Una pareja se encuentra de pie, frente a la cama, comiéndose a besos. Mientras la sesión amorosa se va haciendo más intensa y la ropa empieza a desaparecer, los amantes se ven directo a los ojos y sonríen. Entonces, uno de ellos camina al equipo de sonido y presiona el botón de play. Empieza a sonar música de…
El poder de la música es extraordinario. Es una forma de arte cuyo efecto en el alma, en la mente y en el cuerpo es tan real como enigmático. Es una poderosa herramienta...
Una pareja se encuentra de pie, frente a la cama, comiéndose a besos. Mientras la sesión amorosa se va haciendo más intensa y la ropa empieza a desaparecer, los amantes se ven directo a los ojos y sonríen. Entonces, uno de ellos camina al equipo de sonido y presiona el botón de play. Empieza a sonar música de…
El poder de la música es extraordinario. Es una forma de arte cuyo efecto en el alma, en la mente y en el cuerpo es tan real como enigmático. Es una poderosa herramienta de fácil acceso que puede hacerte sentir mejor, bajarte el estrés, obsesionarte y, por supuesto, intensificar el placer en tus momentos más íntimos.
Con todo lo que se sabe hoy de la música, de su relación con nuestro cerebro y de la capacidad que tiene de llegar a la parte de nosotros que va mucho más allá del mundo físico en el que vivimos, era de esperarse que también fuera un elemento necesario para enriquecer nuestra vida sexual.
Charles Darwin tenía la teoría de que los seres humanos hacemos música por la misma razón que las aves cantan, o sea, para tener sexo. Escuchar, por ejemplo, a Barry White o a Marvin Gaye hace que esta teoría no parezca del todo descabellada, ¿o sí? Nadie podría decir que no ha escuchado alguna canción que le haya parecido sexi, que lo haya puesto, digamos, dispuesto o dispuesta.
Y es que es lógico que la música intensifique el placer en un encuentro sexual, pues se ha demostrado que la música que nos agrada activa las mismas áreas del cerebro que se estimulan con el sexo. La clave está, al igual que en una relación sexual, en saber qué le gusta a tu pareja y viceversa. Porque el efecto de una canción mal pensada en esa playlist tan íntima e importante puede ser también desastroso, es decir, puede bajar el mosh.
Acompañar un encuentro sexual con música puede ser una experiencia sumamente placentera. En un estudio realizado por la plataforma Spotify hace algunos años, varios de los encuestados aseguraron que por momentos se sentían más estimulados por la música que por el tacto de su amante. Así de increíble es lo que la música puede hacer en un momento que ya de por sí es intenso. Dan ganas de probar, ¿verdad?
Para este texto no hay playlist. No me atrevería siquiera a sugerir una canción. Al final, cada quien sabe qué le gusta en la cama, ¿no?
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