¿A quién le importaba salvar vidas, cuando se es capaz de dirigir submarinos nucleares y portaviones? ¡Una fuerza de tarea de la OTAN en contra de algunos pobres diablos en algún paisito gobernado por algún maldito dictador! Así era la cosa hasta que el profesor nos regresaba de un tirón a la realidad: “¡Su trabajo es prevenir guerras!”.
Es muy atinada la frase de Lord Acton de que el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente. Las armas son la fuerza bruta del poder y en un simulacro académico nos embrutecían a nosotros al punto que olvidábamos nuestra tarea con tal de querer jugar a ser Rambo. Sin embargo, esos simulacros de guerra eran sobre objetivos claros, en donde uno rápido identificaba al adversario, el territorio era delimitado y las capacidades de ambos bandos debidamente sopesadas. Se trataba de conflictos o guerras convencionales. Elementos que no se aplican a esta mal llamada “guerra” contra el narcotráfico.
A pesar de esto, quienes promueven y defienden esta “guerra” siguen la misma lógica de un conflicto convencional. ¿Quién es el enemigo, la droga o el narco? ¿Quién es narco, el campesino boliviano que cosecha coca o el homey en la esquina que vende colmillos? ¿Cuál es el territorio? ¿Las zonas de cosecha, las zonas de producción o las zonas de distribución? En fin, al igual que la semana pasada, podríamos pasar redactando cientos de preguntas, pero en Washington D.C. esto no vale la pena. Pues ellos declararon guerra antes de contestar estas interrogantes.
El subsecretario adjunto para la lucha antidrogas de los EEUU, William Brownfield, en su visita a Honduras ha desestimado la propuesta de despenalización hecha por OPM y que ha generado un debate en la región. No ha dicho por qué, solo que este es el resultado de un “largo análisis”. El cual seguramente nunca conoceremos. Pero sí ha propuesto algo para remediar este flagelo que ha azotado Colombia, México y que nosotros somos los siguientes en la fila.
"Deberíamos de tener un plan de acción que nos lleve con bastante precisión y claridad al punto final que deseamos” dijo Brownfield. Ah, cómo no habíamos pensado en eso, suena tan contundente y efectivo como aquella “La violencia se combate con inteligencia”, ¿se recuerdan? Pero, excuse me Mr. Browning, ¿en qué consiste dicho Plan? “Es importante tener el transporte, helicópteros, aviones, lanchas, buques para hacer las operaciones; también es importante tener la inteligencia humana, las capacitaciones, educación y entrenamiento de personal; también es importante tener las unidades especiales y de confianza que pueden conducir las operaciones antidrogas”.
Ya entendí, queda claro como el agua: debemos actuar como ellos, como los narcos. Ellos que disponen de los recursos, los medios de transporte, el recurso humano que se encuentra enquistado en los aparatos estatales tanto políticos como de seguridad.
Curiosamente los dos países que menos han apoyado los esfuerzos integracionistas tradicionales, Panamá y Costa Rica, son quienes se han dado cita a la reunión de presidentes con OPM en Antigua Guatemala. Brillaron por su ausencia los presidentes de Honduras, El Salvador y Nicaragua. ¿A quién beneficia esto, a los EEUU o a los narcos? Con arrogantes “Planes de Acción” como el propuesto cada vez me queda claro que el enemigo no es el narco ni las drogas que trafican, el enemigo es Centroamérica.
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