En estos días me resulta muy difícil tomar distancia. Como usted, soy parte del problema y me creo parte de la solución. O al menos así trato de percibirlo. Reviso los medios, me abruman las noticias, trato de hilvanar una idea y la desecho. Luego, tengo la impresión de que ya se dijo todo, pero de que no sabemos lo que necesitamos. Por eso le comparto siete cosas que me agobian.
- El modelo neoliberal está siendo interpelado en ámbitos globales y nacionales, pero no lo percibo déb...
En estos días me resulta muy difícil tomar distancia. Como usted, soy parte del problema y me creo parte de la solución. O al menos así trato de percibirlo. Reviso los medios, me abruman las noticias, trato de hilvanar una idea y la desecho. Luego, tengo la impresión de que ya se dijo todo, pero de que no sabemos lo que necesitamos. Por eso le comparto siete cosas que me agobian.
- El modelo neoliberal está siendo interpelado en ámbitos globales y nacionales, pero no lo percibo débil y en un punto de inflexión. Hubo otras crisis, y, dependiendo de quienes controlen la respuesta y la propaganda, habrá salvamento de bancos, monopolios, protección de capitales y socialización de las pérdidas. Es más fácil descarrilar un proyecto progresista que requiere coherencia que vender mentiras para el corto plazo y lograr que cualquier nuevo idiota como Bolsonaro juegue a que todo sigue igual.
- El patriarcado sigue rozagante, casado por la Iglesia con el neoliberalismo y muy apegado al autoritarismo, que en plena pandemia parece ser un clamor que solo algunos países han sustituido por decisiones democráticas. Esa relación entre autoritarismo y patriarcado parece afectar la capacidad de luchar por derechos como los sexuales y reproductivos, que en medio de la pandemia parecen problemas de segundo orden, aunque la violencia intrafamiliar y otras formas de agresión estén aumentando en el confinamiento.
- El racismo es parte del paisaje y no creo que se reduzca en esta crisis. Las cuotas de poder, los currículos, las estructuras económicas: todo contribuye a que la opresión racista continúe y a que no la notemos. De nuevo, el confinamiento, el miedo, el discurso religioso de la obediencia, el autoritarismo, todo confluye en la negación de la transgresión y en la necesidad de que ese problema histórico sea parte de la agenda nacional.
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- Las finanzas públicas también me preocupan. No tengo duda de que se justifica la deuda que se legisló recientemente, pero seguimos funcionando en la lógica de la procrastinación. Dejamos para después el combate de la pobreza extrema, postergamos la atención de la desnutrición crónica, y un sector específico encabezado por el Cacif tiene una roca en la que hace décadas anotó que no es el momento para una reforma fiscal, mucho menos para una de carácter progresivo. De esa cuenta, sin recursos, no hay forma de aspirar a contar con un Estado funcional.
- El futuro económico y social en el corto, mediano y largo plazo. La economía, que está irremediablemente ligada a las remesas, al turismo y a ciertas exportaciones, está frente a una recesión global. Eso no puede significar sino sufrimiento para la gente que ya vive al día. Justo el estado de indefensión que prefieren las maras y las mafias de cuello blanco.
- Los riesgos deslocalizados siguen allí. Globalmente, el cambio climático nos arrastra, así como otras taras humanas como la absurda manera en la cual producimos basura y destruimos el ambiente. Pero, más allá, el riesgo de un conflicto nuclear por error o por una escalada bélica sigue allí. Del mismo modo, los accidentes nucleares, con su amplio alcance, seguirán siendo un riesgo importante que, como la actual pandemia, nadie menciona, pero que aumenta día a día.
- Finalmente, la vida se escapa como agua entre los dedos. La vida es tiempo, y, por más que me esfuerzo, percibo el confinamiento como tiempo perdido, casi como un retroceso. Y solo me consuela un poco que la vida continúa más allá de nuestra vulnerabilidad y que hay otras generaciones que seguirán luchando a su manera, a su ritmo, con sus prioridades.
¿Podemos pensar en buenas noticias? Sin duda. Los cambios sociales son imprevisibles, según Chomsky. No podemos hablar mecánicamente de tiempos mejores, pero los seres humanos siempre hemos demostrado la capacidad de ser ingeniosos y tenaces, de manera que solo de una cosa estoy seguro ante esta crisis. Habrá cambios. Algunos para mal, no lo duden, pero también habrá sorpresas agradables. Estoy seguro.
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