Tal como reflejó en su cuento “Funes el memorioso”. Sin embargo, reconocía su incapacidad para abarcar las complejidades del mundo. Como un Fausto moderno, que conocía toda la sabiduría a su disposición, seguía sin poder responderse el cómo ser feliz.
Cuando veo a alguien que no duda me da miedo y envidia al mismo tiempo. Por un lado, me digo, qué impresionante, cómo maneja la situación, ojalá yo tuviera su capacidad para poder ser más seguro en todo lo que hago. Por otro lado pienso, ...
Tal como reflejó en su cuento “Funes el memorioso”. Sin embargo, reconocía su incapacidad para abarcar las complejidades del mundo. Como un Fausto moderno, que conocía toda la sabiduría a su disposición, seguía sin poder responderse el cómo ser feliz.
Cuando veo a alguien que no duda me da miedo y envidia al mismo tiempo. Por un lado, me digo, qué impresionante, cómo maneja la situación, ojalá yo tuviera su capacidad para poder ser más seguro en todo lo que hago. Por otro lado pienso, tanta seguridad, tanta prepotencia, se me hace petulante. Conociendo mi contexto, incluso, en muchos casos, a las personas que actúan con tanta seguridad, me temo que lo hacen más por ignorancia, inmadurez compensada simple insensatez mal intencionada. La realidad suele confirmar mis temores y los seguros terminan siendo estafadores, que, tristemente, en la mayoría de los casos, consiguen convencer a ese gran grupo de incautos que somos el resto de la humanidad.
Para obtener certezas solo hay un camino, el de la ciencia. No porque lo diga yo, sino porque es algo de sobras conocido. Para saber cuál es la distancia más corta entre dos puntos, cuál es la forma más segura de reparar un corazón o qué es lo que se debe hacer para que un puente no se caiga, la ciencia tiene las respuestas. El método científico basado en la experimentación y la aplicación de la lógica. Algo que se ve muy claro en las matemáticas, la medicina y la física, pero que no resulta tan fácil de asimilar cuando se habla de ciencias sociales. Ya que la aplicación de la voluntad humana da al traste a todo método experimental que pretendamos aplicarle.
Pero no es tan así. Con el hombre, y con el conjunto social al cual pertenece, también se puede aplicar normas y leyes constantes y resistentes a la incertidumbre de la voluntad. Leyes basadas en la experimentación y la lógica, que permiten obtener mejores resultados bajo las mismas condiciones naturales. Estas leyes se adquieren tras un sostenido estudio de las complejas realidades que constituyen el hábitat natural del individuo. Un estudio que pasa por la asimilación de teorías, que solo el ámbito de la cultura académica puede impartir. Lejos de cualquier aprendizaje práctico, el ámbito de lo científico se adquiere con el conocimiento teórico del saber, transmitido a través de la formulación académica. Un saber que el futuro profesional adquiere en los centros de estudio universitarios.
El papel de las universidades en la búsqueda de las certezas humanas es fundamental. La inoperancia del conocimiento práctico sin fundamento científico es uno de los mayores males de nuestro tiempo. No es posible creer que alguien va saber distinguir lo falso de lo verdadero por el simple hecho de poder utilizar una máquina de vídeo, poder usar el buscador Google o hacer una presentación en Power Point. La búsqueda de la certeza es una tarea propia de la ciencia. Solo la práctica fundamentada en el conocimiento aporta certeza a los trabajos profesionales.
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