El Palimpsesto, como método antiguo de reciclaje, sigue siendo una práctica común en nuestros días. La falta de ideas propias, la incapacidad, los intereses racionales de diversa índole, la ilusión de ser creativos o la soberbia, hacen que iniciativas viejas se re-escriban y etiqueten como nuevas.
Casos hay muchos, políticas públicas como la Política Nacional de la Juventud en sus infinitas versiones; programas sociales como la ex Bolsa Solidaria, ahora re-etiquetada Bolsa Segura y...
El Palimpsesto, como método antiguo de reciclaje, sigue siendo una práctica común en nuestros días. La falta de ideas propias, la incapacidad, los intereses racionales de diversa índole, la ilusión de ser creativos o la soberbia, hacen que iniciativas viejas se re-escriban y etiqueten como nuevas.
Casos hay muchos, políticas públicas como la Política Nacional de la Juventud en sus infinitas versiones; programas sociales como la ex Bolsa Solidaria, ahora re-etiquetada Bolsa Segura y más recientemente el Pacto y Gabinete Específico por la Seguridad, la Justicia y la Paz. Hablar de este último caso, amerita muy bien el inicio: “Once Upon a time”…
Y pues sí, hubo una vez, un grupo de personas provenientes de distintos sectores y organizaciones que luego de firmada la paz, definió el nuevo marco y conceptualización de la seguridad. Adoptó el término “seguridad democrática”, que enfatiza el pleno ejercicio de los derechos humanos y la creación de condiciones que permitan a la persona su desarrollo integral. Y, promovió la Ley Marco del Sistema Nacional de Seguridad –SNS- que impulsa la coordinación interinstitucional para cumplir con el citado enunciado, al mismo tiempo que crea un conjunto de instancias responsables de su implementación.
Tiempo después, el gobierno de Alvaro Colom promovió el Acuerdo Nacional por la Seguridad y la Justicia- ANASJ- que "priorizó" 101 acciones para avanzar hacia ese objetivo. Ambas iniciativas son hoy por hoy algo así como el Palimpsesto de Arquímedes, pues un nuevo Pacto y un nuevo conjunto de funcionarios son los responsables de realizar las mismas tareas, embaladas ahora con un nombre diferente.
Las huellas de la Ley del SNS y del ANASJ se dejan entrever, aunque se re escriban objetivos y se agreguen nombres de Ministerios y Secretarías responsables. También hay importantes omisiones, como la del Secretario Técnico SNS, ni más ni menos que el responsable de formular la Política Nacional de Seguridad que, según la introducción del nuevo Pacto, es el “medio que garantiza la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo integral”. En su lugar, se posiciona al hombre de confianza del presidente, Mauricio López Bonilla. (Por cierto que, a pesar de la importancia estratégica de esta política, poco se conoce sobre ella).
¿Qué intereses motivaron esta medida? ¿Será un distractor más para aparentar que se trabaja para mejorar la seguridad en el país? ¿Es una estrategia para desviar la captación de fondos hacia personas de confianza? ¿Es el desconocimiento tácito a una Ley que fue promovida especialmente por la sociedad civil, al igual que se hizo con el Consejo Asesor de Seguridad?
Un indicador que puede ayudar a responder esta última pregunta es que la estructura civil y democrática que sustenta el origen del SNS, está siendo conducida por militares, los cuales, a juzgar por las recientes decisiones, no gozarían de la entera confianza o preferencia de OPM.
Lo cierto es que la re utilización de los pergaminos, al igual que la paciencia y la confianza ciudadana, tiene un límite.
Más de este autor