Aprendemos una tontera que empieza con “los españoles trayendo la civilización”, como si no existieran los mayas; una reforma liberal que “nos encaminó al progreso”, como si lo fuera institucionalizar una nación racista, legalizar la expropiación a indígenas e imponer las fincas como “desarrollo”; con un dictador bananero (Ubico) “que puso orden”, pero en realidad sometió a débiles, legalizó la esclavitud de los indígenas, dejó de pagar a maestros y médicos y obligaba a adolescentes a darle f...
Aprendemos una tontera que empieza con “los españoles trayendo la civilización”, como si no existieran los mayas; una reforma liberal que “nos encaminó al progreso”, como si lo fuera institucionalizar una nación racista, legalizar la expropiación a indígenas e imponer las fincas como “desarrollo”; con un dictador bananero (Ubico) “que puso orden”, pero en realidad sometió a débiles, legalizó la esclavitud de los indígenas, dejó de pagar a maestros y médicos y obligaba a adolescentes a darle favores sexuales. Se ningunea a los unionistas de 1920 y a una revolución que “empezó bien pero después se volvió comunista”, a pesar de que lo que quería era modernizar al país, volverlo soberano, construir una nación mestiza y hacer que los débiles tuvieran más derechos para ser más prósperos.
En esta historia “oficial” de Guatemala se dice que ese conflictito armado se debió a “unos revoltosos que convencieron a los indios de sublevarse” y por eso merecieron que se desapareciera a 50,000 líderes y matara a todos los indígenas posibles: 200,000 muertos y 1 millón de refugiados. En enero de 2013 hubo 500 muertos y se siente horrible.
Tras 20 años de lucha iniciada por Rigoberta Menchú, familiares de víctimas y activistas, tras tres años de trabajo del MP y tribunales, un juez, Miguel Ángel Gálvez, siguió reescribiendo la historia. Encontró evidencias de la responsabilidad del exdictador Ríos Montt y del exjefe de la “inteligencia” Rodríguez Sánchez de dirigir un genocidio contra los ixiles, a quienes por su origen étnico consideraron enemigos del Estado. Mataron a un tercio de ellos, como los nazis mataron a un tercio de los judíos. Y esto es un paso enorme para evitar que se repita. Y es el inicio de la nación intercultural posible en vez de la secesión. Es empezar a reconciliar al Estado de Guatemala con los ixiles y los mayas.
Este hito es algo que ningún país africano ni balcánico ha conseguido. Tampoco Chile juzgó a Pinochet, ni Bolivia a Banzer, ni los mexicanos a sus masacradores, ni los centroamericanos, ni Brasil, ni casi nadie en el mundo. Así que hoy podemos congratularnos porque esta vez sí estamos dando un paso hacia la decencia y alejándonos de la barbarie.
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