No lo conocí mucho, pero recuerdo su pedagógica paciencia para explicar las situaciones. Ante la tristeza que pueda dejar su partida, creo importante recordarlo y contribuyo a ello con este pequeño texto.
Una virtud suya fue compaginar los estudios (abogacía, sociología, antropología y militares) con la práctica, que materializó en muchos aspectos. Pero me concentraré en dos que, en cierta forma, son consecuencia uno del otro.
Primero, su rol como negociador en los acuerdos de paz desde la Secretaría de la Paz (Sepaz) en tiempos de Ramiro de León, lo que le valió conocer sin velos las formas de la guerra y desembocaría en el acercamiento a ambos bandos (la guerrilla y el Ejército/Gobierno) y en la redacción de su famosa tesis Soldados en el poder.
Segundo, su trabajo a nivel de perito en los distintos casos de violaciones de derechos humanos cometidas durante el conflicto armado. Para delimitarme aún más, me concentraré en el peritaje que presentó en el juicio contra Efraín Ríos Montt, juzgado en 2013 por genocidio y deberes contra la humanidad.
Según él mismo decía, por su labor en la Sepaz y haber sido amigo de influyentes militares como Héctor Gramajo, ministro de Defensa de Cerezo, o José Luis Cruz, subjefe de Inteligencia de Árbenz, adquirió una perspectiva transversal —que pocos civiles han tenido— de cómo se operativizaba el «proyecto político del Ejército», como él lo llamaba.
Haber representado al Gobierno, y no a la insurgencia, en las discusiones de la paz lo convertía en un perito particularmente creíble en los juicios contra los altos mandos militares acusados de cometer crímenes atroces, inaceptables mundialmente, como parte de una doctrina de seguridad nacional: proteger al Estado.
Lo que defendía el Ejército, según lo expresó Rosada frente al tribunal en el juicio contra Ríos Montt, era evitar que una rebelión accediera al poder para promover acciones transformadoras que afectaran «sensiblemente los intereses y privilegios de las élites dominantes». Esto lo llevaba a concluir: «Al momento de juzgar a alguien, tengo que tener muy claro quién era el autor intelectual. En nuestro país, el responsable del fondo ideológico ha sido la defensa del gran capital, del sistema».
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Según su declaración, desde los ojos del Ejército —y por lo plasmado en los planes militares—, los ixiles tenían «una propensión histórica a convertirse en opositores», por lo que esta «percepción de equivalencia de identidad entre la totalidad de la población ixil y la guerrilla produjo una campaña de aniquilación parcial de los primeros en circunstancias de total indefensión».
Estas acciones genocidas no podían ser casuales, sino se desprendían de una estrategia en defensa del Estado, considerado por él «el espacio político de las élites dominantes». Esta forma de preservar el control ha ido evolucionando entre lo legal e ilegal y ha llegado a la captura del sistema político y económico revelada en muchos casos de la Cicig.
El Estado, según Rosada, ha sido visto como una «entelequia», como algo incuestionable, por lo que se justifica cualquier cosa —matanzas, torturas, desapariciones— por mantenerlo. A raíz de esta estructura mental y política se generaron las condiciones para que se llevara a cabo el genocidio.
A partir de los trabajos de Rosada se puede explorar cómo se ha venido construyendo el poder del Ejército en las alianzas y divergencias con las élites económicas, en sus pugnas y rupturas, y cómo en momentos críticos se han compactado para preservar el entramado estatal que les otorga un beneficio común.
Esta coalición tuvo éxito en anular la sentencia del juicio por genocidio, en expulsar a la Cicig, en valerse de las protestas de 2015 para que ganara Jimmy Morales y en aprovechar la salida a última hora de dos candidatas presidenciales para que Giammattei obtuviera la presidencia.
La necesidad de seguir estudiando a Rosada radica en buscar comprender cómo estos grupos han permanecido mutando y adaptándose (con sus pleitos y derivaciones) desde el conflicto armado hasta nuestros días para continuar gobernando ya de manera pública, ya desde atrás. En estos momentos críticos y en los que se avecinan se extrañará a Rosada y a su dedo índice presionando la llaga.
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