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Russeth Xoyón, integrante del Movimiento Semilla ahora exiliada, durante una campaña de afiliación del partido.

No todos los exilios de Semilla se viven igual

«Un tío de mi padre, Joselino Xoyón, fue el primer alcalde indígena de Chimaltenango y fue asesinado en 1980», Russeth Xoyón.
«A ellos expresamos nuestro completo apoyo y protección. No están solos; su lucha es también la nuestra», respuesta de la Secretaría de Comunicación de la Presidencia.
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No todos los exilios de Semilla se viven igual

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Autoría: Ferdy Montepeque
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Los silencios tienen tantas interpretaciones como las gargantas que no se callan. Los silencios tienen porqués y con el tiempo pueden convertirse en memoria, la memoria de lo que no se dijo. Russeth Xoyón y Néstor Cardona, dos integrantes del partido Semilla que hace siete meses partieron al exilio en silencio, hoy deciden hablar y pedir condiciones para retornar pronto a Guatemala, para lo cual este gobierno, al que ayudaron a llegar al poder, se dice con las manos atadas.

La primera vez que Russeth Xoyón salió de Guatemala lo hizo en contra de su voluntad.

Cruzó la frontera con una mochila llena de ropa básica para unos días y algunos billetes en la bolsa del pantalón. Se conducía sin saber dónde dormiría esa noche ni cuándo volvería. Solo tenía en la mente las alertas, no confirmadas, de que el Ministerio Público (MP) pediría su captura.

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Dos años después, un día de febrero de 2025, el destierro pegó de nuevo, pero esta vez con más fuerza. Cuando Russeth decidió abandonar el país fue una mañana en la que todo parecía normal. Tomó un autobús, compró un café y caminó unas cuadras a su lugar de trabajo, abrió la computadora y empezó la jornada. Unas horas después recibió una llamada del equipo legal de Semilla anunciando lo que parecía inevitable: había una posible órden de captura en su contra. La tarde transcurrió entre llamadas y coordinaciones para ponerse a salvo y dejar Guatemala.

El día de la segunda salida de Russeth, a las 11:00 de la mañana, Néstor Cardona abandonó una reunión en el Ministerio de Salud, donde trabajaba como director de auditoría desde 2024. Le entregaron un papel en el que lo citaban de urgencia a una oficina particular del centro de la capital. Se marchó deprisa, llevaba consigo un maletín de mano con papeles y una computadora portátil.

En la oficina le informaron que su situación era de riesgo y que empeoraría si permanecía en Guatemala. Lo que ocurriría después ya lo había ensayado mentalmente desde hacía meses: de repente se vería obligado a salir del país porque un proceso penal no le daría garantías de justicia.

Un familiar le llevó una pequeña maleta con ropa para cinco días. Al final de la tarde habló tres minutos por teléfono con su esposa, a quien no miraba con frecuencia porque en esos días no dormía en su casa, y le soltó en seco: «Mirá, la situación se puso conflictiva y voy para afuera». No tenía idea de dónde exactamente era «afuera», pero en ese momento no veía opciones.

Avisó a dos de sus cuatro hijos. Preferían verlo en el exilio que tras las rejas. En la madrugada del día siguiente, Néstor llegó a un hotel de paso en otro país donde solo durmió un par de horas.

El insomnio siguió durante semanas.  

***

Russeth y Néstor hacen parte de la oleada de exiliados que huyen del abuso de jueces y fiscales, convertidos en Guatemala en el rostro más evidente del poder real.

Ambos fueron piezas importantes en la conformación del Movimiento Semilla desde sus inicios, un trabajo que les acarreó órdenes de captura y ser declarados «en rebeldía» por el juez Séptimo, Fredy Orellana, por las presuntas ilegalidades en la creación del partido y en sus finanzas. Junto a ellos, otros tres colaboradores de Semilla también se encuentran «en rebeldía».

Mientras Bernardo Arévalo nada contracorriente entre tiburones para mantener a flote su gobierno, y se resigna a no remover a Porras, el país expulsa a más personas. Incluso del partido que lo llevó a la presidencia.

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La cooptación del poder judicial mata la esperanza de quienes vieron en Arévalo una ventana para regresar a Guatemala.

Los exiliados dejan atrás sus familias, amistades, trabajos, los espacios donde desarrollaron su sentido de pertenencia; sus vidas.

***

Perseguido por la G-2, perseguido por el MP

Néstor Augusto Cardona Castillo es contador público y auditor, con una maestría en Administración Financiera, además de posgrados y diplomados en tributación y administración de finanzas.

Su firma aparece junto a la de Bernardo Arévalo, el actual presidente de la República, en los reportes que Semilla entregó periódicamente al Tribunal Supremo Electoral (TSE). Pero las diferencias entre la situación de uno y otro, hoy son abismales.

Desde 2017 se integró al grupo que se dispuso formar el Movimiento Semilla, a donde llegó sin ninguna recomendación y con el interés de integrar una organización política que ofrecía ser distinta.

La de febrero de 2025 no fue la primera vez que Néstor dejó atrás su hogar por seguridad ni la primera que durante sus 63 años de vida encaró escollos alejado de su familia.

En su adolescencia, se vio forzado a soltarse de su mamá y sus abuelos maternos, quienes lo criaron hasta entonces. Creció lejos de su padre biológico, por eso suele usar solo el apellido de su madre, Castillo, como una forma de homenaje a su figura.

A finales de los setenta, Néstor debió salir de su natal Huehuetenango por temor a que la represión del Estado lo alcanzara.

Entonces los militares reclutaban jóvenes a la fuerza, pero si comprobaban que eran estudiantes podían ser liberados de los cuarteles.

«Después de estar en esas crisis, por así decirlo, de ir a exigir la devolución de los compañeros estudiantes a la base militar, ya había rumores de que la G-2 nos estaba buscando en Huehuetenango. Entonces, el hermano Martín me hizo el favor de gestionar para que yo me trasladara a La Antigua. Entonces, solo hice sexto año en Antigua», recuerda.

Sus estudios de perito contador los terminó en La Antigua Guatemala, a donde huyó por la amenaza de ser capturado en Huehuetenango.

El clima de terror de más de tres décadas que vivió Guatemala durante el conflicto armado interno, apenas empezaba. Así relata Néstor uno de los momentos que más marcaron su vida, cuando a dos excompañeros de la secundaria los asesinaron por su presunta vinculación con organizaciones subversivas:

«Justo en el 81, yo ya trabajando o buscando trabajo en Guatemala, me entero de que aparecieron bajo el puente de Mixco, al final de la Roosevelt (donde) empiezan las curvas. Ahí aparecieron tirados los cadáveres en la madrugada y perforados con acetileno, o sea, nunca nos imaginamos que iba a pasar esa situación. Y creo que eso me cambió bastante la mentalidad y justo cuando llega Ríos Montt, yo nunca lo expresé públicamente, pero me convertí en un acérrimo opositor… Además de que era huehueteco, entonces me desagradó mucho sus actitudes como jefe de Estado y todos los daños colaterales que le causó al país».

Desde entonces, al joven Néstor lo engulló la cultura de silencio que en esos años era una ley no escrita. Los trabajos eran escasos lejos del área metropolitana y en Huehuetenango no había opción para estudiar lo que le gustaba, así que se alojó en una casa de huéspedes de la capital.  Entre 1981 y 1998 trabajó para empresas privadas, primero como auxiliar contable y más tarde como gerente.  

Estudió economía en la Universidad de San Carlos de Guatemala (Usac) en dos etapas y en una de estas conoció a quien se convirtió en su esposa, la madre de sus cuatro hijos. Ella también era estudiante de la Usac, pero de psicología.

Néstor también vio de cerca la violencia estatal de la que fueron víctimas los estudiantes de la universidad pública. La Facultad de Ciencias Económicas era fuente de ideas revolucionarias, ahí el riesgo aumentaba.

«Yo viví esa crisis de salir corriendo cuando tomaban los edificios, o decían que iba a entrar el Ejército. Salíamos corriendo de la universidad a las 7:00 de la noche hasta la Aguilar Batres o la Petapa para escondernos. Yo viví esa psicosis de persecución que creó el Ejército contra la Universidad».  

Aunque en la primera etapa de estudios en la Usac, a principios de los ochenta, Néstor se mantuvo al margen de alguna participación política, en la década siguiente se involucró en la asociación de estudiantes y se gestó en él la idea de ser más activo en la sociedad.

El siguiente paso era un partido político, pero nunca encontró uno que se saliera del molde.

Cuando a Néstor le empezaba a nacer el interés de involucrarse en política, Russeth nacía en Chimaltenango, el 4 de febrero de 1990. Sus padres se conocieron cuando ambos trabajaban en una cooperativa agrícola y de créditos, ella era secretaria y él, contador. La familia priorizó siempre darle la mejor educación a sus hijos y por ese motivo, desde preprimaria Russeth viajaba todos los días de Chimaltenango hasta la Ciudad de Guatemala para estudiar en un colegio privado. Fue en esos viajes de carretera que empezó a nacer su conciencia social.

«Recuerdo ir y regresar de estudiar y ver el contraste social de cómo vivían las personas, había mucha desigualdad, eso me moldeó», dice. Su curiosidad se alimentó más cuando a los 13 años fue parte de un proceso de formación de facilitadores culturales en Antigua Guatemala, en El Sitio, centro entonces dirigido por Ana María Moreno, psicóloga y esposa del académico Edelberto Torres Rivas, fundador del grupo Movimiento Semilla.

La última década turbulenta

Hay eventos importantes de la historia reciente de Guatemala que se entienden mejor en décadas: los años de la Revolución del 44, el genocidio de los años ochenta como la máxima expresión del racismo; el lapso entre el retorno de los gobiernos civiles y la firma de los Acuerdos de Paz; y lo más reciente: el aniversario de la serie de hechos que significaron un nuevo punto de inflexión en el espectro político, 2015.   

La relación de Russeth con el Movimiento Semilla empezó un año después, a 54 kilómetros de la capital, en Chimaltenango. Cuando la invitaron a integrar el grupo promotor que más adelante se convertiría en partido. Tenía 26 años.

Estaba familiarizada con el proyecto por conversaciones con Ana María Moreno. Desde la adolescencia fue su tutora, y en una especie de madre y abuela que la motivaba a seguir estudiando y aportando al país.

«Ella era muy entregada a los temas sociales, a la lucha por los derechos humanos y mi vinculación fue a través de ella. Me compartió información del Movimiento Semilla y cuando fue todo el estallido de (Otto) Pérez Molina (2015) fue ella quien me invitó a participar un poco más de lleno», cuenta.

En 2016, Russeth participó en la asamblea del grupo promotor y fue una de las personas que firmó el acta inicial como representante de Chimaltenango. Luego integró el comité para la constitución del partido y coordinó a los integrantes de la organización en el departamento. Fue parte de la comisión de finanzas y así se convirtió en la primera contadora de Semilla.

«Yo puse al día todos los documentos, también recolecté firmas para la formación del partido y en algún momento me tocó ingresar las hojas de adhesión al software del TSE», relata.

Por este trabajo su firma quedó estampada en los papeles que le dieron vida a Semilla. Después de la inscripción en el TSE, se volvió parte del Comité Ejecutivo Nacional del partido.

En 2019 se retiró temporalmente de la organización por trabajo. Volvió en 2022 y un año más tarde fue nombrada candidata a diputada por el distrito de Chimaltenango.

En ese tiempo, la familia de Russeth estaba preocupada por su involucramiento en el partido. Entre su seres queridos hay antecedentes de violencia política.

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«Un tío de mi padre, Joselino Xoyón, fue el primer alcalde indígena de Chimaltenango y fue asesinado en 1980», cuenta Russeth. Según la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH), Xoyón, quien era profesor universitario y cofundador del Frente Indígena Nacional, fue asesinado por miembros del ejército de Guatemala.

La preocupación por que la historia se repitiera corría en la sangre de la familia.

«Recordate que tenemos un familiar asesinado por involucrarse en la política», le decía su padre. Ella seguía motivada por la esperanza de cambiar la realidad de Chimaltenango a través de su trabajo político y social.

Lo que ocurrió en 2015 en Guatemala, cuando la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (Cicig) y el anterior MP llevaron ante la justicia a redes de políticos, empresarios, jueces y abogados acusados de corrupción, fue determinante en las vidas de Russeth y Néstor. También del Movimiento Semilla, que en esa época pasó de ser un centro de pensamiento a empezar el camino para convertirse en partido político.

Para Néstor, el recuerdo de 2015 es entrañable. Lo vincula con sus convicciones y sus seres más queridos. Aunque en esos meses vivía fuera de Guatemala por trabajo, seguía de cerca lo que ocurría en su país. Al retornar, se decidió a concretar la idea que le nació en sus años de universitario.

«Nunca me involucré en ningún partido hasta que aparecieron las publicaciones de 2015, que mis hijas ya siendo estudiantes de la facultad de Ciencias Químicas y Farmacia y otra mi hija en Veterinaria, las vi ahí caminando en las convocatorias a las marchas que hizo la universidad y ahí supe que existía Samuel Pérez Álvarez. Y justo en esos años yo trabajaba en Nicaragua y al regresar en el 2017… bueno, sí me involucré en averiguar qué hacía Samuel, quiénes eran, qué estaban haciendo o qué querían hacer. Escuché varias pláticas de Edelberto (Torres-Rivas), también de (Alberto) Fuentes Knight, asistí a un diplomado en tributación directa en Centroamérica, que fue impartido en Flacso y ahí los conocí, justo ellos eran parte del grupo de Samuel (Pérez)».

Néstor dice que lo atrajo la intelectualidad que entonces gravitaba en torno a Semilla. Le pareció que eso daba credibilidad al movimiento. Le generó tanta confianza que la noche de un viernes de abril de 2017 decidió que al día siguiente asistiría a una reunión del partido en formación.

En el evento solo un par de manos se ofrecieron para encargarse de las finanzas de la organización. Una fue la de Néstor:

«Cuando se forma un partido político hay cuatro secretarías principales: adhesiones, organización, formación política y finanzas. Entonces, para las tres iniciales sobraban las manos en esa reunión. Había cinco, seis, ocho, 10, 15 personas apuntándose. Cuando dijeron “¡finanzas!”, nadie levantaba la mano. Entonces dos personas levantamos la mano: la licenciada Iliana Cordón Castillo, quien es una socióloga con mucha experiencia a nivel local e internacional y trabajo de campo, y su servidor levantamos la mano».

En adelante se convirtió en el encargado de la fiscalización del partido. Pero pronto descubriría que este trabajo, a sus casi 60 años, significaría muchos riesgos, diferencias con su familia y ninguna paga.

Néstor lo recuerda con la parsimonia que dan los años, en los que se superan múltiples tropiezos, después de los cuales las emociones suelen llevarse solo por dentro. Aunque esta etapa le acarreó diferencias con su familia, en todo momento habla sosegado, sin inmutarse:

«A mí no me pagaron nada y tampoco me tomaron en cuenta para una remuneración. Yo estuve varios meses sin trabajo, solamente estuve prestando servicios profesionales con una firma de abogados, subcontratado, y prácticamente dedicaba fines de semana, en la noche, en la madrugada y eso es lo que mi esposa y mi familia me cuestiona».

Hay factores poco conocidos de los partidos políticos y más si se trata de los integrantes lejos del círculo de los dirigentes. Para el sistema financiero, los integrantes de partidos políticos son Personas Expuestas Políticamente (PEP) y sus perfiles son clasificados como «riesgosos» aunque no todos tengan el mismo rango ni responsabilidad.

Los titulares de prensa, a menudo, se suelen inundar con los nombres de los secretarios y dirigentes de partidos políticos, muchas veces salpicados por casos de corrupción. Hay otras personas que no son mediáticas y que su situación llega a ser precaria.  

«Pero definitivamente durante 2021 y 2023, todas las aplicaciones que yo hacía, laborales, en Computrabajo, en las firmas de reclutamiento de personal independientes, prácticamente yo no era elegible porque estaba tipificado como persona expuesta políticamente. Los pocos trabajos que conseguí después fueron bien difíciles».

Néstor combinó trabajos para agenciarse de fondos, con sus responsabilidades como encargado de la fiscalización de Semilla desde 2019.

Su vida, junto con la del partido se vio abrumada por la serie de casos que inició el MP de Consuelo Porras cuando pasó lo que no estaba en los pronósticos de ningún sector: en 2023, el Movimiento Semilla pasó a segunda vuelta electoral y se enfilaba a ganar la presidencia contra Sandra Torres, una rival que sí era predecible.

Lo que estaba por venir no sería dulce para el partido Semilla. En su discurso ofrecía una nueva primavera democrática, aunque en realidad padecería un vendaval político.  

Sembrar el miedo

A mediados de julio de 2023, después de tres semanas de la primera vuelta electoral, la organización recibió un aviso sobre posibles órdenes de captura contra personas que cinco años antes integraron el comité que fue el germen del partido político.

En medio de la incertidumbre y el inicio de la campaña para la segunda vuelta, Russeth Xoyón salió por primera vez de Guatemala, como prevención ante su posible captura que siempre consideró ilegal.

«Entre saber si era cierto o no el peligro, decidí salir del país», cuenta. Su primer destino fue El Salvador, luego España porque durante su primer exilio ganó una beca a la que aplicó meses antes.

En los 18 meses siguientes, la zozobra fue una constante dentro de Semilla. Recibían reiterados avisos de posibles allanamientos en los que intentarían capturar a sus integrantes.

Las advertencias se cumplirían a cuentagotas, a medida que el MP apretara el acelerador de los casos.

Además, la Fiscalía había logrado que el tribunal electoral suspendiera al partido. Entre julio y octubre ejecutó cuatro allanamientos que incluyeron hechos inéditos como el secuestro de actas electorales o la revisión de papeletas a manos de fiscales. Esto último consta en videos difundidos en redes sociales.   

Cuando el MP arreció los casos contra el partido ganador de la contienda presidencial adoptó el eslogan «fuerte y firme».

Las acciones de la Fiscalía significaban peligro para muchos de los miembros de Semilla.

«Esa parte no la pasé tan dura porque tenía la esperanza de regresar a Guatemala, que se iba a ganar la segunda vuelta porque se estaba trabajando para hacerlo y pensé que iba a ser por poco tiempo», relata.

Una diapositiva, primer aviso

El 8 de diciembre de 2023, la Feci expuso ante la prensa las tres fases en las que dividió el caso que llamó Corrupción Semilla. Ese día el fiscal Rafael Curruchiche aseguró que las elecciones generales «deberían anularse».

La Fiscalía anunció antejuicios contra Bernardo Arévalo, Samuel Pérez y Ligia Hernández por su presunta responsabilidad en el caso. En ese momento, los tres eran diputados.

Pero hubo un dato que intrigó a quienes formaron parte del órgano de fiscalización y del grupo promotor de Semilla: en una de las diapositivas que el MP usó para difundir el proceso aparecían sus nombres. Más dudas los embargaron, ¿existía una orden de captura o serían citados a declarar en la investigación?

Ese mismo día, Russeth volvía a Guatemala tras su primera salida. El país estaba en paro nacional y las autoridades indígenas dirigían un plantón frente al MP para asegurar que el entonces presidente Alejandro Giammattei entregara el mando al gobernante electo, Bernardo Arévalo.

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Aunque intentó volver de forma discreta, cuando bajó del avión y activó los datos en su teléfono, descubrió que la amenaza era latente. Ese 8 de diciembre, el MP también acusó a Semilla y empleados del TSE de alterar los resultados electorales.

Todavía no salía del aeropuerto cuando Russeth tuvo que hacer llamadas para —de nuevo— no dormir en su casa por temor a ser detenida.

La tensión de 2023 bajó un poco cuando Arévalo finalmente tomó posesión como presidente, la madrugada del  15 de enero de 2024. Russeth estaba entre los cientos de personas que estuvieron en vela en la Plaza de la Constitución esperando el primer discurso del gobernante electo con el partido para el que ella trabajó.

Russeth respiró hondo. Tenía una plaza como asesora en el Congreso y el respaldo del partido. Sin embargo, el MP seguía tras los pasos de Semilla.

«La verdad me relajé mucho, demasiado, yo tenía un ofrecimiento de trabajo y quizás el panorama era diferente, se miraba que la situación no iba a pasar a mayores, que íbamos a estar libres y que no nos iban a perseguir», dice desde el exilio.

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Ligia Hernández, momento crítico

La captura de la exdiputada de Semilla, Ligia Hernández, el 13 de agosto de 2024, supuso un nuevo punto complicado para el partido oficialista.

Tres meses después de su detención por financiamiento electoral no registrado, Hernández aceptó los cargos que le imputó la Feci, un caso del que se desconocen detalles porque se mantiene bajo reserva judicial.

La decisión de la exdiputada generó molestias en una parte de la organización, aunque otra de las facciones la interpretó como una respuesta natural ante la inacción de la dirigencia para luchar por un proceso justo. También fue crítica porque, a finales de 2024, el juez Séptimo Fredy Orellana se basó en la aceptación de Hernández para ordenar la cancelación de Semilla.

Cuando la exdiputada Hernández fue capturada, de nuevo las alertas se propagaron en todo el partido.  

A partir de esta detención —la primera de un integrante de Semilla—, Néstor empezó a salir antes de las 6:00 de la mañana de su casa y a tomar más precauciones.  

A pesar de que no se conocen interioridades del caso contra Hernández, en diciembre de 2023 el MP ya había hecho públicas algunas acusaciones por supuestos malos manejos en las finanzas de Semilla, sobre lo cual Néstor opina que no hay fundamentos: 

«Esta es una persecución espuria y malintencionada del juzgado de Orellana que la agarró contra la organización. Entonces, estoy 100% seguro de que esta acusación de financiamiento electoral no reportado es totalmente ilegal y ellos están viendo quién la paga y tiene que terminarse en algún momento».

Russeht tampoco la pasaba bien por esos días, «¿dónde estás? Salí de allí, no duermas en tu casa», le decían.  «Siempre se agradecen las alertas, pero era muy desgastante», asegura.

El día de la captura de Ligia Hernández, Russeht empacó una maleta con lo necesario para irse de Guatemala en un momento que aún no tenía claro.

Durante los meses siguientes, más personas vinculadas al partido serían procesadas. Primero Wuillian Capriel, exsecretario de Finanzas de Semilla y luego Eduardo Masaya, abogado y notario que firmó documentos para inscribir a la organización. La captura de Russeth parecía inminente.

Wuillian Capriel, una deducción

El 30 de agosto de 2024, el juez Fredy Orellana procesó al subsecretario de la Secretaría Privada de la Presidencia, Wuillian Oswaldo Capriel Coloch, por financiamiento electoral no registrado y fiscalización electoral de fondos en el caso Corrupción Semilla.

Capriel Coloch fue uno de los secretarios de Finanzas del partido, era quien certificaba los informes financieros que entregaban al TSE. Su nombre también se leía en aquella diapositiva que el MP presentó en diciembre de 2023 para exponer el caso contra Semilla.

Estas fueron las premisas con las que los integrantes de la organización concluyeron que, si sus nombres figuraban en la presentación de la Feci, también habría orden de aprehensión contra ellos y que, aunque se presentaran ante el juez como lo hizo Capriel Coloch, también irían a prisión como él.

Néstor sabía que después de la detención de Capriel Coloch, las cosas empeorarían para él, pues su firma también aparece en los documentos financieros del partido:

«Él era el secretario de finanzas, su servidor y él fuimos los únicos reelectos del Consejo Ejecutivo Nacional. Algunos miembros del partido nos ven como parte del Comité Ejecutivo Nacional y otros nos ven solo como los contadores, o los que llevan los números o los que se comprometieron a firmar los documentos, porque, lamentablemente en los partidos quienes firman son los que asumen la responsabilidad y los demás únicamente van paralelos, a ver qué pueden hacer por la organización».

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Eduardo Masaya, la implosión  

La serie de capturas, allanamientos y avisos de posibles operativos para ejecutar más capturas que se iniciaron desde que el Movimiento Semilla pasó a segunda vuelta electoral activaron el mecanismo de una bomba de tiempo que, para Russeth y Néstor, detonó el 29 de enero de 2025, cuando la PNC detuvo a Eduardo Masaya, también acusado por la Feci en el caso Corrupción Semilla.

La captura del abogado se ejecutó una semana antes de las votaciones para elegir nueva junta directiva y tribunal de honor del Colegio de Abogados y Notarios de Guatemala (Cang), proceso en el cual Masaya se postuló como candidato a prosecretario de la directiva.

Este hecho tuvo una connotación diferente: las elecciones en el Cang daban dos de las 15 sillas en la comisión postuladora que en 2026 deberá nominar a seis candidatos a fiscal general del MP.

El 14 de febrero, tras la detención de Masaya, la planilla que él integraba, Unidad por la Justicia, ganó la junta directiva del Cang.

Las alertas dentro del partido se activaron al máximo. Néstor lo tenía claro: el momento del exilio se escuchaba muy cerca.

«La captura de Masaya también ya nos había puesto en alerta y entonces se tomó la decisión de mejor salir porque había demasiado riesgo no solo de la situación complicada de estar detenido, el trato o el maltrato interno más el riesgo para la organización, entonces pues yo tenía que aceptar mi responsabilidad en ese sentido y le repito: la convicción y el compromiso con la organización creo que me hizo aceptar la situación».

Russeth y Néstor, el día cero  

La tercera semana de febrero de 2025 Russeth salió al exilio por segunda vez. Lo hizo con menos certeza o esperanza de volver pronto.

Aplicó a un proceso de refugio en otro país, por motivos humanitarios y de persecución política. Recibió un permiso de residencia permanente, lo que también le garantiza que, aunque un juez la declaró «en rebeldía» y solicitó su captura internacional —como a Néstor y otras tres personas— no podrá ser extraditada, pues tiene garantías de protección.

En todo el caos de dejar una vida atrás hay un silencio que pesa sobre Russeth. El gobierno de Arévalo, el partido Semilla y sus diputados no se pronunciaron, ni públicamente ni en privado sobre la situación de los declarados «en rebeldía», y pese a que la diputada electa por Semilla, Andrea Reyes, era su abogada, el contacto se perdió.

«Nosotros también fuimos parte de la gente que le dio vida al partido, creímos en la gente que estaba en su momento conformando el partido [...]. La falta de empatía con esto terminó siendo real, quizás no directamente de Bernardo (Arévalo) pero sí de algunas otras personas que estaban en el CEN (Comité Ejecutivo Nacional) que en su momento nosotros pensamos que nos podrían apoyar de alguna forma», dice.

Al hablar de su situación actual a Russeth le tiembla la voz y se toma un momento para respirar.

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«Nadie comprende el exilio hasta que lo vive y perdón que me quiebre, es un poco reciente y me duele. Está por demás decir que acarrear problemas de salud mental, económicos, adaptación a otra forma de vida, las barreras culturales; es difícil superar los exilios, es un proceso multifacético».

La madrugada en la que se concretó su primer exilio, Néstor guardó silencio en todo el trayecto. Por momentos era él contra sus pensamientos en los que recordaba la vida que recién dejaba atrás.

«Incómodo porque ya lo habíamos previsto, lo habíamos hablado, pero no es lo mismo hablar, al momento en que ya se ejecuta y lo que más me incomodaba era salir por una decisión que yo no estaba de acuerdo. Fue una noche de tránsito larga en un vehículo particular… pernoctar dos horas en un hotel de carretera y de repente estar como a las 10:00 de la mañana en una ciudad lejana de Guatemala», recuerda.

La conversación de tres minutos que había tenido con su esposa esa tarde no fue fácil. Entre él y su familia hubo constantes rencillas por su involucramiento en el partido y por el peligro que eso significaba. Por lo que estaba pasando en ese momento era la concreción de las advertencias:       

«Mi esposa durante tres meses no me llamó estando yo fuera. Fueron meses difíciles de insomnio y de ir tratando de entender el problema y aceptarlo, pero era precisamente porque ella, mi hijo varón y mi hija abogada me exigieron que yo renunciara antes de la elección del 2023».

Salvador Batz, confirmación

El 27 de febrero de 2025, una semana después de que Russeth y Néstor iniciaran su exilio, la PNC capturó en Totonicapán a Salvador Noé Batz Chuc, el primer secretario de Finanzas de Semilla. Cuatro días después de su captura, Batz aceptó los cargos de financiamiento electoral no registrado y de la fiscalización electoral de fondos que le imputó el MP.

Para Russeth y Néstor, esta captura les confirmaba el peligro que corrían en Guatemala y que el exilio, aunque doliera, había sido su mejor decisión.

Tres meses después, en mayo, serían declarados «en rebeldía» por el juez Fredy Orellana. Ambos señalan que nunca se cumplió el proceso jurídico-administrativo de notificarles en su domicilio o lugar de trabajo una orden de detención.

La figura legal de rebeldía se aplica a las personas que no han comparecido ante un juez después de ser citadas o procesadas. Pero ninguna de estas dos situaciones ocurrieron, según Néstor.

«No existe ningún aviso confirmado de que lo haya recibido yo, mi familia, un hermano, un primo ni alguna notificación puesta en la puerta de la casa, ni de Wuillian ni mía, donde nos notificaran que teníamos un problema legal y que debíamos presentarnos al Ministerio Público. No hay prueba».

Raíces, algo se rompió  

El anuncio de un nuevo partido político dentro de Semilla, en mayo de 2025, fue un punto de quiebre en las filas oficialistas. Ensanchó la grieta que se formó en el partido desde el primer año de gobierno e hizo evidentes las pugnas y descoordinaciones internas.

En agosto, un grupo de diputados de Semilla y Raíces se reunió con Russeth y Néstor, quienes plasmaron su necesidad de apoyo y las preocupaciones sobre su situación. Según Russeth, la bancada se comprometió a darle seguimiento a su caso y asignar a otro abogado.

Russeth asegura que decidió hacer pública su historia para que se sepa que hay exiliados del partido oficialista y el gobierno sabe quiénes son.

«Lo único que pedimos es que existan condiciones para que nosotros podamos volver y podamos hacerlo pronto», dice.

Las consecuencias de la ruptura pegan más fuerte en los ausentes. Su desconocimiento de las decisiones dentro del deteriorado Semilla refleja al menos dos cuestiones: que la separación la determinó un reducido grupo y que algunos exiliados están en el fondo… olvidados. Invisibles.

La Secretaría de Comunicación Social de la Presidencia, encargada de la vocería de Arévalo, respondió a Plaza Pública que conoce la situación de Russeth y Néstor y dijo que el partido Semilla está en coordinación para apoyarlos.

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«A ellos expresamos nuestro completo apoyo y protección. No están solos; su lucha es también la nuestra. Se mantiene comunicación permanente con ellos, ofreciendo respaldo y solidaridad en estos momentos», afirmaron.

Sin embargo, esta respuesta contradice a la que dio la Comisión Presidencial por la Paz y los Derechos Humanos (Copadeh), que al inicio del gobierno de Arévalo anunció que buscaba una vía para que las personas exiliadas políticas pudieran regresar a Guatemala.

«Como Copadeh no sostenemos comunicación (con Xoyón y Cardona)», respondió la institución y agregó que en el caso de las personas que no cuentan con medidas cautelares de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos «el retorno depende exclusivamente del sistema de justicia penal, especialmente en aquellos casos donde las personas tienen orden de captura en su contra. El gobierno tiene una limitación con este grupo de personas».

La diputada y abogada de Semilla, Andrea Reyes, indicó que desde que giraron las órdenes de captura contra la excandidata Cinthya Rojas y Jaime Gudiel en 2023 -quienes colaboraron con la conformación del partido-, se empezaron a tomar medidas de protección para los integrantes de la organización. Al momento del exilio de Russeth y Néstor se comunicaron con ambos para expresarles su apoyo. Aseguró que han estado en constante comunicación con los integrantes del partido y con toda la comunidad guatemalteca exiliada. 

En condiciones para el retorno de los desterrados, actualmente, no se puede pensar, dijo Reyes: 

«Mientras el Organismo Judicial siga sosteniendo que Fredy Orellana lleve el caso Semilla no hay mucho más que se pueda hacer. Así mismo, mocionamos siete veces la reforma al artículo 14 (de la Ley Orgánica) del Ministerio Público, pero no recibimos apoyo del Congreso, por lo que en este momento mientras ambas condiciones no cambien no podemos pensar que existan condiciones para su retorno». 

***

Russeth y Néstor cuentan desde hace un mes con un documento que los acredita como residentes permanentes en otro país.

Esperan que su exilio no sea para siempre, piden condiciones para volver y se mantienen pendientes de lo que pasa en Guatemala, sobre todo de lo que pueda ocurrir en 2026, con las múltiples elecciones de segundo grado. Entre estas, esperan el nombramiento de una persona diferente a Consuelo Porras al mando del MP.

Pese a que involucrarse en política cambió su vida, ella dice que no se arrepiente:

«Es algo que volvería a hacer, yo no me arrepiento… perdón, me quiebro un poco, no me arrepiento de haber formado parte del partido, creímos mucho, tuvimos esperanza y la seguimos teniendo. En mi caso lo volvería a hacer porque sí creo que se pueden hacer cosas por Guatemala. Ambos somos inocentes, no cometimos ningún delito, nos mantenemos sostenidos por el amor de la familia y amigos, y tantas personas que viven en Guatemala».

En medio de la constante adaptación a una nueva vida, los últimos días le han traído a Néstor algunas buenas noticias. A finales de junio cumplió 63 años en el exilio y en esa fecha aprovechó para hablar de nuevo con su esposa tras meses sin hacerlo.

«Hubo muchos cumpleaños que los celebré fuera, pero este en particular, en primera instancia porque la situación estaba bastante complicada con mi esposa, muy alejados en esos meses, precisamente por la reacción que ella tuvo después de tener que salir y yo que también no atendí las recomendaciones de los hijos y de ella de que renunciara al partido».

Néstor se mantiene firme, estudia su caso y cuando puede se ejercita para mantenerse activo y levantar los ánimos. La vida en el exilio trae dificultades, desde limitantes para contratar una vivienda por sus condiciones legales hasta cuentas bancarias embargadas; en el caso de Néstor, esto último le impide acceder a la jubilación que el seguro social le deposita desde agosto de 2024.

Dice que entre sus opciones no está la de aceptar cargos dentro del proceso penal que se vio involucrado y, al igual que Russeth, espera retomar pronto su vida en Guatemala.

«Yo creo que este exilio no es como el que ocurrió en los 80, de que las personas se iban y nunca más regresaron, y yo tampoco voy a esperar que ellos me sigan acusando por algo que no tiene fundamento».

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