Todo medio de comunicación tiene políticas editoriales, es decir, un conjunto de valores, orientaciones y criterios que guían su acción: la selección y jerarquización de los temas, su enfoque y tono. Son justamente estas políticas las que dan personalidad e identidad al medio y por ende, es perfectamente legítimo que los editores, el director o los consejos editoriales, se esmeren por hacerlas cumplir. Es por ello que cuando un columnista, bloguero o periodista ve que uno de sus textos no es publicado o retirado, no puede hablarse de censura en sentido estricto ni de una violación a la libertad de expresión.
Cuando se me invitó a formar parte de Plaza pública, hace aproximadamente un año y medio, lo primero que hice fue investigar la línea editorial del medio. La verdad es que no me costó mucho, era graduada de la Universidad Rafael Landívar y establecí de inmediato los límites de mi ejercicio profesional. Estuve de acuerdo y accedí, lo cual significó un compromiso personal con las reglas. El valor de un periódico radica justamente en la fuerza colectiva que logra transmitir a sus lectores. Mis opiniones y curiosidad personales no compartidas, debían ser moderadas y ajustadas a esta “cancha” pública. Sí, pública porque está destinada a un grupo de personas interesadas por la investigación, el análisis y la reflexión sobre temas de interés común.
En ese entonces vivía en Haití y no tenía vínculos con la Universidad desde hacía ya bastantes años. No volví a tener relación laboral con la URL sino hasta hace exactamente un mes. Hago la aclaración porque no quisiera que mis palabras se interpretaran como una defensa “interesada” del medio. Mi único interés es contribuir a la reflexión y al sano debate de ideas.
Antes de que Martín y Enrique me invitaran, había sido llamada a participar en revistas, semanarios y otros medios virtuales con cuya línea editorial no simpatizaba, no me hubiera sentido cómoda escribiendo para ellos, por lo que luego de agradecer la deferencia, cerraba con un amable “No”. Estaba en toda la libertad de hacerlo pues sentía que no podía ir en contra de mis principios y convicción ideológica. No iba a sentirme cómoda y hubiera estado tentada todo el tiempo a la transgresión y sus consecuencias -para ambas partes-.
Si en todo caso, no hubiese una explicación explícita de la línea editorial del medio, es fácil identificarla analizando los editoriales, el tipo de notas y su enfoque, así como la organización o institución que lo respalda y promueve. En virtud de lo anterior, si alguien sobrepasa el límite establecido, el Consejo Editorial o el Director están en todo el derecho de no publicar o retirar la nota en cuestión, y eso es así aquí y en todo el mundo. Sobre aviso no hay engaño. Aquí no hay espacios para la hipocresía.
Tampoco puede hablarse de violación a la libertad de expresión porque los autores del blog están en todo su derecho de exponer sus escritos e ideas en otros espacios. En estos tiempos abundan las opciones en Internet.
Ahora bien, que estas decisiones puedan ser legítimas, no significa que no puedan ser criticadas o debatidas, al contrario, y esto ha sido lo más valioso en este caso.
El debate público es lo que contribuye precisamente a la formación de opinión pública, nos obliga a ser exigentes y presionar por la mejora constante de la calidad, pluralidad, rigurosidad y veracidad del medio. Eso sí, esta otra forma de libertad de expresión no ampara el derecho de insultar a cualquiera. Tampoco da derecho a las minorías de absolutizar su punto de vista como si fuera el único ni a las mayorías de ignorar el sentir y pensar de las minorías.
Plaza Pública inicia su tercer año de labores con la oportunidad de autoevaluarse, aprender y mejorar aun más el buen trabajo realizado.
No me parece justo anular -por un hecho importante, pero excepcional y contingente-, la gran labor que Martín y su equipo de profesionales han hecho por dotar al país de un medio alternativo, altamente profesional , y sustentado en investigación académica. PzP ofrece a los guatemaltecos la oportunidad de ampliar sus perspectivas de análisis, de conocer problemáticas insuficientemente abordadas o sin abordar, de participar e interactuar como ningún otro medio lo ha hecho hasta ahora. Para nuestra fortuna, todo es perfectible.
¡Felicidades Plaza Pública por este segundo aniversario!
Más de este autor