El Conservador de Antigua Guatemala protege con voz pero sin voto

El Conservador de Antigua Guatemala protege con voz pero sin voto
Ante la cuestionada aprobación del proyecto urbanístico Casa Icatú, en San Cristóbal El Bajo, este puesto quedó bajo el ojo de vecinos y líderes comunitarios. Legalmente debería proteger esta área por estar dentro del polígono de máxima conservación, pero nunca entregó un dictamen ni a favor ni en contra. En esta entrevista con Plaza Pública, el Conservador de Antigua Guatemala explica sus preocupaciones al respecto y las limitaciones de su cargo.
Ocurrió en Antigua Guatemala en una reunión que buscaba esclarecer por qué la Municipalidad de Antigua Guatemala avaló el proyecto Casa Icatú cuando este no había cumplido con todos los requisitos para obtener la licencia ambiental. Javier Quiñónez, el conservador, nunca negó sí conocieron el proceso de solicitud del proyecto, «pero ni él ni los informes reflejan que hayan emitido un dictamen favorable para proceder con la autorización de las licencias de cambio de uso de suelo», recuerda la diputada de Winaq, Sonia Gutiérrez.
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Es decir, la Municipalidad otorgó el permiso a pesar de la opinión técnica de Javier Quiñónez, Conservador de la Antigua Guatemala cargo desde hace más de tres años, la protección del patrimonio de la ciudad es su función principal.
La magnitud de esta comisión contrasta con las limitaciones técnicas del cargo. Una de las principales dificultades es que es el representante legal del Consejo Nacional de Protección de la Antigua Guatemala (CNPAG) y puede emitir opiniones técnicas ante la aprobación de proyectos de construcción, pero no tiene voto en las decisiones finales.
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Quiñonez es arquitecto con especialización en restauración de monumentos y un doctorado con énfasis en la conservación del patrimonio cultural. Un perfil técnico para un cargo creado con la intención de preservar la esencia de la ciudad colonial, reconocida como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Hace una advertencia antes de empezar la conversación. «A veces la gente cree que el conservador tiene poder absoluto y no es así», puntualiza. Así resume la complejidad del cargo en el cual representa y asume responsabilidades legales por la aprobación de proyectos y construcciones, aunque no esté totalmente de acuerdo con ello.
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—¿Cuál es el papel de un conservador?
—Somos una institución técnica, sin fines políticos. La esencia de la institución nace en 1969, por la necesidad de conservar a esta ciudad para el país y para el mundo. Ese año sale a la luz el Decreto 60-69, que es la Ley para la Protección de la Antigua Guatemala. Ahí se crea el Consejo Nacional para la Protección de la Antigua Guatemala (CNPAG), cuya máxima autoridad es la Junta Directiva.
La Junta está presidida por el alcalde de la Antigua Guatemala, que es la única persona que es electa democráticamente. Hay otras cuatro representaciones, hay dos de parte de la Universidad de San Carlos de Guatemala, una de la Facultad de Humanidades y otra de la Facultad de Arquitectura. Hay una representación de la Academia de Geografía e Historia y del Instituto de Antropología e Historia, que ahora regularmente pasa a ser el director o directora general de Patrimonio Cultural, quien asume esa representación del Ministerio de Cultura y Deportes. Los cinco conforman la máxima autoridad. Mi persona como conservador es el secretario de esa Junta Directiva, curiosamente tengo voz, pero no voto dentro de las decisiones.
Eso es importante hacerlo notar porque las decisiones que se toman aquí en función del beneficio de la ciudad, las toma la Junta Directiva. Yo pongo en contexto la evaluación y la apreciación personal de la situación técnica. Yo operacionalizo (sic) la toma de decisiones, administro todos los departamentos de la institución y soy el representante legal de esta institución.
La Junta Directiva decide o nombra al conservador a través de un evento muy básico. Se sacan a convocatoria los requisitos, el principal es ser arquitecto y tener conocimiento o estudios en restauración de monumentos y en historia del arte de Guatemala.
El artículo 11 de la ley define un polígono de máxima conservación es un polígono un tanto curioso con una geometría irregular, nosotros pasamos a regular todo lo que está dentro de ese espacio.
Nosotros tenemos, aparte de ese polígono, islas de conservación que básicamente son como las plazas centrales y lo que está alrededor de esas plazas de algunos de los poblados que están alrededor de la Antigua Guatemala.
Fuera de nuestra jurisdicción ha sido difícil tener control durante todos estos años.
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—¿Qué sucede cuando no hay una opinión favorable de su parte a algún proyecto? ¿Puede hacer algún tipo de oposición a una decisión así? ¿Se puede cancelar un proyecto?
—Yo dejo emitidas algunas opiniones técnicas dentro del argumento de la decisión, que regularmente quedan plasmadas en el acta formal de las sesiones de Junta Directiva. Y es así como eventualmente he demostrado mi contra idea de la aprobación de la Junta Directiva en lo que pueda suscitarse después de esa toma de decisión.
En casos extremos, se pudiera tomar una acción incluso de denuncia en contra de la Junta Directiva, lo cual sería bien controversial, una decisión extrema y un poco extraña también porque es como denunciar a la misma institución, como denunciarnos a nosotros mismos.
Entonces, es un poco difícil la posición que tengo porque soy representante legal de la institución, soy el secretario de la Junta Directiva, pero no tengo voto en la toma de decisiones. Eso hace que el puesto sea complejo.
Afortunadamente, la Junta Directiva la conforman gente que conoce o sabe del tema porque las representaciones son académicas, entonces es un cuerpo colegiado, a excepción del alcalde que es una figura más política. Entonces, la toma de decisiones son objetivas desde el punto de vista técnico y siguiendo los objetivos de la institución misma.
Sí hay controversia en algunos temas, a veces hay mucha discusión, tensa, incluso dentro de la Junta Directiva por la toma de decisiones, hay votos a favor y en contra. En esta Junta Directiva se busca el consenso, el diálogo, evaluar las aristas, los problemas y en función de eso la toma de decisión casi siempre es consensuada. Casi siempre, no en todos los casos.
—¿A qué debe darle prioridad un conservador? ¿Al cuidado de la estética colonial de la ciudad o a los reclamos de los vecinos? A veces pueden ser mutuamente excluyentes.
—La ley tiene un espíritu y es conservar la esencia de la valoración patrimonial e incluso está muy influenciada a la parte arquitectónica y urbana de la ciudad. El casco fundacional de la ciudad son 5 × 5 manzanas, esa fue la traza original digamos de la ciudad y a partir de ahí, como en la mayoría de casos, la ciudad a través del tiempo ha ido creciendo.
No es un tema de ahora que la ciudad está creciendo, en realidad la ciudad no ha dejado de crecer desde su fundación. Si nos vamos atrás, el Valle de Panchoy el Valle de Almolonga, todo lo que está encerrado por los cerros que ven alrededor de la ciudad tiene, o tuvo, una ocupación cultural prehispánica entonces eso le da cierto valor histórico patrimonial a esta ciudad.
Hemos manifestado nuestra preocupación porque empiezan a haber asentamientos formales e informales que se ven alrededor de la ciudad y eso va provocando deterioro de la imagen, del ambiente y pone en riesgo a las personas que habitan esos lugares y las personas que están abajo. Es un tema que causa controversia. Hay formas de mitigarlo, sí. Hay formas de reducir la vulnerabilidad, sí. Y por eso hay temas relacionados con ese crecimiento.
—¿Cómo ha visto el proyecto Casa Icatú? ¿Cómo lo conoció? ¿Cree que representa algún riesgo para la conservación del polígono?
—El proyecto Casa Icatú es uno de varios proyectos inmobiliarios que se han dado a lo largo de la historia. La ciudad no ha dejado de crecer a sus alrededores y así como Casa Icatú en su momento estuvo (el condominio) Gravileas, Jacarandas, La Chacra, Cafetales de Santa Ana y así otros ejemplos alrededor. Los de San Pedro Las Huertas, el crecimiento que ha tenido Ciudad Vieja. Es uno más que se suma a este fuerte crecimiento que se ha dado en los últimos años, como consecuencia de lo que platicábamos anteriormente.
Y el hecho de que haya crecimiento alrededor de la ciudad y que de alguna manera no esté bien establecido o definido el uso de suelo a futuro de todo el territorio, siempre preocupa porque debiese estar bien mapeado cuáles son los lugares en donde puede crecer la ciudad a nivel habitacional o residencial. También en dónde puede crecer y hasta qué punto a nivel comercial; en dónde y hasta qué punto puede crecer a nivel industrial , entre otros usos que se puedan dar. No se tiene claro ese orden de cómo crecer a futuro.
—¿El POT?
—Puede ser el POT (Plan de Ordenamiento Territorial). No me gusta el nombre porque regularmente pasa a ser de una municipalidad, es difícil que sea a nivel de región que es lo ideal. Aquí tenemos injerencia de Pastores, Jocotenango, Antigua, Ciudad Vieja y yo diría que de San Miguel Dueñas y Alotenango, porque para allá va el crecimiento.
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Yo he visibilizado eso en los diferentes ejercicios del POT, que en realidad debemos pensar en un documento macro de gestión y conservación de nuestro patrimonio cultural y natural; y a partir de ahí el ordenamiento territorial, pero si lo vemos como el POT es más viendo lo que va haber alrededor del patrimonio cultural y natural. Y todo lo que hay alrededor le causa impacto negativo y positivo a la ciudad.
Y dentro de los aspectos negativos está el crecimiento de vehículos, hay menos agua porque hay más gente, hay más demanda del servicio, hay más problemas con drenajes porque hay más gente, entonces la infraestructura debe de ir cambiando en función de ese crecimiento. Y eso creo que es lo que no está caminando. Hay un crecimiento inmobiliario y lo demás va un poco más lento y eso siempre va a causar un impacto a esta ciudad y a su valoración.
Es decir, conforme va creciendo la cantidad de carros debiese ir creciendo la solución para disminuir el impacto; mientras van creciendo los productos inmobiliarios deben ir mejorando y creciendo la infraestructura de servicios, tanto de abastecimiento de agua como de desfogue de aguas servidas.
Entonces, claro, provocan impactos negativos y positivos en el sentido de que la ciudad de alguna manera sí es reconocida por su calidad, no solo de arquitectura y urbanismo, sino al final de cuentas su calidad de vida. Es un hecho que la ciudad es segura, es transitable a pie, es tranquila, salvo casos puntuales donde la carga vehicular y peatonal se desborda.
Mi opinión es que la ciudad debe pasar a ser peatonal en su casco fundacional y los problemas del tráfico o vehículos se tienen que solucionar afuera. Eso demanda tener otro tipo de transporte, arquitectura universal para todos, son problemas que van de la mano. Detener o estancar el crecimiento lo veo casi imposible. No somos Tikal, ahí hay otros problemas pero ahí está, es contemplativa. Aquí no, este es un centro vivo, aquí hay dinámicas comerciales, educativas, culturales, políticas, económicas, industriales.
Y en una ciudad tan pequeña hay muchos intereses y muchos actores permanentes (que ahí entran los habitantes), pero también hay temporales y nuestra calidad de ciudad patrimonio de la humanidad, lo que pide y lo que provoca es que de alguna manera esta ciudad pasa a ser parte del que la viene a visitar, sino no tuviéramos esa calidad no la visitarían tanto. Seríamos un pueblo o una ciudad barrial, con la dinámica normal de una ciudad que no tiene la categoría nuestra, pero al tener la categoría que tiene la visita es inevitable tanto a nivel nacional como internacional.
Creo que muchas veces ahí está el límite o la frontera que se rompe con los originarios de acá. Entiendo la posición de decir yo aquí nací, aquí estudié, aquí crecí y ahora por qué me están sacando, por qué no tengo los mismos derechos que otras personas. Así se ve, pero es porque en este territorio no solo conviven ellos, sino muchos actores más que vienen un día, un mes, un año o vienen y se quedan. Entonces la ciudad va perteneciendo a muchos habitantes temporales y permanentes.
Ahí se rompe el hilo, esa frontera de que soy de aquí pero no tengo el mismo derecho o la calidad de vida que tenía hace 50 años. Es porque la ciudad ha demandado ese crecimiento, se han dado dinámicas a nivel turístico como el mismo Festival de las flores, que atrae mucha gente.
—Usted menciona la falta de normativa y de preocupaciones que usted tiene ante este tipo de urbanizaciones, específicamente, este proyecto. Entonces, ¿es un riesgo para el polígono de máxima conservación?
—Nosotros tenemos una normativa base que es el Decreto 60-69, que es una norma muy general. Y tenemos un reglamento de construcción, a partir del 2016, en donde está establecido lo que una licencia de construcción debe cumplir a nivel técnico y jurídico. Eso es lo que tenemos de base entonces una solicitud que cumpla a través de un expediente con los requisitos del reglamento y la ley obtiene al final de cuentas su licencia de construcción. Se complica un poco cuando son proyectos macro en donde hay muchas unidades habitacionales y surge la necesidad de crear infraestructura para abastecer a todas estas unidades habitacionales.
Acá está establecido el hecho de que si existe un proyecto de esa magnitud, primero deben de cumplir con el famoso cambio de uso de suelo y eso está regulado por la Municipalidad, que tiene sus requisitos para conformar un expediente de cambio de uso de sueldo.
Yo recuerdo haber visto ese proyecto en Consejo Consultivo, por la dimensión y magnitud del proyecto y del terreno sugerí que se enviara a nuestra institución para conocimiento de la Junta Directiva, por si existía alguna disposición por parte de la máxima autoridad antes de continuar con su vida administrativa en municipalidad.
Los demás, del Consejo Consultivo, estuvieron de acuerdo. Se remite el expediente acá (al CNPAG), se presenta ante la Junta Directiva, la cual entre otras cosas solicita el control del subsuelo a nivel arqueológico, porque por las diferentes ocupaciones que le referí a través de la historia, es muy común encontrar remanentes de esas ocupaciones culturales en el subsuelo. Ya sea de ocupación republicana, colonial o incluso hasta prehispánica, entonces siempre es importante tener control arqueológico del subsuelo y de ahí que cumplan con uso de suelo a nivel municipal.
Recuerdo que en esa reunión puse en la mesa algunos temas técnicos como el impacto visual que pueda generar ese proyecto urbano en la calle que va de El Calvario a San Juan del Obispo, aspectos de vialidad, de ambiente puse yo en la mesa esos temas técnicos para que los miembros de Junta Directiva evaluaran y tomaran su decisión al respecto. Y eso está dentro del expediente mismo y así sale de acá con esas observaciones a nivel técnico. Sigue su curso en la municipalidad, después de cierto tiempo le da la aprobación de cambio de uso de sueldo y vuelve a regresar aquí para el acompañamiento del convenio arqueológico, que era lo que Junta Directiva en su momento solicitó con la finalidad de establecer si no habían vestigios arquitectónicos en el subsuelo.
Si hay vestigios relevantes para la valoración cultural o histórica del país se tiene la potestad de parar esa investigación arqueológica y decir «aquí hay algo importante, entonces hay que ponerle atención». Hasta el momento han aparecido lo que normalmente aparece, que son restos de utensilios prehispánicos de cerámica, principalmente. Desde el punto de vista arqueológico, y como los arqueólogos lo han dicho en sus informes, no hay nada de relevancia como para parar el proyecto.
Si ahí apareciera algo, nosotros tendríamos que parar.
—¿Ese estudio arqueológico lo hace alguna empresa privada o el CNPAG?
—Como es una propiedad privada, se firma un convenio arqueológico entre nosotros y un arqueólogo o arqueóloga que contrata el interesado dentro de su propiedad privada. Entonces el convenio lo firma el arqueólogo que contrata el interesado, el propietario del inmueble o representante legal y mi persona como representante legal de la institución.
Sigue en vigencia ese estudio arqueológico y hasta el momento no hay algo que nos diga que hay que parar.
—Leyendo un informe realizado por el Ministerio de Ambiente indica que no hay un dictamen específico desde el CNPAG sobre el proyecto. ¿Por qué motivo?
Bueno, eso va un poco de la mano con el hecho de que en su momento se trajo aquí el proyecto para evaluar qué iba a pasar. Ellos dijeron (la Junta Directiva) que primero había que hacer un estudio arqueológico, entonces ese estudio arqueológico está en vigencia.
Si en ese estudio arqueológico no sale nada o no saliera nada, el CNPAG va a decir que cumplieron con nuestro requisito y nosotros de alguna manera emitimos una opinión favorable hacia ese proyecto. Mientras no se dé el fin de la investigación arqueológica, para la institución es difícil dar un dictamen, porque se tiene que tener ese control en el subsuelo.
Tal vez por esa línea va el documento que usted me refiere. Al final de esa investigación arqueológica la Junta Directiva podrá de alguna manera emitir una opinión favorable.
—¿Cuándo termina esa investigación arqueológica?
—Hay una vigencia en tiempo que no estoy seguro si son ocho meses, de eso tendría que corroborarlo en el expediente administrativo. Y eso tiene opción a ampliación en función del avance. La investigación inició en diciembre.
—¿Entonces por qué se le da luz verde a este proyecto en el Concejo Municipal si aún no cuenta con un dictamen emitido por ustedes, que son la máxima autoridad en materia de conservación? ¿Hay ahí algún tipo de choque o ustedes están de acuerdo con esto?
—Yo creo que la Junta Directiva se fue por el hecho de que el terreno a nivel superficial lo que tenía era café y gravilea. Si ahí hubiese habido un remanente de algún tipo de arquitectura, si hubiese sido en otro lugar en donde se tenga mapeada la existencia de un sitio arqueológico o hubiese sido otro contexto, creo que la Junta Directiva se hubiera opuesto o hubiera puesto algunos preliminares antes de volverlo a remitir para que siguiera su curso en el uso de suelo. En este caso sí dijeron que el control arqueológico es básico.
No podemos dejar por un lado el hecho de que pueda haber algo abajo y entonces bajo esa línea se le dice a la Municipalidad que deben cumplir con el convenio arqueológico y los lineamientos que pide la Municipalidad, como ente encargado del uso de sueldo.
—¿Esto no se interpreta como pasar por encima de la autoridad del CNPAG?
—No se vio de esa manera por parte de la Junta Directiva porque sí existe el requisito técnico que se pidió, que fue el convenio arqueológico. Obviamente, ahí no pueden hacer una torre de apartamentos, por ejemplo. Tienen que cumplir con nuestra norma en algún momento que se rige con nuestro reglamento de construcción.
—Usted decía que como conservador puede tener una opinión pero no voto. ¿En este caso le ocurrió que a pesar de no coincidir con el criterio de la Junta Directiva igualmente debe ceder ante la decisión final?
—Sí, mire, los temas que se pusieron en su momento que creo que son los que preocupan es por un lado el ambiental, obviamente hay ocupación del territorio y para eso constructivamente hay formas de mitigar la vulnerabilidad. Eso sí, hay que decirlo, ellos debieron de haber cumplido con esa parte técnica para disminuir esa vulnerabilidad y mitigar cualquier problema que pueda pueda suceder ahí. Me preocupaba mucho el impacto que pueda causarse en la vialidad. También me preocupaba la cantidad de carros y por eso creo en la necesidad de volver peatonal la ciudad.
Ahora que digamos que porque exista ese proyecto se le va a quitar el valor a lo que la arquitectura, desde el punto de vista de valoración patrimonial a nivel mundial tiene, creo que no. Hay que ser objetivos en el sentido de que los edificios y las calles de la ciudad que le dieron de alguna manera esa calidad a nivel mundial están en su esencia, no hace como 56 años, porque eso sería una mentira. Además ya pasamos por un terremoto también y eso provocó daños. El mismo sismo del 8 de julio (de este año) provocó algunas grietas que rápidamente podemos ver en esta oficina en la que estamos.
Han habido cambios sustanciales en la ciudad, por su crecimiento o por los mismos desastres naturales que hemos vivido aquí. Las inundaciones, las erupciones, los temblores han provocado cierto deterioro también. Pero, ¿cuál es el valor cultural universal de la ciudad? ¿Está en riesgo ese valor cultural universal con este tipo de proyectos?
Que no ha sido el único, yo rápido le mencioné cinco, pero habrán 15, entonces son preocupaciones a nivel técnico. Tengo preocupaciones desde el punto de vista de conservador y se pusieron sobre la mesa por esa razón y es la Junta Directiva la que tiene que tomar esa decisión y la toma en su momento. Ahorita estamos con el convenio arqueológico.
Nuestros monumentos los estamos conservando y restaurando. Los espacios públicos de alguna manera también se conservan pero hay cambios. Ahora tenemos cámaras, si no tuviéramos cámaras, no tendríamos seguridad. En algún momento tuvimos postes de luz, cosas de ese tipo pero la esencia afortunadamente se mantiene.
De hecho, nosotros hemos dado seguimiento a una solicitud. No escondemos nada, obviamente el crecimiento de la ciudad demanda preocupaciones y algunos deterioros. Y lo que estamos procurando y promoviendo es que pueda venir una asesoría técnica de afuera, de UNESCO y expertos que tienen conocimiento de estos casos a nivel mundial, porque pues la Antigua es única en cuanto a su excepcionalidad y autenticidad, pero no es la única ciudad patrimonio de la humanidad.
Muchas ciudades patrimonio de la humanidad han tenido estos problemas, o los tienen, y a una dimensión mucho mayor que la que tenemos actualmente. Entonces queremos que vengan esos expertos que han tenido conocimiento de todos estos casos y vengan a evaluar la Antigua y nos digan a qué ponerle atención para que el valor patrimonial de la ciudad no se pierda.
El crecimiento de la ciudad es difícil detenerlo, pero sí nos pueden dar algunas directrices de hasta dónde o cómo crecer. Y hemos tratado de dar seguimiento a eso, al menos de mi parte. Lamentablemente, el contexto no ha sido el más apropiado para que esto se pueda dar.
—¿Qué implica para la ciudad la declaratoria de Unesco para la ciudad?
—Es un hecho que el ser reconocidos por la UNESCO implica una valoración, pero también una responsabilidad.
Si en 1978 se sometió a consideración de la UNESCO la posibilidad de nombrar a la Antigua Guatemala como patrimonio de la humanidad, se hizo con la idea de conservar esa valoración que posee y al mismo tiempo asumir la responsabilidad para cumplir con preservarla.
El CNPAG ya tenía 10 años de existir para cuando se le dio la categoría de patrimonio de la humanidad. Entonces el hecho de que la institución existiera fue una importante variable de evaluación que la UNESCO consideró para darnos la categoría.
Es decir, si la institución no hubiera existido durante estos 56 años la Antigua no sería lo que es ahora, eso es innegable. Y si la Unesco no nos hubiera dado la declaración a nivel mundial no tendríamos toda la demanda turística y el crecimiento que eso de alguna manera genera no solo para la Antigua, sino para el país e incluso la región.
Asumir ese compromiso es estar conscientes de que al ser patrimonio de la humanidad es la puerta abierta para que aquí pueda venir algún europeo o algún norteamericano a querer asentarse, comprar una propiedad, invertir. Eso es un hecho.
Pienso que la gestión y conservación del patrimonio debe verse en función de alcanzar un desarrollo sostenible, y le he agregado, integral para todos. Pero eso es difícil porque aquí están todos los actores a muchos niveles, existen muchos estratos y eso lo hace más complejo.
Y no es sólo la Antigua Guatemala, no es solo que ordenemos este municipio y alrededor que pase lo que pase. Lo que tengamos que hacer aquí, tiene que estar vinculado y en consenso con lo que va a ser Ciudad Vieja, San Miguel Dueñas, Alotenango, Pastores. Y si con una municipalidad ha costado, imagínese con seis.
No es solo el hecho de que haya una lotificación puntual o un crecimiento comercial puntual lo que pueda causar la pérdida del patrimonio o de evaluación patrimonial a nivel mundial, es lo que está pasando en el Alotenango, Jocotenango, San Lucas, o sea todo de alguna manera tiene un impacto positivo y negativo.
—La Antigua continúa creciendo en población y esto implica desarrollo de urbanizaciones y residenciales como Casa Icatú. ¿Cómo asegurar que este crecimiento no comprometa el valor histórico de la ciudad?
—Creo que tiene que ser un proyecto de Estado integral, en el cual nos comprometamos las instituciones, las municipalidades y el gobierno central y nos sentemos a vislumbrar ese crecimiento y ese orden no solo de la Antigua, sino de todo este territorio que tanto bien le trae a nuestro país, pero que tanta preocupación tiene precisamente por no tener claridad de hacia dónde vamos.
Nuestro lema en estos últimos tres años ha sido que no vamos a buscar un culpable o un responsable, no es el hecho de que el conservador sea el que mire qué tiene que hacer para que a esto se conserve. No es la Junta Directiva, ni siquiera somos la institución, ni siquiera solo la Municipalidad de Antigua Guatemala, ni siquiera solo la Gobernación, sino que la conservación de nuestro patrimonio cultural y natural es responsabilidad de todos.
Yo pongo un ejemplo, que es malo en un ambiente y es bueno en otro, pero que es real. Todos los poblados, las aldeas, los conjuntos habitacionales, naturalmente van creciendo y todos van queriendo tener su tierra, su propiedad y es lo que ha pasado aquí. Y en algunos pueblos alrededor usted puede ver que la construcción formal o informal de esos poblados mismos se han subido a los cerros también. Esto pasa en Jocotenango, San Felipe, en la misma Antigua, el Hato, Santa Ana, si nos vamos a San Cristóbal El Bajo también esta construcción informal o formal provocada por el crecimiento de la población local de alguna manera ha provocado ese crecimiento sin un orden y también se están subiendo de alguna manera a los cerros.
No quiero que se tome a mal el comentario, en función de que lo que está pasando en Casa Icatú de alguna manera también pasa en otro contexto, en otros ámbitos de la población local. Claro, no se puede comparar porque una cosa es una propiedad privada a una magnitud descomunal y otra cosa es una propiedad pequeña de alguien originario.
Pero hay cosas que hay que poner sobre la mesa en función de que también son parte del orden del crecimiento que debe tener el territorio. Eso no lo puedo hacer solo yo como conservador, como institución, eso es un proyecto de Estado.
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