Es cierto que el proceso de movimiento social a partido político no ha sido lineal e ininterrumpido, por lo que responder la pregunta se torna complejo ya que conlleva un diseño de investigación y una metodología precisa para discernir su respuesta. Pero, a grandes rasgos, es posible aseverar que parte del éxito electoral del Movimiento Semilla radica en cómo sus cuadros fundadores jóvenes, acuerpado por una élite académica veterana, están intrínsecamente ligados al movimiento estudiantil que resurgió en Guatemala luego de las multitudinarias protestas anticorrupción entre abril y agosto de 2015.
Al repasar la literatura de ciencias políticas acerca de las democracias liberales de los países industrializados, la teoría enfatiza la centralidad de los partidos políticos para la estabilidad y durabilidad de los regímenes. Entonces, si el Movimiento Semilla llegara efectivamente a traducir demandas sociales en «legitimidad democrática» constituiría un hito desde la transición ya que gobernaría desde la deliberación consensuada y no la unanimidad.
Canales de representación electoral
Los partidos son entidades esenciales para la democracia, ya que permiten la organización de los gobiernos y contribuyen así a la estabilidad del sistema político. Por otro lado, constituyen referentes reconocibles para que los votantes puedan decidir y autorizar quién puede gobernarlos. De hecho, la expresión de las preferencias de los votantes en un régimen democrático se basa en «atajos informativos» consistentes en programas, repertorios e imágenes pre-creados por los partidos políticos que participan en la competencia electoral. Esto también permite reducir los costos asociados con la información y evaluación que los votantes hacen sobre los gobiernos y los líderes políticos para decidir si votar por ellas o no.
[frasepzp1]
Incluso la hipótesis sobre el funcionamiento de «la democracia de la opinión pública» depende, en gran medida, de cómo los votantes identifican y evalúan a los partidos. La legitimidad surge de manera similar del desempeño partidista en dos ámbitos.
En el primero es discursivo: desde donde se diseñan y aplican las decisiones sobre políticas públicas. El segundo ámbito electoral: es donde los partidos compiten entre sí por el apoyo de los votantes para ganar posiciones de poder. Para ello deben ser considerados y vistos como canales confiables de mediación entre las demandas de los diferentes grupos sociales y el Estado. Estas proposiciones no pretenden ofrecer una teoría completa de la deliberación política; sólo pretenden «mostrar por qué la deliberación, en lugar de la unanimidad, debería ser la base de cualquier teoría moderna de la legitimidad.»
La academia considera a los partidos como canales de intereses y constructores de su asignación en el sistema político. En teoría, los partidos deberían ser capaces de expresar políticamente la diversidad que caracteriza a las sociedades complejas y desiguales. Asimismo, deben ser vistos como intermediarios permanentes de las múltiples preferencias de los grupos sociales existentes en los parlamentos. Son factores decisivos para regular las relaciones entre el ejecutivo y el legislativo. En consecuencia, son actores centrales para la estabilidad del régimen democrático. Además, las organizaciones de partidos políticos no son estáticas; más bien, se transforman continuamente a medida que se adaptan a electorados, tecnologías y entornos institucionales cambiantes.
Los «atajos informativos» de Semilla impulsaron discursivamente un mensaje a favor de la democracia, utilizando todas las herramientas institucionales para condenar las acciones del «Pacto de Corruptos». Con un bajo número de diputados (cinco), los representantes de Semilla continuaron denunciando la corrupción del gobierno durante su primer período legislativo. Una vez en la segunda vuelta, Arévalo extendió su campaña a las zonas rurales, animado por las encuestas que sugerían que no estaba muy atrás en los distritos fuera de la Ciudad de Guatemala e invocando el legado de su padre con promesas de reforma y cambio.
Comunicación política estratégica
Después del parlamentarismo clásico del siglo XIX y de la democracia de partidos instaurada a principios del siglo XX, el gobierno representativo adopta actualmente la forma de una «democracia de audiencia». Las características de esta nueva forma de gobierno incluyen la personalización de las elecciones y el surgimiento de expertos en comunicación política, la creciente importancia de ofertas políticas formuladas de manera tan vaga que las élites gobernantes poseen un gran espacio de maniobra. La omnipresencia de la opinión pública y la transferencia del debate político desde la trastienda de las comisiones parlamentarias y las oficinas centrales de partidos y asociaciones hoy llegan hasta la esfera pública.
Hay una distinción entre partidos de cuadros y de masas. La diferencia es estructural, ya que los de cuadros eran una agrupación de personalidades para la preparación de elecciones, realizando campañas y manteniendo contacto con los candidatos; mientras que el partido de masas recluta tantos miembros como sea posible. En resumen, lo que el partido de masas consigue mediante números; el partido de cuadros lo logra mediante selección.
Ya en el siglo XXI, los investigadores de partidos políticos señalan el declive del partido de masas con orientación ideológica y arraigo estructural; y el ascenso del «partido profesional electoral». El ingreso de estudiantes y profesionales jóvenes significó un alejamiento importante del ADN organizacional de los partidos hasta ese momento; implica la importancia decreciente de la vieja burocracia y la importancia creciente del personal. Dado que el personal constituye un recurso organizacional crucial, las personas de los partidos se ven favorecidos los cargos públicos. Y entonces, como sede de liderazgos cada vez más poderosos, surgen los «partidos cartel»: desde la administración pública procuran acumular recursos (e.g., personal, financiación), mientras que las oficinas centrales del partido se reducen gradualmente a un vehículo de marketing centrado en hacer campaña.
Esta transformación ha llevado a una disminución de la importancia del aparato partidario tradicional y de sus militantes: por otro lado, la personalización del partido ha reforzado la importancia de los líderes de los partidos y de una audiencia electoral mucho más independiente. La comunicación política ya no se centra en los partidos ni en los medios, ya que el público posee mayor autonomía respecto a los medios de comunicación. Las características de este nuevo estilo de comunicación política incluyen una afluencia de canales de comunicación, una creciente comercialización, la omnipresencia de los medios de comunicación y una mayor aceleración de la velocidad con la que la información política se vuelve accesible para una parte significativa del público.
Aun así, la afiliación a los partidos ha disminuido en muchas democracias, lo que ha llevado a una disminución de la inversión financiera y personal del electorado en los partidos. Esta apatía política podría verse a través del prisma de la legitimidad que el votante promedio derivada de los partidos antes de 2015. Según el Latinobarómetro de aquel año, la participación electoral promedio en las 82 elecciones presidenciales celebradas en América Latina entre 1995 y 2014 fue del 69,5% de los ciudadanos registrados. La cifra más baja se encontró en Guatemala (46,6%).
[frasepzp2]
Guatemala, gracias a un sistema de partidos políticos institucionalmente inestable, mantiene una gobernanza que sigue siendo patrimonial, con cámaras de gobierno pobladas por élites socioeconómicas, políticos tradicionales y el crimen organizado, carentes de cohesión ideológica aún dentro de los mismos partidos. En la política guatemalteca del nuevo milenio existe una falla de mercado donde la demanda —un electorado ideológico— sufre de la carencia de una oferta —partidos que se acoplen a las peculiaridades y creencias del elector—. Ocho años después, hoy existe la posibilidad de que esta falla estructural sea corregida por la vía institucional.
El último candidato antisistema en pie terminó segundo en la primera vuelta con 22 candidatos de partidos cartelizados. Arévalo había obtenido sólo el 3 por ciento en las encuestas, lo que convirtió su aumento electoral en uno de los mayores que América Latina haya visto en la última década. Movimiento Semilla, que obtuvo apenas siete escaños en las elecciones legislativas del 2019, triplicó con creces su porcentaje de escaños en su segunda elección al ganar 23 de los 160 escaños de la legislatura unicameral en 2023.
La anticorrupción como consigna legítima
El impacto de la corrupción en las actitudes hacia los partidos políticos está directamente relacionado con la experiencia democrática sinsabor que la ciudadanía ha experimentado desde los Acuerdos de Paz y con mayor intensidad desde el estallido de 2015. La corrupción ha engrasado la maquinaria cuyas redes han extraído capital de la administración pública.
Asimismo, aunque la mayoría de los ciudadanos guatemaltecos no se sienten cercanos a los partidos, quienes consideran que la corrupción ha estado bastante extendida en los últimos años confían, legitiman y se identifican aún menos con los partidos políticos, incluidos los ciudadanos con más años de educación. Por ejemplo, en la segunda vuelta reciente, la encuesta de CID Gallup mostraba un abismo en la inteción de voto entre votantes con estudios universitarios: 65% se decantaba por el Semilla, la sorpresa de primera vuelta compitiendo en su segunda elección; mientras que sólo un 18% por la UNE, el portento organizacional participando en su quinta elección.
Como rememoran las jornadas del estallido social de 2015 entre abril y agosto, las movilizaciones que resurgieron en las urbes tuvieron al movimiento estudiantil como grupo protagónico. Tanto la universidad pública, con asociaciones estudiantiles de larga data, como las universidades privadas que incursionaron con proyección social durante el momento de movilización, confluyeron en espacios públicos. En las calles y plazas se encontraron activistas de la USAC es pueblo y Landivarianos que, con el tiempo, buscaron canalizar sus válidas consignas dentro de partidos políticos como Semilla. Ya adentro, gracias a los mecanismos democráticos que proveen los partidos, contribuyeron deliberando para construir consensuadamente una legitimidad. A pesar de ser consignas de las y los estudiantes, y por el contexto político tuvieron que dejar fuera consignas como derechos sexuales o de la comunidad LGTB, siendo algo necesario para no alimentar el fantasma del comunismo.
Desde la participación de estos grupos en las protestas hace ocho años, que llevó a una búsqueda de canales de articulación para construir coaliciones más allá del ámbito interuniverstario, el apoyo (aunque no necesariamente adherencia) a un partido amalgamó estos esfuerzos discursiva y electoralmente. Ya dentro de Semilla, y en un contexto de regresión autoritaria, el mensaje agresivo pero puntual contra la clase política tradicional se convierte en un centrismo reformador que resuena con un electorado harto del status quo.
Entrevistar a personas que evolucionaron de votante harto a simpatizante o militante demuestra cómo dentro de un partido político genuino se encontró la forma para deliberar: qué agenda programática se va a perseguir y cómo lanzarla al terreno electoral. En esta lucha por la calidad de la democracia en Guatemala, lo esencial desde el punto de vista social es que una organización política pueda empezar a prosperar en escenarios libres de fraude presupuestario, esquemas de financiamiento ilegal que distorcionan la democracia y compran voluntades, y apropiación indebida del dinero de los contribuyentes.
La democracia evolucionó históricamente a través de un proceso complejo de lucha política y ajustes institucionales, y no por un modelo en torno al cual se unieron las personas amantes de la libertad, como se percibe en círculos intelectuales domésticos. El gobierno entrante, que comprendió el momento coyuntural de las deslegitimadas elecciones, y también el disgusto fundamental de la población con los altos índices de corrupción, capitaliza consignas del estallido que hoy ocupan un nuevo imaginario político guatemalteco del posconflicto. Hoy hay consenso en el debate que el combate contra la corrupción es central para reducir la pobreza y la brecha de desigualdad, para recuperar la autonomía universitaria y la independencia judicial, y para retomar el rumbo como democracia luego de retirar a la alianza criminal que capturó al Estado.
Fuentes consultadas
Navia, Patricio, Lucas Perelló y Vaclav Masek. 2019. “The Determinants of Perception of Corruption in Guatemala, 2006–2016.” Public Integrity. https://doi.org/10.1080/10999922.2019.1600964.
Navia, Patricio, Lucas Perelló y Vaclav Masek. 2021. “Demand without supply? Mass partisanship, ideological attachments, and Guatemala's electoral market failure puzzle.” International Area Studies Review. Vol. 25, No. 2., 2021.
Más de este autor