La migración palestina a Guatemala data de finales del siglo XIX y principios del XX, cuando varios palestinos cristianos provenientes de Belén y Taybeh se instalaron en el país para dedicarse al comercio ambulante y posteriormente al establecimiento de distintos comercios.
Durante las décadas de los 50 y 60 los palestinos establecidos en el país lograron desarrollarse económicamente y formaron parte de varios procesos de industrialización y modernización del país. Pocos años después la migración palestina en Guatemala se aceleró, esta vez no por la búsqueda de nuevas oportunidades de comercio, sino por los conflictos y la represión por parte de las autoridades israelíes. Desde 1967 hasta el día de hoy, pasando por la sangrienta década de los 80, cuando se dio la primera intifada, los migrantes palestinos que han llegado al país han salido del propio con la simple esperanza de encontrar un lugar donde vivir y escapar de la represión, el caos y la violencia. Hoy en día la comunidad palestina es relativamente grande y diversa, con migrantes tanto cristianos como musulmanes provenientes de Jerusalén, Belén, Taybeh, Ramala y Nablus, entre otras localidades.
Si bien este grupo migratorio está establecido en el país desde hace más de un siglo, también es un grupo invisibilizado y que hoy en día se ve afectado por la política exterior que tomó el (des)gobierno actual. Es justamente por estos factores que varios migrantes y descendientes palestinos se han organizado desde el año pasado para crear la Asociación Palestina Guatemalteca. En efecto, desde hace ya varias décadas existía la Asociación Árabe de Guatemala, que aglomeraba a la mayoría de migrantes de Oriente Medio. Sin embargo, esta asociación era sobre todo de carácter social. Por el contrario, la Asociación Palestina Guatemalteca tiene objetivos distintos: desea promover y visibilizar la cultura palestina, informar sobre la situación de Palestina y al mismo tiempo visibilizar la comunidad ante las instituciones del país. En cierto sentido, esta vez se tiene un rol participativo que también se enfoca en la cultura, la sociedad y la política.
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Este esfuerzo asociativo tiene un carácter transnacional. En efecto, dicha asociación nace con el resurgimiento de la Confederación Palestina Latinoamericana y del Caribe (Coplac), institución que aglutina a las diferentes asociaciones palestinas de Latinoamérica. Tras dos décadas de inactividad, la Coplac resurgió con el apoyo del presidente palestino Mahmud Abás, quien busca crear mejores lazos entre la región latinoamericana y Palestina justamente a través de los migrantes palestinos y de sus descendientes. Teniendo este objetivo en mente, la Coplac organizó su cuarto congreso en octubre del año pasado en Managua, Nicaragua, país donde las autoridades palestinas lograron establecer una embajada hace ya varios años.
El caso de Guatemala resulta ser bastante particular, especialmente por las decisiones del gobierno de Jimmy en torno al traslado de la embajada de Tel Aviv a Jerusalén. Este evento geopolítico animó también a la Asociación Palestina Guatemalteca a estar más activa para dar a conocer la situación que viven los palestinos e intentar emprender procesos legales contra dicha decisión gubernamental, dado que claramente se tomó la decisión a partir de creencias morales y religiosas.
Si bien de momento la Cancillería prácticamente ha ignorado sus peticiones y acercamientos, el esfuerzo asociativo y la voluntad de participación son elementos que no pueden pasar desapercibidos. Los migrantes palestinos también han sido parte de la historia y de la construcción de este país, razón por la cual están en todo su derecho de reivindicarse y darse a conocer.
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