El juicio sin fin
El juicio sin fin
El juicio por genocidio se parece cada vez menos a un juicio por genocidio y más a un largometraje de ciencia ficción apareado con la jugada de ajedrez más larga de la historia.
En una audiencia más, el martes 25 de agosto, se reunieron las partes para escuchar a la jueza María Eugenia Castellanos que definiría si se realiza un juicio para la aplicación exclusiva de medidas de seguridad y corrección. Fue aceptado como válido el diagnóstico en el que Efraín Ríos Montt, acusado por el delito de genocidio y deberes a la humanidad, padece de demencia vascular mixta y está incapacitado para enfrentar un juicio penal.
Es decir, es muy posible que Efraín Ríos Montt, acusado por el delito de genocidio nunca más volverá a escuchar a las víctimas que lo acusan; y es porbable que esas víctimas nunca más vayan a decir publicamente lo que les sucedió.
La primera parte de la audiencia, en una sala poco concurrida —con toda la atención mediática concentrada un nivel abajo, el 14 de tribunales, donde se decidía si se ligaba a proceso a la exvicepresidenta Roxana Baldetti— el tribunal resolvió que el acusado Ríos Montt se enfrentaría a un juicio para la aplicación exclusiva de seguridad que implica que el acusado no está obligado a asistir al debate, y que lo debe representar un tutor —en este caso se nombró a los abogados defensore—, que se realiza a puerta cerrada y donde no hay una sentencia penal. La resolución incluía el voto razonado de la jueza Sara Yoc Yoc. Pero a la vez indicaba que no se detenía la persecución penal, y se llevaría el proceso ordinario. Esto porque hay otro acusado: José Mauricio Rodríguez Sánchez quien fue declarado inocente en condena emitida por la jueza Yassmín Barrios el 10 de mayo de 2013, y que luego fue anulado por la Corte de Constitucionalidad. Entonces, el acusado Rodríguez Sánchez está habilitado para someterse a la repetición del juicio penal. Según la resolución se estarían promoviendo dos procesos para ambos acusados (aunque el de medidas de seguridad sea con representantes).
Luego de la resolución de Castellanos, las partes impugnaron: Cada uno por motivos distintos: la defensa de Ríos considera inadmisible que se lleven dos procesos en paralelo, “no se pueden llevar dos juicios a la vez. Los juicios penales son personalísimos”, aducía Jaime Hernández, abogado defensor de Ríos Montt. Los querellantes adhesivos defendían que las víctimas, al llevarse otros procesos en los que deben volver a testificar, están siendo revictimizadas y hacían referencia a vicios en el proceso desde que la Corte anuló la primera sentencia. La defensa de Rodríguez Sánchez se despegó del pelotón y adujó una resolución de acusación procesal defectuosa.
Finalmente, tras casi una hora de discusión, el tribunal denegó todas las impugnaciones: el juicio continúa (el de medidas de seguridad, y “continúa la persecución penal”). Ahora a puerta cerrada, sin publicidad, y sin al menos uno de los acusados. La jueza fijó el 11 de enero de 2016 para empezar el debate y dio por cerrada una audiencia en la que estaban aproximadamente 30 víctimas ixiles, no se observaba ningún familiar de Ríos Montt, y en primera fila asistía con su hija, en solitario, Zulema Paz, la esposa de Rodríguez Sánchez. Se cerró la audiencia con una muesca en el calendario para dentro de cinco meses.
Nadie reaccionó. Todos los abogados –defensores y acusadores- aseguraron que prepararán recusaciones y amparos. La poca familia de los acusados se desvaneció. Las víctimas ixiles, otra vez, se fueron en silencio. Todos parecen agotados.