Con los matices del caso, y salvando la distancia entre el discurso y la práctica, percibo que nos enfrascamos en diálogos inútiles y maniqueos para definir derechas o izquierdas. Peor aún, cuando alguien dice que no es ni de derecha ni de izquierda, no me extrañaría que esa persona termine asumiendo posiciones conservadoras, neoliberales, reaccionarias, antidemocráticas, racistas, patriarcales y en no pocos casos anticientíficas. Pero también hay personas que no se identifican con una etiqueta binaria, como derecha o izquierda, y demuestran con la práctica una solidaridad y una coherencia que muchos quisiéramos tener.
Hace poco leí la opinión de una persona joven que explicaba que era de derecha porque defendía la vida, los valores y la propiedad privada. Y no cuestiono sus argumentos para caracterizarse, pero creo que detrás hay un discurso engañoso que debe ser desmontado: desde el anarquismo y el socialismo hasta la socialdemocracia o cualquier expresión liberal o antineoliberal (que no es lo mismo que anticapitalista), la defensa de la vida es un asunto cotidiano, personal o colectivo, y la defensa de la propiedad tiene relación directa con la libertad para poseer el propio cuerpo, los medios de producción o el territorio en el cual se habita. Asimismo, los valores están presentes, aunque por lo regular las derechas reivindican la individualización, el interés propio, mientras que las izquierdas por lo regular reivindican el bienestar colectivo. Pero ni unos ni otros niegan la individualidad o la importancia de la sociedad, así que la presencia de un sistema de valores tampoco es un marcador ideológico.
Entonces, la diferencia fundamental no es la protección de la vida o la propiedad privada o los valores. La diferencia más importante entre derechas e izquierdas, o entre conservadurismo y liberalismo, socialismo y otras concepciones políticas, es la mirada sobre las personas. En síntesis, desde la derecha se asume que, ya sea por cuestiones económicas, religiosas, étnicas, culturales o de género, las personas tienen un lugar y ese lugar no debe ser cuestionado. Esto va desde las miradas más reaccionarias que solo pueden pensar de manera binaria y que reivindican la violencia hasta posiciones liberales que sostienen la necesidad de que haya jerarquías, dominación y un orden que debe ser defendido mediante el uso de la violencia cuando sea necesario.
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¿Dónde está el contraste? Creo que desde las izquierdas o los posicionamientos progresistas se privilegia el cambio, ya qu el mundo es, en general, conservador, injusto, insostenible, poco democrático, patriarcal, racista y excluyente. Es decir, una mirada progresista interpela al sistema, ya sea mediante la conquista de semanas laborales de cuatro días, como en algunas sociedades escandinavas, hasta derechos básicos como el acceso a la educación primaria gratuita y obligatoria, algo que no se logra en Guatemala. Para cada plano puede haber una conquista, y en cada país puede haber sectores de derecha que prefieren congelar las cosas o dejarlas como están.
¿Cómo se justifica lo anterior? Básicamente, el sustento de la injusticia, de la desigualdad o de la inequidad es la idea de que no nacemos con los mismos derechos o de que los derechos que importan son solo los que no amenazan al sistema de acumulación neoliberal, hegemónico a nivel global, con algunas pocas excepciones y territorios en disputa.
Por tanto, no tiene sentido debatir sobre la vida, la propiedad o los valores. Tampoco sobre religión porque hay dioses de moda para todas las ideologías. Si alguien dice que es de derecha o que no tiene ideología, lo que deberíamos explorar es su mirada sobre la gente. Si esa persona afirma que el éxito o el fracaso es un asunto individual, que el mercado todo lo resuelve y que el Estado es el problema; si esa persona afirma que es normal que haya pobreza, que las mujeres estén subordinadas o que el racismo no existe, pues allí está su esencia ideológica.
Para cerrar, creo que le tengo una buena noticia. Cuando se habla de derechos, en ocasiones se pueden superar las diferencias creadas para manipularnos. Si hay un poco de empatía, y creo que mucha gente la tiene, podemos trascender ese modelo maniqueo que solo busca dividirnos.
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