Como abogado, debo hacer una reflexión autocrítica para tratar de entender cómo tantos colegas, algunos conocidos y apreciados incluso, han votado por candidatos que considero impresentables.
Primero, falta de participación de abogados idóneos. Solo a un candidato no lo conocía. Respecto a los otros cuatro, sinceramente, nunca habría votado por ninguno de ellos. Son muchos y buenos colegas los que, pudiendo participar, prefirieron no hacerlo y desde el día uno de la elección les dejaron el camino libre a las mafias de siempre.
Segundo, la campaña «anticorrupción». Algunos sectores que nos presentamos (me incluyo) como «anticorrupción» hicimos campaña abierta contra el juez Moto e incluso contra el mismo exrector Gálvez, lo cual resultó contraproducente, pues ellos fueron los más votados. Es un error llamar solo a no votar o solo a criticar sin presentar alternativas viables y candidatos honorables y probos. Solo se les hizo campaña gratis y, como se diría en marketing, no hay publicidad mala.
Tercero, la presentación del antejuicio de la Fiscalía Especial contra la Impunidad (FECI). No es un secreto que estos antejuicios se presentan cuando y contra quien la fiscal general decida presentarlos. Y ella ha sido descarada en querer afectar a una de las partes en la presente contienda. Ya lo hizo en las elecciones populares pasadas de forma burda, dos días antes, en contra del alcalde capitalino, quien, por cierto, también usó ese factor para victimizarse y ganar la elección. Consuelo Porras usa a la FECI, a la cual apoyaré siempre, pero a la cual también debe criticársele que haya presentado un informe que parecía más una investigación administrativa que una imputación criminal real. Después, Porras misma los venderá como hizo con los magistrados de la Corte de Constitucionalidad, que resolvieron de forma favorable el amparo por ella misma planteado. En derecho civil se diría que no puede alegar nulidad la parte que la ha provocado, pero justamente eso hizo la fiscal general. Estos antejuicios tienen, además, cero efecto procesal, pues la CSJ nunca los declarará con lugar.
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Cuarto, Moto, el candidato anti-Cicig. Esta intervención de la fiscal general en la elección ha sido la mejor propaganda que han usado los seguidores de Moto para demostrar que él es el candidato idóneo para hacer un contrapeso a lo que se considera un exceso de las atribuciones de la FECI, herencia de la Cicig.
«Motto [sic] fue el que se le plantó a la Cicig» (mensaje tomado de un chat enviado a grupos de abogados). Y por eso tiene el apoyo de todo el grupo anti-Cicig, incluido el Ejecutivo, en especial la secretaria general y Denis Billy Herrera (operador del juez Moto y de Gustavo Alejos), a quienes los une el haber sido perseguidos «injustamente» por aquella comisión y por la FECI.
Quinto, Gálvez, el candidato de Hellen Mack. La retórica anterior se complementa diciendo que Gálvez es el candidato de Hellen Mack, en quien se enfocan todos los grupos de izquierda que, según ellos, tienen secuestrada la CC y quién sabe cuántas cortes más.
Sexto, Gálvez es el mafioso conocido. Aunque en realidad ya todos sabemos quién es Moto, así lo plantean otros sectores cuyo argumento es mejor darle la oportunidad al nuevo y no seguir con las mismas mafias de siempre.
En conclusión, las campañas se basan todas en falsos argumentos, pues ni Moto se le plantó a la Cicig ni Gálvez es aliado de Hellen Mack y todos sabemos que ninguno de los dos quiere el bienestar del gremio.
Dicho esto, todavía no se por quién votaré o si habrá segunda vuelta, pero lo que sí tengo claro es que no podemos seguir en la indiferencia y que debemos participar de forma activa en los espacios gremiales donde podamos hacerlo. Por último, no estoy de acuerdo con los amparos planteados contra la convocatoria después de los resultados. Esto se debió hacer antes, pero debemos respetar siempre las sentencias y seguir el camino de la justicia.
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