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Con la fórmula 'Lula', Capriles es el contrincante de Chávez

La ideología de Capriles sigue el camino de la ‘tercera vía’, que tiene el potencial de unir gente que no es totalmente chavista, pero tampoco comparte los postulados de derecha tradicionalmente esgrimidos por la oposición.
El programa de Capriles se centró especialmente en el tema de seguridad y redujo sustancialmente la criminalidad, lo que le permitió reelegirse con el 79 por ciento de respaldo popular como alcalde de Baruta.
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Con la fórmula 'Lula', Capriles es el contrincante de Chávez

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Con más de 1,8 millones de votos, Henrique Capriles se convirtió en el hombre en quien los venezolanos que no quieren más a Hugo Chávez en el poder tendrán puestas sus esperanzas de aquí a octubre cuando se elegirá el nuevo presidente.

Capriles ganó el liderazgo de la oposición con la misma fórmula con la que Lula logró neutralizar el creciente poder de Chávez en Latinoamérica: se presentó como un hombre de centro izquierda pragmático y progresista, que no pertenece a la élite tradicional y que es capaz de trabajar en función de los pobres sin renunciar al capitalismo ni alienar al sector privado. Y sobre todo, que no pertenece al pasado político venezolano, del que despotrica Chávez en cada intervención.

Con el eslogan de que votar por él es subirse en el ‘bus del Progreso’ y enmarcando la campaña contra Chávez con la dicotomía entre el subdesarrollo y el progreso y el pasado (Chávez) y el futuro (él), Capriles ganó la representación de la oposición.

Su promesa de no acabar con las ‘misiones’ de Chávez, que a punta de programas asistencialistas han sostenido al Presidente durante casi década y media, pero con la ventaja de no tener que pasar por un test de lealtad política para acceder a esos beneficios, funcionó.

La “fórmula Lula” de Capriles no es improvisada: este joven político de 39 años se ha declarado un admirador del ex presidente brasileño y ha copiado sus lecciones y sus programas como Hambre Cero a lo largo de su corta e intensa carrera política.

Rico pero nuevo

La historia de Capriles no es muy disímil de la de muchos venezolanos acomodados. Nació en julio 11 de 1972, en una familia mitad venezolana y mitad de inmigrantes judíos polacos.

Aunque con frecuencia menciona a su abuela, que sobrevivió al Holocausto después de vivir en un gueto en Varsovia, como ejemplo del coraje que ha guiado su vida, Capriles se declara un católico devoto, y además, mariano. Es un fiel seguidor de la Vírgen María.

Capriles viene de una familia rica, que ha hecho su dinero a partir del negocio de la construcción y de ser dueña de la cadena de cines más grande del país. Estudió derecho en la Universidad Católica Andrés Bello y luego se especializó en derecho tributario en la Universidad Central de Venezuela. Aunque su biografía menciona “unos cursos” en la Universidad de Columbia en Nueva York y otros en Holanda, su trayectoria no solo educativa sino laboral ha sido eminentemente venezolana, que dado el contexto de ese país, termina siendo una virtud electoral.

Y ha tenido una vida intensa en lo político, su gran obsesión desde joven.

Cuando tan solo tenía 26 años, Capriles fue elegido diputado al Congreso de Venezuela como representante del partido Comité de Organización Política Electoral Independiente, Copei. Copei es uno de los desprestigiados partidos tradicionales, pero Capriles ha explicado que aunque llegó con este partido impulsado por su primo ‘El Pelón’ Capriles, él nunca perteneció realmente a este grupo y fue una alianza coyuntural.

Siendo el congresista más joven en haber llegado al Congreso, rápidamente se convirtió en Presidente de la Cámara —cuando todavía había un sistema bicameral en Venezuela— y Vicepresidente de la corporación hasta que esta fue disuelta por una Asamblea Constitucional convocada por Chávez en agosto de 1999.

A Capriles le gusta decir —como una forma de diferenciarse de Chávez— que él no es un ‘discursero’, sino un hombre de acción y así, un año después de dejar el Congreso, se convirtió en el Alcalde de Baruta. Baruta es un municipio que pertenece administrativa y políticamente al estado de Miranda pero que está integrado también al distrito metropolitano de Caracas, con una población de unas 350 mil personas, que viven principalmente del comercio.

A este cargo llegó con el Partido Primero Justicia, fundado inicialmente como una organización civil por un grupo de jóvenes en medio de la crisis política y económica de 1992 para promover reformas a la justicia y que ocho años más tarde se convirtió en un partido político.

El programa de Capriles se centró especialmente en el tema de seguridad y redujo sustancialmente la criminalidad, lo que le permitió reelegirse con el 79 por ciento de respaldo popular.

Su reelección lo reivindicó políticamente después de que en 2002 fue encarcelado por el régimen chavista durante cuatro meses, acusado de promover un ataque popular a la Embajada de Cuba el día del fallido golpe de Estado contra Chávez. La multitud que protestaba cortó la luz de la embajada, rompió los vidrios y evitó que el embajador cubano saliera de su residencia. Capriles fue puesto en la cárcel por no haber hecho nada por dispersar la turba.

Él explicó que, por el contrario, lo que hizo fue evitar que la gente se tomara la Embajada. Aunque desde un principio denunció que el arresto estaba motivado políticamente, dio la cara y pasó cuatro meses en prisión hasta que fue absuelto. En 2008, el Departamento de Estado de Estados Unidos mencionó en su reporte de Derechos Humanos este caso como una grave violación al debido proceso.

Que Capriles diera la cara a la justicia en cambio de exiliarse como habían hecho otros opositores de Chávez no hizo sino incrementar su popularidad y volvió a su cargo para reelegirse en 2004, derrotando al candidato chavista.

Cuatro años después, volvió a derrotar al chavismo al lanzarse como gobernador del estado de Miranda derrotando a Diosdado Cabello, quien ahora suena como el más seguro sucesor de Chávez, si no logra vencer su enfermedad.

Al igual que lo hizo en esta campaña, Capriles le apostó al optimismo más que a la confrontación y con el eslogan “En Miranda algo bueno va a pasar”, llegó a la Gobernación con un programa social que no distaba mucho de las misiones sociales de Chávez.

Con su plan Hambre Cero, subsidió alimentación, vivienda y educación a más de 2 mil 500 familias pobres, promovió políticas de emprendimiento y regaló viviendas a más de 120 mil mirandinos. Pero su mayor logro fue literalmente haberse ‘metido en el barro’ cuando las inundaciones golpearon a Venezuela en 2010.

Mientras el gobierno nacional se negó a girarle fondos al estado de Miranda, Capriles se apersonó de la tragedia —asegurándose que las cámaras registraban cada movimiento— y transmitió el mensaje de que a él sí le importaba la gente.

El reto: derrotar a Chávez

Ahora que ganó las elecciones primarias de la oposición, enfrenta el reto para el cual dice que se ha preparado toda la vida: ser presidente de Venezuela.

No la tendrá fácil pues Chávez sigue teniendo el apoyo de más de la mitad de la población y con los precios del petróleo todavía tiene plata de sobra para mantener ese respaldo, como bien lo analiza Michael Penfold en este artículo de Foreign Affairs.

Aun así, todos los analistas coinciden en que esta vez Chávez tendrá que esforzarse más porque Capriles no encaja en la caricatura de los opositores contra la cual está acostumbrado a enfrentarse el autoritario presidente y además, porque finalmente la oposición está unida.

Como lo reportó Reuters, la ideología de Capriles sigue el camino de la ‘tercera vía’, que tiene el potencial de unir gente que no es totalmente chavista, pero tampoco comparte los postulados de derecha tradicionalmente esgrimidos por la oposición. Los 'ni ni', que se han convertido en un apetecido caudal electoral.

Por ejemplo, Capriles ha dicho que no piensa privatizar la petrolera estatal Pdvsa, solo despolitizarla y entregarle su gerencia a los mejores profesionales y no a los aliados políticos. Y también ha prometido no subir el precio de la gasolina. Pero, en contravía de Chávez, se opone a la decisión del Comandante de retirarse de la corte de arbitración del Banco Mundial donde las multinacionales petroleras están buscando una indemnización de Venezuela por las nacionalizaciones de Chávez.

Capriles se opone a las nacionalizaciones de Chávez pero también ha dicho que lo que hizo el Presidente no se puede deshacer de un día para otro y que explorará alguna fórmula de propiedad conjunta de estas empresas con los empleados.

El nuevo líder de la oposición se ha comprometido a continuar con las misiones de Chávez, pero focalizando mejor la ayuda para que de verdad llegue a los más pobres y no solo a los más chavistas. Pero su bandera es mejorar la educación de los venezolanos, un tema en el que básicamente todo el mundo coincide y que polariza menos que el de seguridad, en el que puede alienar a los militares.

Aunque ha dicho que le dará prioridad a la relación con los países ‘democráticos’ de las Américas, Capriles también ha prometido que China seguirá siendo un socio fundamental de Venezuela y que no cortará sus relaciones con Cuba. Sobre Colombia no ha dicho nada significativo.

“Quiero ser un presidente que habla mucho menos, que no invade tanto las vidas de los venezolanos”, ha dicho Capriles, un mensaje que cala en una sociedad desesperada con la omnipresencia de Chávez. “Yo creo que a Chávez se le hace oposición con gestión. ¿Qué significa gestión? Solucionarle los problemas a la gente”.

Capriles tendrá ahora ocho meses para convencer a los venezolanos de que con él “hay un camino” hacia el progreso, como lo ha prometido en campaña.

*Este artículo es parte de La Silla Vacía y es reproducido con su autorización por Plaza Pública. 

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