¿Qué legitimidad tiene el presidente para llamar a un diálogo político y social?
Entre otras cosas, ha dado muestras de ser un funcionario sin conocimiento alguno de cómo dirigir el Ejecutivo. Al día de hoy no sabemos quién dirige las cosas allí dentro, y lo único que ha hecho el presidente es esconderse en la Casa Presidencial y en aviones cada vez que hay una crisis. Lo más dañino es que antepuso sus intereses personales a los de la población. Se recetó un bono de 50 000 quetzales, nombró en el Ministerio de Relaciones Exteriores a una persona investigada por participar en adopciones irregulares y ha hecho nombramientos de amigos sin capacidad y sin profesionalidad alguna en otros ministerios. Ha sido tal su nivel de incapacidad política que hoy sus mejores ministros, los que no pertenecían al partido oficial, han renunciado. Creo que no tiene legitimidad alguna, señor presidente. Peor aún, sus acciones nos demuestran que no sabría qué hacer con los resultados de un verdadero diálogo político y social.
¿Cuáles serían sus propuestas en la mesa de negociación?
Si sus propuestas son que el MP y la Cicig dejen de investigar delitos contra la administración pública o de justicia, entonces usted estaría promoviendo que esos funcionarios no cumplan con sus funciones, lo cual es delito. Si sus propuestas son que admitamos reformas como las que se promovieron en el Congreso el 13 de septiembre, entonces usted está buscando impunidad. Si sus propuestas son que cambiemos el mandato de la Cicig (es decir, tener una Cicig a la carta de los señores), entonces usted está promoviendo el clientelismo (un sistema de protección y amparo con que personas con poder patrocinan a quienes les son serviles). Finalmente, si su propuesta fuera que encontremos el camino hacia la reforma de la Ley Electoral y de Partidos Políticos, pues no le creo porque lo mismo hizo el 25 de abril de 2016, cuando lanzó el diálogo nacional para la reforma de la justicia, y después se opuso.
¿Quiénes seguramente sí dialogan con el presidente?
Sin duda alguna, los sectores que levantan la mano ante el planteamiento del diálogo, proveniente de la Presidencia. Se trata de algunos diputados y de aquellos sectores que de forma directa o indirecta están siendo alcanzados por esta crisis, especialmente aquellos que han sostenido un modelo basado en financiamiento electoral para obtener beneficios posteriores. Estos sectores en crisis han tenido la habilidad de crear sus propias entidades de aparente construcción de ideas innovadoras, pero que no son más que mecanismos para hacer creer que no hay que cambiar nada para estar mejor. Ellos quizá puedan sostener un diálogo con usted. No obstante, el resultado serían, sin duda, formas disfrazadas de democracia, pero que realmente representarían un pacto para ocultar la corrupción y seguir aplazando la crisis del Estado.
Entonces, ¿hay condiciones?
Es evidente que no. No hay actores legítimos ni credibilidad en el resultado de cualquier diálogo que se realice con esos actores. Deben cumplirse primero los requerimientos mínimos para poder realizar uno. Concuerdo con el PDH en que deben cumplirse los requerimientos del clamor de las plazas, que desde mi punto de vista serían las renuncias del binomio presidencial y una depuración ordenada del Congreso por la vía judicial.
A su vez, no hay interés de estos actores de impulsar un sistema de diálogo desconcentrado y regionalizado, que permita una participación de diversidad de actores sociales, pero en esencia de cualquier ciudadano que quiera hacerlo. Tampoco hay nada que garantice el respeto a que todo lo que pueda salir del diálogo sea encauzado para solventar la crisis.
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