Muy cerca de mi casa hay un colegio en pleno acto cívico. No alcanzo a verlos, pero como si lo hiciera: sé perfectamente que, todos uniformados, los patojos se llevan la mano a la altura del pecho; que unos se aprietan la palma contra la chiche; otros, los más peinaditos, la mantienen muy tiesa y perpendicular al pecho, con el pulgar para abajo y los cuatro dedos apuntando firmes hacia el brazo izquierdo. Comienza a sonar distorsionado el casete en los altavoces del patio:
¡Guatemala, feliz! Que tus aras / no profane jamás el verdugo
ni haya esclavos que laman el yugo / ni tiranos que escupan tu faz.
Pero, pienso, con todo y las esporádicas salpicadas de alegría, Guatemala no es un país que le permita a uno ser feliz (por más que un dudoso estudio lo diga) y sus aras nunca han dejado de ser profanadas por sus verdugos. Somos, ciertamente, un país de esclavos que lamen el yugo –unos, esclavos con tal de sobrevivir; otros, esclavos con tal de consumir ad infinitum– y de tiranos que nos escupen la faz, a veces con menos descaro, a veces con más…pero la lluvia de gargajos es constante.
Si mañana tu suelo sagrado / lo amenaza invasión extranjera,
libre al viento tu hermosa bandera / a vencer o a morir llamará.
Libre al viento tu hermosa bandera / a vencer o a morir llamará
que tu pueblo con ánima fiera / antes muerto que esclavo será.
Lo perverso es que mientras los niños cantan esto, seguro muchos colegios al mismo tiempo, nuestro suelo sagrado es hoy por hoy todo invasión extranjera (no solo amenaza) y aquí están, para probarlo, las vallas publicitarias llenas de canches, los restaurantes de comida rápida o el supermercado que dejó de llamarse Paiz; aquí están las telefónicas transnacionales haciendo lo que quieren gracias a Arzú; aquí está Montana Exploradora de Guatemala generosamente donándonos una miseria de lo que gana con el oro que le regaló el gobierno de Berger; aquí sigue Perenco en plena Laguna del Tigre gracias a Colom y están las actuales múltiples concesiones para exploración y explotación de recursos naturales; y aquí está también el Puerto Quetzal “usufructuado” gracias a Pérez Molina. Nuestra “hermosa” bandera que para mí no significa mucho, supongo que para muchos ha de significar algo, al menos lo suficiente para fingirlo durante los pocos días de septiembre en que el pobre trapo azul y blanco ondea libre en carros y balcones, olvidado el resto del año como no sea para algún partido de fut que seguramente perderá. Allí está la banderita en septiembre, nunca llamando a vencer pero siempre llamando a morir…a morir de hambre o a morir de frío o a morir durante el parto o a morir soterrados por un deslave o a morir por no pagar la extorsión o hasta por no entregar un mugre celular: esclavos de la muerte, serán.
De tus viejas y duras cadenas / tu forjaste con mano iracunda
el arado que el suelo fecunda / y la espada que salva el honor.
Nuestros padres lucharon un día / encendidos en patrio ardimiento
y lograron sin choque sangriento / colocarte en un trono de amor.
Y lograron sin choque sangriento / colocarte en un trono de amor,
que de patria en enérgico acento, / dieron vida al ideal redentor.
Aparentemente quien escribió el himno estaba perfectamente enterado de los planes macabros de los dueños de esta fincona para que el pénsum escolar de historia fuera elaborado por alguien con memoria selectiva cuando empezó y la enfermedad de Alzheimer cuando terminó. ¿Qué viejas y duras cadenas fueron forjadas luego en arados y espadas, por la chingada? ¡Pero si nuestra acta de “independencia” confiesa abiertamente que quienes la firmaron lo hicieron "para prevenir las consecuencias que serían terribles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo"! ¿Qué cortaron, pues? ¿Sus lacitos de seda parisinos? ¡Los encadenados de entonces siguen encadenados hoy! ¿Y los suelos fecundos a quién le pertenecen hoy por hoy? ¿Y de qué sirven los suelos fecundos en un país en que el 50% de la niñez está desnutrida sin vistas de recuperación? ¿Los padres de quién lucharon en ese entonces? ¿Y los que de verdad trataron de luchar hace 30 años? ¿No es cínico hablar hoy de que no hubo choque sangriento, cuando la cúpula de poder y sus siervos abiertamente se burlan de los 200 mil y pico de muertos y desaparecidos durante la guerra, negando cínicamente el genocidio y pidiendo que les agradezcamos por poder hablar? Lo siento, pero de la única forma en que podemos usar dignamente la palabra trono, es como sinónimo de inodoro…y en el inodoro está nuestro redentor.
Es tu enseña pedazo de cielo / en que prende una nube su albura,
y ¡ay de aquel que, con ciega locura, / sus colores pretenda manchar!
Pues sus hijos valientes y altivos, / que veneran la Paz cual presea,
nunca esquivan la ruda pelea / si defienden su tierra y su hogar.
Nunca esquivan la ruda pelea / si defienden su tierra y su hogar,
que es tan sólo el honor su alma idea / y el altar de la patria su altar.
¡Ah, el segundo himno más bonito del mundo, dicen…! Lástima que a quien le suena bonito, no sabe nada de historia ni tiene noción de la realidad. Agradezco a Regina José Galindo por atreverse esta semana a “manchar los colores” de la bandera. Agradezco y admiro a cada poeta, cada narrador, cada rockero, cada artista, cada columnista, cada locutor, cada pensador que se atreve diariamente a salpicarnos con su supuesta ciega locura, con su valentía, con su altivez, a denunciar, a señalar, porque sin ese paso no podremos hacer nada más. La pelea es ruda, sí, pero sabemos que importa. Quizá no sabemos a dónde nos lleve… ciertamente no será a un altar, pero ese es el verdadero honor que está en juego. Si quien tiene una voz que se escucha no se dedica a gritar la verdad, ni tiene tierra ni tiene hogar ni tiene alma ni tiene idea.
Recostada en el ande soberbio / de dos mares al ruido sonoro,
bajo el ala de grana y de oro / te adormeces del bello quetzal.
Ave indiana que vive en tu escudo / paladión que protege tu suelo;
¡ojalá que remonte su vuelo, / más que el cóndor y el águila real!
¡Ojalá que remonte se vuelo, / más que el cóndor y el águila real,
y en sus alas levante hasta el cieeeeee-e-lo…
El Quetzal, nuestro pájaro verde que ya nadie ve, aniquilado por un gallo; quizá ya murió el quetzal, por fin desangrado del pecho como chofer de camioneta. El quetzal, nuestro billete que ya no vale ni un tor trix. El quetzal, una moneda que irónicamente dice PAZ de un lado cuando esa supuesta paz se confunde a diario con tragedias silentes. El quetzal, devorado irónica, inevitable y perennemente –como el hígado de Prometeo– por un águila norteña, engreída.
Los niños cantan algunas partes, otras las tararean como hicimos todos alguna vez. Por la tarde correrán muchos felices con antorchas, aguantando bocinazos, malas caras. Tal vez no les importa, porque lo hacen, según ellos, por amor a una “patria” aunque esa patria se resuma a un DPI que sirva para votar cada cuatro años por la cancioncita más chilera y las promesas más obvias, por quien diga no al aborto, por quien diga que ser homosexual no es natural. Pero bueno, supongo que comprendo que la mara se sienta amante de “la patria”: después de todo es esa misma “patria” la que se los vive cogiendo y ¿qué es eso sino ser la amante?
…Guatemala, tu nombre inmortDAME TU CELULAR HIJO DE PUTA ¡PUM!
“SALUDO DOS”.
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