Entre los numerosos aportes de este libro, con este artículo pretendo resaltar algunos elementos que me parecen clave para el estudio de las migraciones internacionales en nuestra región. Dado que son múltiples, en esta ocasión me concentraré en las partes teórica e histórica.
En primer lugar, me parece importante destacar el aporte teórico y conceptual del texto. Los autores proponen el concepto de región migratoria como una unidad de análisis novedosa, pues visibiliza la interacción de diversos actores en un territorio amplio que va de la comunidad de origen a la de destino y trasciende fronteras de Estado-nación. Dicho concepto nos permite examinar una realidad cada vez más compleja situándonos en un territorio delimitado ya no por fronteras nacionales, sino por las dinámicas que ocurren en él. Nos invita a ampliar la mirada científica hacia un espacio creado por los mismos actores que intervienen en el proceso migratorio, como parte de una unidad de análisis que define mejor los territorios, las dinámicas y las complejidades que produce la migración.
Otro aporte es el concepto transregional, que los autores diferencian de transnacional y definen como el vínculo que se establece a lo largo de todo un territorio, el cual permite definir mejor las dinámicas que ocurren a lo largo de la región migratoria. Este concepto difiere también de lo que Fox (2005) llama translocal, que se refiere a la conexión específica entre la comunidad de origen y la de destino de los migrantes. Con ello, los autores afinan el paradigma transnacional visibilizando diferentes dinámicas y niveles de interacción entre origen y destino.
Un tercer concepto es el de cohorte migratoria, que define a la población migrante que se desplaza en una época específica, definida por elementos estructurales o macro que impactan en el perfil local o micro. Es un concepto que permite establecer patrones distintivos y compartidos entre poblaciones y visibilizar los aspectos o factores en ámbitos políticos, económicos, culturales, de violencia, legislativos, etcétera, que contribuyen a su formación.
Por otra parte, el texto realiza aportes históricos importantes para nuestro país de dos maneras. La primera es que establece fases migratorias con un interesante ejercicio demográfico y estadístico para sistematizar la historia del flujo migratorio guatemalteco. El libro relaciona dichas fases con las políticas de Estado tanto de Guatemala como de Estados Unidos y visibiliza cómo éstas configuran la migración y definen patrones migratorios a lo largo del tiempo. Asimismo, enlaza con sucesos y política exterior describiendo los contextos tanto en Guatemala como en Estados Unidos, de tal manera que dibuja el fenómeno migratorio a partir de un mapa de actores y eventos que se entrelazan en un mundo globalizado con reacciones locales y micro. Para un país con escasa información nacional sobre migración, el texto de Jonas y Rodríguez constituye una fuente de datos con la cual podemos trabajar quienes estamos interesados en este tema.
El segundo aporte histórico del texto es la estimación del volumen migratorio guatemalteco mediante las estadísticas disponibles en nuestro país, lo cual pone en evidencia la carencia de datos nacionales que contrasten o confirmen lo establecido por los censos estadounidenses y otras fuentes utilizadas en el estudio. Asimismo, resalta los cambios ocurridos en la población guatemalteca migrante desde 1970, cuya estabilidad y cuyo ascenso social se reflejan en las segundas y terceras generaciones. Sin embargo, el desplazamiento indocumentado contribuye a la reproducción de la migración y a la renovación de una población como mano de obra barata y flexible.
En general, el texto de Jonas y Rodríguez enlaza elementos estructurales con los contextos locales o comunitarios y proporciona así una explicación articulada de las causas y las consecuencias de la migración en Guatemala y en la región centroamericana. Es un estudio que busca ser holístico, teniendo en cuenta las diferentes dimensiones del fenómeno migratorio.
Presta atención a cómo las políticas públicas y legislativas en diversas épocas tienen impacto en cómo se produce la migración. De esta manera es posible entender cómo las entidades gubernamentales y sus acciones contribuyen a la generación de patrones y dinámicas migratorias (como la actual militarización y el cierre de fronteras), de modo que evidencian la influencia del Estado sobre individuos, comunidades, organizaciones y territorios. Es, por tanto, un actor más a considerar en las investigaciones en la región.
Para finalizar, los autores realizan un interesante ejercicio teórico que vincula actores, niveles y estructuras en un territorio ampliado fuera de las fronteras nacionales. Es un texto que evidencia la necesidad de contar con una agenda guatemalteca y centroamericana de estudios migratorios que responda a la complejidad de las dinámicas actuales.
Más de este autor