos dimos cuenta de que los del MP son amigos de esos terratenientes. Con dinero, todo lo hacen. No nos hicieron valer nada nuestros documentos».
El 19 de julio de 2023, día del desalojo, la comunidad de Kumatz intentó negociar al ver llegar a la PNC. Les aseguraron que había existido un aviso previo de desalojo con cuatro meses de antelación, pero eso era falso. Esa tarde, con la lluvia comenzando a caer, la comunidad se unió en oración. La mayoría son católicos y contaban con una cámara que registraba los hechos. Me cuentan: «Nos pusimos en oración para el Dios creador. Estuvimos orando como hora y media. Nos tenían rodeados, a mi esposa luego la arrastraron. Todo lo que yo digo aquí lo tenemos grabado en Noti-Kumatz. Decían que éramos narcotraficantes, guerrilleros, invasores de terreno. Pero si fuéramos de esa clase de gente, ¿acaso estaríamos mostrando la cara? Son los terratenientes los que tienen vínculo con los narcos, porque hasta hoy día andan con armas, con carros blindados, y seguridad privada. Ya mataron a uno de nuestros amigos».
»Ese 23 de julio, después de nuestras oraciones, y con la lluvia, ya no pudimos seguir negociando. Entendimos que ellos eran 5,000 antimotines y nosotros 115 personas. Había carros no identificados y rostros conocidos de personas que fueron pagadas. Como a eso de las seis de la tarde, lo poquito que teníamos, nuestras champitas, empezaron a prenderles fuego. Hemos venido ahora a la capital pidiendo auxilio a las instancias gubernamentales porque los jueces de allá no nos están atendiendo».
La última persona en hablarme del desalojo, doña Laura*, me contó que, tras ser acogida por parientes luego de la expulsión, llegaron los del COCODE y el alcalde auxiliar con la intención de desalojarla nuevamente y multarla con Q5,000 por ser «invasora». Estamos seguros de que tienen vínculos con los narcos.
Todas estas voces relatan lo que un video del desalojo respalda: sus palabras y su verdad. Lo que ocurre en Kumatz también resuena en Huehuetenango y Alta Verapaz. También en Petén con el caso de Laguna Larga que sirve como un recordatorio de la urgencia de actuar. La gente necesita sus casas y sus tierras. Esto tiene que parar.
*Por razones de seguridad, todos los nombres mencionados en esta columna han sido cambiados.
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