El juicio por genocidio ha brindado la oportunidad de poder mostrarse en torno a la lectura que se hace de la historia del conflicto armado interno, una oportunidad que no se desarrolló después de la entrega de los informes de REMHI ni de la CEH, con todo y que ambos proyectos planteaban jornadas de socialización que al final resultaron ser de convencimiento entre convencidos. En fin, la denuncia plantea aspectos interesantes a saber:
- El renacimiento del estigma del comunista por...
El juicio por genocidio ha brindado la oportunidad de poder mostrarse en torno a la lectura que se hace de la historia del conflicto armado interno, una oportunidad que no se desarrolló después de la entrega de los informes de REMHI ni de la CEH, con todo y que ambos proyectos planteaban jornadas de socialización que al final resultaron ser de convencimiento entre convencidos. En fin, la denuncia plantea aspectos interesantes a saber:
- El renacimiento del estigma del comunista por parte de la extrema derecha que al parecer intenta revivir temores que son completamente incomprensibles para la nuevas generaciones en tanto que ni existe ya la Unión Soviética, ni hay conflictos armados en Centroamérica, no al menos con tintes políticos.
- El tildar a alguien de comunista tiene más cercanía con la paranoia patológica del fundamentalismo de derecha que con una amenaza real, adicional a que ni la antigua guerrilla legalizada en dos partidos políticos (ANN y URNG) se asumen como tales están más cercanos a una ideología socialista moderada que a una izquierda recalcitrante, y aún en esa moderación ambos partidos se encuentran en franco proceso de desaparición que paradójicamente el juicio por genocidio ha despertado el desprecio que muchos poseen por esta tendencia política que al igual que el ejército nunca pidió perdón por sus crímenes.
- Y de patología a patologías, las organizaciones de derechos humanos que funcionan como operadores del discurso políticamente correcto y caja de resonancia de la izquierda nostálgica europea se ha despertado el discurso victimicista; como si los últimos 10 años que el proceso legal por Genocidio no hubiera estado plagado de discursos rabiosos contra el ejército y las cúpulas empresariales (con razón o sin ella) resulta interesante que las campañas de divulgación del genocidio como verdad irrefutable, de hecho se reduce la lectura histórica del conflicto a la enumeración de masacres con lo que esa lectura resulta miope.
- En esta polarización, el juego de intereses de las partes resulta ser interesante, por un lado se encuentra la extrema derecha defendiendo un discurso de unidad liberal, “los guatemaltecos no somos genocidas” que en realidad esconde el temor de la continuidad de los juicios por responsabilidad de esos mismos empresarios que utilizaron a la fuerza armada como su guardia, además de evitar el pago de cuantiosas sumas de dinero en reparaciones, por supuesto, impulsadas con el fuerte brazo de la presión internacional como sucedió en los Balcanes y en Ruanda.
- En el caso de los políticamente correctos, el juicio por genocidio es presentado como resultado tangible de los millones de dólares invertidos a lo largo de años de “apoyo solidario”, la no continuidad pone en peligro financiamientos ya que fácilmente la cooperación internacional puede llegar a plantearse que es una pérdida de tiempo y que es mejor aportarle a una persecución internacional, llevar al General a la Haya y como ha sucedido con otros criminales, casualmente todos del Tercer Mundo, pues sean enjuiciados como es debido y reciban la justicia como ellos la consideran.
- La victimización proporciona imagen internacional, nuevamente la paradoja, con la serie de señalamientos de Guerra Fría que los anticomunistas renacidos le han hecho el gran favor a la institucionalidad políticamente correcta, la ubica nuevamente en la “opinión internacional”, confirma que éstos trabajan en un medio altamente peligroso y por lo tanto justifica, nuevamente, la necesidad de apoyos financieros y audiencia en el primer mundo que se somata el pecho por su pasado colonial.
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