Apenas si en Guatemala se nos toma en cuenta a los hombres homosexuales (o a cualquier otro tipo de preferencia por fuera de la heteronormatividad) para algo que no sean chistes, y resulta que cuando por fin se hace, de todas formas se nos dice LOCAS. Muchos agradecieron a Ánfora ser tomados en cuenta, “abrirse a la diversidad”, “celebrar a los gays”. A mí solo me nació no regresar nunca más a esa pastelería que, sí, suele jugar con el humor en su publicidad y más de alguna vez me sacó una sonrisa… pero sentirme insultado para vender un pastel probablemente sabroso y que seguramente se vendería sin publicidad o con cualquier otra, ver en un cartel rosado todo el peso de esa absurda discriminación que nos condena desde niños a crecer con un secreto que se siente terrible, eso no tiene excusa.
No soy de esa mara que se ciñe estrictamente a la corrección política y creo que jugar con algunos estereotipos comunes puede ser gracioso, que para eso están la ironía y el sarcasmo cuando se saben llevar. Pero también es arma de doble filo y se corre el riesgo, como en este mugre caso, de simplemente reforzar y perpetuar las ideas prejuiciosas que mantienen sumida a una minoría –a la que pertenezco– en el ostracismo.
Ser un hombre homosexual puede implicar muchas cosas y, por supuesto, cada quien es y debe ser libre de vivir su vida como quiera, así sea emulando al Caballo Rojas haciéndola de peluquero coqueto. Eso lo respeto. Lo que me ofende es sencillamente que una empresa, con harto poder económico, difusión y público cautivo, se sienta libre de persistir en la idea de que todos los gays somos locas (que es una forma sutil de llamarnos huecos, maricones, muerdealmohadas, güicoyes, mariscos), que todos encajamos en la misma gaveta, que la sociedad conservadora tiene razón y favor nos hacen con siquiera notar nuestra existencia.
Ya hace un año, en el Día Internacional de los Derechos Humanos de 2011, Hillary Rodham Clinton pronunció un importantísimo discurso ante la Asamblea de las Naciones Unidas en Ginebra en donde propuso el reconocimiento para la equidad de las comunidades gay, lésbica, bisexual y trans como el siguiente reto inmediato de los activistas de Derechos Humanos.
En esa ocasión Rodham Clinton indicó, acertadamente, que los prejuicios y estereotipos con respecto a todo aquello por fuera de la heteronormatividad, difícilmente van a desaparecer simplemente con forzar a quienes creen en ellos a cambiar de casete. Mencionó, por tanto, cómo el progreso comienza con discusiones honestas; cómo las metas no se alcanzan con una sola conversación, sino con una constelación de conversaciones a todo nivel y cómo se requiere voluntad para aceptar que la diferencia de opiniones es en realidad un motivo para iniciar discusiones y no un motivo para evadirlas. Preguntó, además, ¿Qué sentiría usted si fuera prohibido amar a quien ama o desear a quien desea? ¿Qué sentiría usted al ser discriminado por algo intrínseco que no puede cambiar?
Entiendo, claro, que esta charla está lejos de darse en Guatemala a nivel gubernamental –menos con este gobierno de mano dura, que sin vergüenza alguna defiende y promueve exclusivamente la visión hegemónica patriarcal, criolla/ladina, empresarial, heterosexual y cristiana sin apertura alguna a la disensión, que encima se reprime violentamente– pero eso no implica que nosotros como pueblo y parte esencial del Estado, no podemos empezarla por nuestro lado.
¿Y cómo empezarla? Pues haciéndonos visibles. Este sábado 30 de junio de 2012 los invito a todos a participar con nosotros en la XII Caminata de Orgullo de la Diversidad Sexual y de la Identidad de Género.
El punto de reunión es el Centro Cívico entre 14:00 y 15:00, partiendo hacia la Plaza de la Constitución, frente al Palacio Nacional de la Cultura. No es necesario ser gay, lesbiana, bisexual o trans para apoyarnos; basta con tener el suficiente corazón para saber que ese muchachito que hoy sufre a escondidas por sentirse sucio y malvado, tiene la opción de crecer sabiéndose tan valioso como usted o como yo, que aprendí a valorarme tal cual soy hasta pasados los 30 años.
NOTA DE ACTUALIZACIÓN PARA LOS LECTORES: Ayer, 27 de junio, recibí una llamada de la pastelería ÁNFORA informándome que decidieron retirar la palabra “LOCA” de su campaña publicitaria de los TUTIS. Aunque me dijeron que no pensaban hacer mayor bulla al respecto, me parece que hacerlo público –tal como hice pública mi queja en esta columna– es un mínimo justo y ético, tanto para con ellos mismos como empresa, como para toda la gente que nos apoyó contra esa infame etiqueta. Buena onda a ANFORA por tomarse el tiempo de leer, analizar y, sobre todo, por reconsiderar su campaña en aras de la no perpetuación y reproducción de estereotipos negativos contra la comunidad LGBT, cosa que no es común en el usualmente soberbio sector empresarial guatemalteco.
Más de este autor