El pasado abril recorrimos cinco municipios del altiplano occidental guatemalteco que en 2017 presentaron una alta tasa de deportaciones desde Estados Unidos. En estos municipios nos reunimos con familiares de migrantes, con personas con intención de migrar y con personas retornadas con la finalidad de comprender cuál es el perfil de la persona migrante y qué está motivando la migración internacional. Comparto ahora algunos de los factores que están incidiendo en la migración de la juventud indígena guatemalteca y que claramente se ven reflejados en la historia de Claudia Gómez.
Situación educativa y laboral
Sabemos que Claudia, de 20 años y la mayor de tres hermanas, había logrado concluir hacía dos años sus estudios a nivel medio. Sin embargo, había tenido dificultades para continuar estudiando y conseguir un empleo que le permitiera apoyar a su familia.
En el altiplano occidental guatemalteco, usualmente se habla de que las personas migrantes son aquellas que lograron cursar únicamente el nivel primario. Sin embargo, en la actualidad no hay diferencia entre las personas que sí tuvieron acceso a educación y las que no lo tuvieron. En ambos casos la ausencia de fuentes de empleo en sus comunidades es la principal motivación para la migración. Durante el trabajo de campo escuchamos las historias de muchos jóvenes que han concluido sus estudios en el nivel medio y se han graduado de maestros, peritos contadores o bachilleres. No obstante, esta formación no les garantiza el acceso a un mejor empleo. Las oportunidades laborales en escuelas, bancos, cooperativas e instituciones con presencia en la localidad son limitadas, por lo que muchos de ellos terminan dedicándose a labores agrícolas al igual que sus familiares. La agricultura es principalmente para el autoconsumo. Sin embargo, en algunos casos logran trabajar en el terreno de alguien más y obtener así entre Q50 y Q60 diarios.
Muchos de estos jóvenes intentan sin éxito ingresar a la única universidad pública del país. Varios comentan que hicieron los exámenes de admisión, pero que no lograron ganarlos. Vemos, pues, cómo proveer una educación de calidad, pertinente y relevante sigue siendo uno de los grandes desafíos de Guatemala. Como dice un líder comunitario de San Juan Atitán: «Por ejemplo, muchos niños tienen estudio ahorita, pero no tienen trabajo. Entonces se van. Si consiguen trabajo aquí, está bien. Si no, se van. Los mismos maestros se van».
Exposición a las redes sociales
Sabemos que Claudia mantenía una relación de noviazgo a distancia con otro joven guatemalteco que ya se encontraba en Estados Unidos. De hecho, uno de los primeros en denunciar la muerte de esta joven fue el novio a través de las redes sociales.
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Durante el trabajo de campo pudimos constatar que la mayoría de los jóvenes cuentan con un celular que les permite tener acceso a diversas redes sociales. Por medio de estas logran mantenerse en contacto con sus familiares, amigos y vecinos migrantes. Una joven de Tajumulco comentó que, de 40 compañeros de estudio con los que se gradúo del bachillerato en educación, alrededor de 30 han migrado a Estados Unidos, a la ciudad de Guatemala o a Tapachula debido a la ausencia de empleos en el municipio. Esta joven comentó que mantiene comunicación con sus compañeros a través de las redes sociales y que ellos le cuentan cómo están, a qué se dedican y las ventajas que tiene para ellos haber migrado. Las ventajas son más que evidentes: en una hora de trabajo en Estados Unidos, una persona migrante puede obtener lo que ganaría en un día de trabajo en Guatemala. Vemos, pues, cómo en los jóvenes la exposición a las redes sociales está potencializando el efecto demostración y alimentando el sueño americano.
Los jóvenes son conscientes del riesgo que implica la migración irregular. No obstante, expresan que deben arriesgarlo todo porque en sus comunidades de origen no tienen oportunidades para salir adelante. La migración, entonces, aparece como la mejor de las alternativas. Por tanto, continuar exigiendo justicia por el asesinato de Claudia en Estados Unidos debe movernos también a exigir justicia en Guatemala para los miles de jóvenes que se marchan todos los días de sus hogares porque su propio país les niega las oportunidades para una vida digna.
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