Hablemos de la pobreza menstrual
Hablemos de la pobreza menstrual
Cada día menstrúan en el mundo 800 millones de personas entre 15 y 49 años y, a pesar de ello, 500 millones de ellas no tienen acceso a productos menstruales y a instalaciones adecuadas para la salud menstrual. Así lo reportó en 2023 el Fondo de Naciones Unidas para la Población (Unfpa, por sus siglas en inglés).
La pobreza menstrual puede causar riesgos para la salud física y se ha relacionado con infecciones del tracto urinario y problemas de salud reproductiva. Lo terrible es que a pesar de las serias consecuencias que puede tener en la vida de millones de niñas, adolescentes y mujeres, poco o nada se habla sobre este asunto.
Hay una enorme desinformación sobre el ciclo menstrual. Las jóvenes que no reciben educación tienen más probabilidades de contraer matrimonio siendo niñas y, como resultado, un embarazo precoz, problemas de malnutrición, violencia doméstica y complicaciones en el embarazo.
Las niñas faltan a las escuelas como resultado de los cólicos, porque sienten vergüenza, por la falta de productos menstruales y por temor a ser víctimas de bullying si llegan a mancharse. Según Unicef, una niña puede faltar entre uno a cinco días a la escuela cada mes como consecuencia de la menstruación, lo que perjudica enormemente su aprendizaje y su rendimiento académico y aumenta las posibilidades de abandono escolar. En muchos países de la región las niñas apenas completan la primaria.
Las barreras económicas en los hogares más pobres limitan el acceso a toallas sanitarias, tampones o copas menstruales, y a medicamentos, cuando estos se requieren. Plan Américas destaca que el precio de un paquete de toallas higiénicas equivale a un almuerzo de tres dólares —unos 24 quetzales—, o a un cuaderno. Al no poder costear estos productos, millones de personas menstruantes en
América Latina no tienen más remedio que recurrir a trapos, papel, periódicos, cartón, productos de higiene usados y otros insumos antihigiénicos.
Pese a lo urgente que resulta el tema, solo nueve de 31 países de la región consideran de primera necesidad los productos menstruales (1). Colombia fue pionero. Gracias a la campaña «Menstruación libre de impuestos», se convirtió en 2018 en el primer país de América en eliminar el impuesto del valor agregado (IVA) del 16% de los productos de higiene menstrual.
Le siguió México. En octubre de 2021 ambas cámaras del Congreso Nacional aprobaron la eliminación del IVA en los productos de gestión menstrual en todo el país. La normativa que comenzó a regir a partir de 2022 asegura a las mujeres y personas menstruantes que ya no volverán a pagar un impuesto por menstruar.
Pero aún hay enormes desafíos en América Latina y una deuda gigantesca que se le debe a las niñas, adolescentes y mujeres. Requiere, por un lado, abandonar esas ideas equivocadas que reducen el sangrado menstrual a algo sucio y vergonzoso, y por el otro, entender que menstruar con dignidad no es un privilegio, es un derecho.
Una ley que busca restituir derechos
A inicios del 2022 un grupo de nueve diputadas y diputados presentó la iniciativa 6044 «Ley para el Fomento de la Salud Menstrual Digna en Guatemala», con la que se busca, entre otras cosas, reconocer el derecho a la salud menstrual de todas las mujeres en condiciones «dignas, igualitarias, gratuitas y sin discriminación».
Este año algunas de esas diputadas decidieron retomar la iniciativa. Quienes se opusieron desde el inicio y siguen haciéndolo ahora, no parecen estar interesados en discutir el tema con argumentos e ideas. No pasan de decir que se trata de una iniciativa «ideológica», «progre», producto de una «ola radical feminista», y que la «menstruación no es política». ¿Qué significa todo esto? No es muy claro, pero el objetivo sí lo es: difundir información falsa o engañosa, generar confusión, demonizar y desacreditar sin más una iniciativa innovadora y de gran beneficio para millones de niñas, adolescentes y mujeres en el país.
La iniciativa de ley propone un programa con presupuesto y personal asignado, encargado de dar de forma gratuita productos menstruales a quienes los necesiten, dando prioridad a escuelas, albergues, hospitales, centros psiquiátricos, centros de detención preventiva para mujeres, mujeres en situación de calle, migrantes o víctimas de trata. Hablamos de productos menstruales, no de insumos de higiene personal. A las cosas por su nombre.
Acabar con los prejuicios, los mitos y el estigma que rodean a la menstruación es otra de las líneas de trabajo que plantea la iniciativa 6044, mediante educación y una campaña de sensibilización en coordinación con otras instituciones como el Ministerio de Educación, la Defensoría de la Mujer Indígena y la Academia de Lenguas Mayas. La vergüenza y el miedo de ser señaladas por estar menstruando afecta las actividades cotidianas: ir a la escuela, jugar, andar en bicicleta, cocinar, sembrar o hacer ejercicio, entre otras.
Finalmente, la iniciativa de ley también contempla una «Canasta de Salud Menstrual» que incluye toallas sanitarias, tampones, copas menstruales, esponjas marinas, ropa interior absorbente, telas limpias que se entregaría a las estudiantes de escuelas e institutos públicos a partir de sexto de primaria.
La menstruación es un asunto en el que el Estado es uno de los actores principales para evitar que siga siendo un factor de desigualdad y percibido como un problema de un individuo, y no «un pedido que compete a gran parte de la ciudadanía que integra el país y que demanda respuestas para el cambio desde la política pública» (2).
¿Cuál es la experiencia en otros lugares?
Escocia se convirtió en 2020 en la primera nación del mundo en lograr que los productos menstruales sean de acceso gratuito, gracias a la aprobación del proyecto de ley de Productos de Periodo, que obliga a las autoridades locales a garantizar que los productos menstruales, como tampones y toallas sanitarias, sean gratuitos y estén disponibles para «cualquiera que los necesite». La ley entró en vigor en 2022.
Kenia tiene el mérito de ser el primer país en eliminar en 2004, los impuestos añadidos a tampones y compresas. Además, desde 2011 destina unos tres millones de dólares al año para distribuir productos menstruales en los centros educativos de las zonas más pobres.
Irlanda, Canadá e India también han eliminado los impuestos y Reino Unido en 2015 introdujo el Tampon Tax Fund, para destinar los impuestos recaudados de la compra de este tipo de productos a apoyar proyectos que trabajan con niñas y mujeres en riesgo. Fue hasta el 2021 que eliminó los impuestos a las compresas, tampones y otros productos menstruales.
En Japón, el derecho a la licencia menstrual existe en la legislación desde 1947. No hay límite en el número de días que pueden tomarse y en general no reciben pago. Las empresas no pueden obligar a una empleada a trabajar si pide estar «de baja por menstruación».
Taiwán también reconoce el derecho a la licencia menstrual para las empleadas. Se les otorga un día por mes. Pueden disfrutar de más días pero se contabilizan como días de licencia por enfermedad. Las vacaciones menstruales son reembolsadas, al igual que las bajas por enfermedad y las medias jornadas trabajadas.
Varias empresas en todo el mundo ofrecen a sus empleadas la posibilidad de días de licencia menstrual. El fondo de pensiones australiano Future Super introdujo una política de permisos menstruales y de menopausia con el propósito de desestigmatizar las experiencias de las mujeres. Se les autoriza tomar hasta seis días de licencia al año para ayudar a aliviar dolores y malestar, lo que significa que ya no tendrán que recurrir a su subsidio de licencia por enfermedad.
Leigh Dunlop, directora de operaciones de Future Super, dijo a Human Resources Director (2021) que era injusto que las empleadas tuvieran que utilizar su licencia por enfermedad o su subsidio de vacaciones para hacer frente a los síntomas. «La realidad es que las mujeres sangran con regularidad. El 50% de la población mundial menstrua y el 50% de nuestros empleados en Future Super son mujeres».
En 2017, Cultura Machine y Gozoop, dos empresas indias introdujeron en sus políticas laborales el «permiso menstrual», que consiste en un día libre al mes. El propósito es combatir los tabúes alrededor de la menstruación en la India.
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Debido a las sensibilidades culturales, las mujeres indias no pueden hablar libremente sobre su período. ¿Por qué nuestras compañeras deben tener conversaciones incómodas o pedir permiso, con pretextos falsos, para dejar su puesto de trabajo porque se encuentran mal? Es por eso por lo que instituimos una política general para nuestras 70 mujeres empleadas, dijo el CEO de Gozoop a The Objective.
Con sus defectos y virtudes hay varias experiencias interesantes en el mundo de las que hay que tomar nota. En buena parte son resultado del compromiso y la lucha de mujeres, agrupaciones y colectivos para garantizar a las personas menstruantes su derecho a menstruar con dignidad.
La discusión está por fin sobre la mesa en Guatemala. Esperemos que haya la capacidad de tener una discusión sana, de altura e informada, libre de estigmas, prejuicios y tabúes, que solo son obstáculos para avanzar con una iniciativa que ofrece a millones de niñas, adolescentes y mujeres, la posibilidad de ejercer su derecho a menstruar de manera segura y digna.
Referencias:
(1) Carriazo, M.I; Loboguerrero, M.; Villavieja, A.L. (2023). La lucha contra la pobreza menstrual en América Latina. Centro de Estudios Estratégicos de Relaciones Internacionales, p. 1- 21
(2) Carriazo, M.I; Loboguerrero, M.; Villavieja, A.L. (2023). La lucha contra la pobreza menstrual en América Latina. Centro de Estudios Estratégicos de Relaciones Internacionales, p. 4
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