onsidera que decidir bajo estos principios es precisamente inmoral. En el caso de las candidaturas, cabe recordar que los candidatos están tomando decisiones personales, no de Estado (porque no son funcionarios públicos), por lo que no podemos hacer la separación entre moral y política.
El tema anterior ya lo han tratado mejor otros colegas en este medio y lo dejaremos a un lado, a pesar de la tentación de ahondar más en el mismo. El otro dilema moral que deseo abordar es el de la part...
onsidera que decidir bajo estos principios es precisamente inmoral. En el caso de las candidaturas, cabe recordar que los candidatos están tomando decisiones personales, no de Estado (porque no son funcionarios públicos), por lo que no podemos hacer la separación entre moral y política.
El tema anterior ya lo han tratado mejor otros colegas en este medio y lo dejaremos a un lado, a pesar de la tentación de ahondar más en el mismo. El otro dilema moral que deseo abordar es el de la participación de Guatemala en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas como miembro no permanente. Según varios medios, Guatemala cuenta ya con el apoyo de la mayoría de Estados de Latinoamérica y del Caribe para ocupar una plaza en el órgano más importante del mundo.
En años recientes, este sería el segundo intento de Guatemala para ingresar en el Consejo, después de que hace cinco años nuestras pretensiones se vieron frustradas por la República Bolivariana de Venezuela, en un proceso que eventualmente posicionó a Panamá como miembro no permanente. Esta vez, es casi un hecho que en enero del 2012 seremos electos.
El principal beneficio para Guatemala es el prestigio internacional. A diferencia de la Asamblea General, el Consejo de Seguridad representa las ligas mayores de la política internacional. Guatemala tendrá que estar a la altura de las grandes potencias y tener la capacidad y responsabilidad de tratar temas de alta trascendencia mundial. Los diferentes conflictos internacionales como el problema entre las dos Coreas, el conflicto árabe-israelí y el más reciente caso de Libia se encuentran entre los principales temas en agenda.
Pero, entonces, tomando en cuenta que la decisión para postularse como miembro del Consejo de Seguridad fue una decisión de Estado, ¿qué tiene que ver la moral con la política internacional? La respuesta a dicha interrogante gira alrededor de otra interrogante: ¿cuál es nuestra política exterior de seguridad? Aparte de nuestra participación en las Misiones de Apoyo de las Naciones Unidas en Haití y el Congo no veo clara la posición de Guatemala en los temas de la agenda internacional ya mencionados.
La política exterior de un país debería ser el reflejo de su política nacional. La nación-estado fue creada para velar y promover valores como la seguridad, la libertad, el orden, la justicia y el bienestar. En estos radica el interés nacional y en este año electoral queda claro que el tema de seguridad es el más importante sobre la mesa.
¿Con tanta inseguridad, es moral querer ser parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas? Con 17 muertes violentas al día, en donde uno de cada dos niños sufre de algún problema relacionado con la desnutrición y siendo uno de los países más vulnerables al cambio climático a nivel mundial, Guatemala debería definir sus políticas de seguridad nacionales antes de querer ingresar en las grandes ligas de la política mundial. De lo contrario, llegaremos a la máxima instancia internacional con las ya conocidas y trilladas políticas de “seguridad con inteligencia” o de “mano dura”.
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