Así empieza el film Colonia, dirigido por Florian Gallenberger y producido por Benjamin Herrmann.
Aunque la semicursi historia de amor es el hilo conductor, el argumento subyacente y más serio que este trabajo cinematográfico intenta mostrar (siempre al mejor estilo hollywoodense-agringado) es en realidad el secuestro de la libertad en Latinoamérica, en particular la vivida a finales de los años 1970 y 80.
El terror de la dictadura y la influencia de la hegemonía política, aunados al peligro del fascismo global de la época enraizándose en Latinoamérica, son elementos constantes que enmarcan el entramado del film. Atrocidades como la tortura, los campos de concentración, el fanatismo religioso, el fundamentalismo, el abuso de poder, la pedofilia, la pérdida de libertad, la dictadura, el miedo, la persecución y la violencia son algunos de los conceptos que recoge el filme constantemente y que mantienen al espectador activamente involucrado en este thriller romántico-político.
La historia se desarrolla a partir del golpe dado por Pinochet, y la historia de la pareja extranjera en Chile se enfoca en un enclave de alemanes migrantes asentado en la región del Maule, Chile. Dicha comuna y culto religioso fundamentalista, llamada Colonia Dignidad, fue fundada y presidida por el alemán Paul Schäfer, quien militó en el partido nazi durante la II Guerra Mundial y a quien se le atribuyen casos de pedofilia y de abusos sexuales. La Colonia Dignidad fue utilizada por la policía secreta chilena, la DINA, como centro de detención y tortura durante la dictadura de Augusto Pinochet.
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La película recoge elementos importantes de la vida en la Colonia Dignidad y muestra, además de los abusos que sufrían menores y mujeres dentro de sus instalaciones, la forma en que el fundamentalismo religioso y la consecuente privación de la libertad de pensamiento llevan a atrocidades que hoy es imposible tolerar. La evidencia histórica nos enseña hoy que las atrocidades cometidas en dicha colonia fueron mucho peores que lo que recoge el film [1], que se enfoca más que nada en la heroína y en su afán de rescatar a su amante secuestrado. Pero, más allá de lo evidente, el largometraje es una metáfora del fascismo, del abuso autoritario del poder, de la falta de capacidad crítica y de discernimiento de una sociedad amansada por la religiosidad y del poder de la fuerza para mantener en silencio las injusticias bajo la fachada de una comunidad que vive en armonía y paz.
El final de la película muestra cómo la influencia geopolítica corrompe hacia dentro uno de los elementos más preciados para el ser humano: su libertad. Y el suspenso del desenlace motiva a la reflexión sobre un peligro, aún latente en la sociedad posmoderna, que amenaza la libertad, la dignidad y la prosperidad: el uso del poder para la defensa de ideas hegemónicas y de valores que atentan contra la humanidad. El filme, al mostrar ese momento histórico en Chile, recoge de alguna forma memoria, verdad y justicia, tres elementos esenciales para comprender mejor la historia latinoamericana en general y de Guatemala en particular.
[1] Pocas personas pudieron escapar de dicho culto. Una de ellas fue Winfried Hempel, quien estará en Guatemala el 28 de octubre comentando este film.
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