Sigo leyendo y me encuentro con la descripción de un hecho de características apocalípticas: “Al menos 150 mujeres y niños cruzaron la Sierra Madre del Sur desde comunidades aledañas al municipio de Teloloapan, en Tierra Caliente, Guerrero, hasta el municipio de Tecpan de Galeana, en la Costa Grande, huyendo por la violencia que se vive en esa región”.
¿Estamos hablando del mismo país, del mismo planeta?, ¿en qué medida nos vemos reflejados por estas contradicciones?, ¿hay alguna...
Sigo leyendo y me encuentro con la descripción de un hecho de características apocalípticas: “Al menos 150 mujeres y niños cruzaron la Sierra Madre del Sur desde comunidades aledañas al municipio de Teloloapan, en Tierra Caliente, Guerrero, hasta el municipio de Tecpan de Galeana, en la Costa Grande, huyendo por la violencia que se vive en esa región”.
¿Estamos hablando del mismo país, del mismo planeta?, ¿en qué medida nos vemos reflejados por estas contradicciones?, ¿hay alguna manera de reducir las distancias ideológicas, económicas y sociales de los bañistas de Vallarta y ese grupo de mujeres que tomó la decisión de abandonar sus espacios de vida, llevando tras de sí a sus hijos?—me pregunto en dónde están los hombres.
Estos dos viajes no podrían ser más opuestos, de eso no cabe duda, y me atrevo a pensar que de alguna manera hablan no sólo de las terribles desigualdades sociales con las que convivimos a lo largo y ancho del planeta; también se acercan a esa esquizofrénica y enfermiza manera de vivir la vida que muchos tenemos, y en donde las inconsistencias rápidamente encuentran justificaciones que nos permiten dormir tranquilos, soñando con las playas de Vallarta y no con Tierra Caliente claro está.
La pregunta aquí es cómo nos situamos ante estas disparidades que están a la vuelta de cada esquina, a cada paso que damos en este país. Por supuesto no se trata de lanzarnos a ningún tipo de activismo —particularmente el discursivo— ni de dejar de gozar la vida de la manera más plena que podamos. Me parece que es algo más profundo y se acerca más a aquello que define nuestras solidaridades y nuestras lealtades, lo que hace que seamos capaces de ir más allá de la esquizofrenia social que nos impone nuestro presente y busquemos algún tipo de coherencia en nuestros actos, a sabiendas que no podemos escapar a las paradojas ni a las contradicciones.
Puedo imaginar el regreso a casa de los bañistas de Vallarta, pero ni en sueños lograré acercarme a lo que les espera a las mujeres de Tierra Caliente. Es allí, en el terreno de la incertidumbre, desde donde podemos empezar a hacernos preguntas.
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