Mentira 1. Estás bajo vigilancia. Tenés que seguir las reglas de un dios que todo lo observa, que premia y castiga.
El mensaje entre líneas es que, si no sentís temor y no sos obediente, vas a sufrir. Por supuesto, tenés derecho a creer, pero también tenés derecho a dudar y a cuestionar lo que te parece irracional.
Mentira 2. Para ser feliz hay que consumir y entretenerse.
El entretenimiento y el consumo deben ser permanentes, aunque no los necesités. En el fondo, la idea es que tu cerebro esté ocupado para que no pensés de manera crítica. Quien te entretiene o te vende el entretenimiento en cierta forma te domina.
Mentira 3. Si vivís en la pobreza, todo es responsabilidad tuya o de tus progenitores. No le echés la culpa al sistema. No seás resentido.
La idea en este caso es que ignorés que hay un sistema invisible que se encarga de exprimirte y desecharte, a menos que intentés rebelarte. La fórmula para que seás obediente comienza diciéndote que es bueno ser egoísta, que cada quien debe arreglárselas por su cuenta.
Mentira 4. La violencia es algo normal. Debemos aprender a vivir con ella siempre que se ejerza desde la autoridad, especialmente la patriarcal.
Desde los videojuegos hasta las narrativas religiosas, la violencia está por todos lados. Recordá que la violencia es la vía para que la voluntad de una persona se imponga sobre otra. La forma más arraigada de violencia la ejerce el patriarcado, que durante miles de años ha subordinado a las mujeres. El machismo, que es una manifestación del patriarcado, incluye la violencia física en el hogar y algo muy perverso llamado violencia simbólica, que ocurre cuando la víctima es cómplice y se comporta obedientemente. Vos podés negar la violencia en todas sus formas si lo decidís.
Mentira 5. La protesta social es terrible y no resuelve nada.
La violencia es condenable cuando proviene de la gente más pobre y cuando se ejerce para cambiar un sistema que no funciona. La historia está llena de rebeliones lideradas por gente joven, pero esa violencia emancipadora te la van a describir como algo perverso. De nuevo, la idea es que entendás que la violencia solo la debe usar la gente poderosa. Vos portate bien.
Mentira 6. La castración. La sexualidad es solo para adultos en matrimonio. Tu cuerpo no es tuyo. Es de alguien más.
Por supuesto que la mayoría de las personas viven una sexualidad reprimida. Y también es cierto que una sexualidad irresponsable tiene consecuencias. El problema es que quien quiere controlar tu sexualidad quiere controlarte a vos. Y la mejor forma de controlarte es negándote información y manteniéndote ignorante.
Mentira 7. Tenés que evitar las drogas ilegales.
Esto tiene algo de verdad, dependiendo de la sustancia. Pero, en el fondo, lo que los dueños del sistema desean es que seás obediente para consumir las drogas que son un negocio multimillonario, por ejemplo los analgésicos, el alcohol, el tabaco, el azúcar, algunos deportes, la comida chatarra en general o el consumo compulsivo. Si vivís con libertad y amás intensamente, las adicciones te servirán de muy poco.
Mentira 8. Si trabajás muy duro, te esforzás hasta el límite y deseás algo con pasión, lo vas a alcanzar.
Bonita forma de ocultar que en este mundo quien llega a la vejez sin privaciones por lo regular nació con privilegios. La gente con mayor poder económico desea que creás en ese paraíso de dinero que desgraciadamente no vas a alcanzar. Igual hay que trabajar para comer, pero te vas a quitar un peso de encima si dejás de creer en pendejadas.
***
En pocas palabras, este mundo está diseñado con normas sobre lo que es correcto e incorrecto. Por doquier te aparecen normas sobre la forma correcta de vestir, de usar el pelo, de expresar tu sexualidad, tu identidad étnica, tus preferencias artísticas o la manera como querés vivir. Cada generación tiene sus manifestaciones de transgresión y, después de algún tiempo, cada generación ha sido domesticada de una forma u otra.
¿Te ha ocurrido o te ocurre algo parecido?
Estoy seguro de que cualquier patoja o patojo intuye que una mentira es una mentira. También entiendo que cuando la mentira viene de alguien que querés es difícil dudar. A veces es más fácil obedecer, y esa también es tu decisión.
La idea que quiero proponerte es que usés tu capacidad para dudar y que no olvidés que los cambios sociales más importantes en este planeta los impulsaron personas jóvenes que se atrevieron a decir «no».
Más de este autor