Una vez aprobada, la resolución debía comunicarse inmediatamente al secretario general de la ONU para velar por su aplicación, pero este no se encontraba en ninguno de los corredores o salones del edificio ubicado en el 2 Plaza de Naciones Unidas, en Nueva York.
Se trata de uno de los momentos más relevantes del Consejo de Seguridad desde que Estados Unidos lo desafió y decidió unilateralmente invadir Irak en el 2003. Es una decisión que sienta un arriesgado y peligroso precedente en la región de mayor inestabilidad geopolítica del mundo (incluso antes de la ola de protestas que se inició en Túnez). A pesar de esto el secretario general, Ban Ki-moon, no se encontraba en medio de tan importante decisión sino terminando una visita a nuestro querido (y sufrido) país para mostrar su apoyo al trabajo de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (Cicig). Definitivamente, esta visita no pudo haber esperado unas semanas, ¿o sí?
Túnez pasó, Egipto pasó, pero la tercera fue la vencida. Con Libia las potencias occidentales decidieron intervenir. Una intervención “para proteger a los civiles” de los ataques del tirano aquel que les conté (22/03/2011). Pero a quienes realmente protegen estos ataques no son a los civiles, sino a los rebeldes opositores que ahora cuentan con el apoyo internacional para lograr su objetivo de tomar el poder. La ONU ha dejado la imparcialidad a un lado y ha tomado una postura sobre un conflicto interno. ¿Intervendrá también en los conflictos de Siria, Yemen, Bahrein? Me intriga saber la interpretación que los miembros del Consejo hacen de derecho internacional público, de los tratados internacionales, de la carta constitutiva de la ONU a la hora de decidir a quién sí y a quién no.
Pero regresemos al secretario general, puesto que sobre su figura sí existen criterios para evaluar su papel. El artículo 99 de la Carta de la ONU establece que “El Secretario General podrá llamar la atención del Consejo de Seguridad hacia cualquier asunto que en su opinión pueda poner en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales”. ¿Qué consejo le habrá dado al Consejo de Seguridad antes de venir a visitarnos? Por otro lado, su papel como mediador también ha brillado por su ausencia. Desde el inicio de estas protestas en Medio Oriente y en el norte de África, el señor secretario debió haberse concentrado en lograr una solución pacífica entre los involucrados y no tomar parte en el conflicto.
Cuando asumió el máximo cargo de la ONU, Ban Ki-moon prometió enfocarse en la región del Medio Oriente. Prometió trabajar para lograr acuerdos entre las distintas partes para alivianar tensiones y regresar a la mesa de negociación entre los diferentes actores de la región, principalmente los protagonistas del conflicto árabe-israelí. “Esa es mi misión, espero que no sea una misión imposible”, dijo cuando asumió el cargo. Lamentablemente, así ha sido, pero no por la complejidad de los conflictos, sino por la falta de voluntad de la comunidad internacional, en particular las grandes potencias.
Es hora que el secretario general se pronuncie y reconozca públicamente que trabaja bajo una estructura de jerarquización perversa que tiene secuestrada no sólo a la ONU, sino a todo el sistema internacional. De no denunciar esto, corre el riesgo de pasar desapercibido a pesar de ser el principal funcionario internacional. Será como el famoso grafitero inglés conocido como Banksy. El “artista urbano subversivo” que sin llamar la atención lleva años de pintar curiosos murales de graffiti alrededor del mundo sin que a la fecha se conozca su identidad. Hasta el momento, la diferencia entre Ban Ki y Banksy es que el segundo ha dejado su obra por donde ha pasado, incluso en el Medio Oriente, mientras que el primero corre el riesgo de ser otro secretario general que nadie recordará.
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