Prueba de esto, el 19, 20 y 21 de agosto miles de estudiantes sancarlistas se organizaron para resguardar su proceso electoral y así recuperar su Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU). El desafío ahora es sostener su dirigencia a través de la movilización y organización estudiantil, y las mujeres estudiantes están llamadas a asumir este llamado.
Hace 40 años, el sociólogo René Poitevin desarrolló el estudio ¿Quiénes somos?: la Universidad de San Carlos y las clases sociales, que buscaba esbozar la composición de clase de los estudiantes sancarlistas en 1977. En ese entonces, la Universidad de San Carlos (USAC) tenía el rostro de un estudiante sancarlista, hombre urbano y ladino, cuyos orígenes obreros lo inclinaban a las luchas y demandas populares de ese entonces.
Actualmente, la composición de la población sancarlista se ha diversificado. Ya no es una cuestión de clases la que la define: las condiciones de género, las de etnia y la globalización han vuelto las dinámicas de la USAC mucho más complejas que lo que el sociólogo estudió en aquel entonces. Dinámicas que enfrenta la nueva dirigencia de la AEU después de 17 años de estar tomada por las mafias.
Esta premisa fue una de las ideas fundadoras de la organización Frente Estudiantil. Y un trabajo colectivo que se nutriera de la diversidad de posturas fue el escenario para la conformación de un proyecto político estudiantil diverso y autónomo. Es en este escenario donde las mujeres sancarlistas han trabajado una apuesta feminista cuya transversalidad se evidencia en mecanismos claros para la toma de decisiones y la elección de sus dirigencias.
Es por esto que contar con mujeres en la dirigencia de Frente Estudiantil no fue una situación adrede. Es resultado de todo un proceso de conformación que se ha hecho de los principios democráticos de la soberanía de la mayoría y de la defensa de los derechos de las minorías como herramientas que sus integrantes han ejercitado desde su fundación, hace un año, para dar lugar a la elección, en asamblea general, de la planilla que incursionaría en las elecciones estudiantiles para la recuperación de la AEU. Es en ese escenario donde Lenina García es elegida candidata a secretaria general de Frente Estudiantil.
Además, la formación política de sus integrantes en derechos humanos, organización social, planificación y resolución de conflictos, además del activismo realizado en la defensa de los derechos de niños y adolescentes, en el movimiento estudiantil normalista o en el feminismo, le han dado a Frente Estudiantil una estructura orgánica que le ha permitido hacerse con el 65 % de los votos estudiantiles, según resultados preliminares del Consejo Electoral Estudiantil Universitario.
Es por ello que pensar en una AEU que apueste por las demandas de las mujeres sancarlistas es una realidad no solo porque una mujer sea elegida para la Secretaría General, sino porque ese 53.6 % de mujeres estudiantes tienen la posibilidad de asumir la organización y la articulación como mecanismos que evidencien las condiciones de exclusión y discriminación que viven a lo largo de su vida universitaria y, de esta forma, orientar y nutrir la agenda de la AEU. La historia del movimiento estudiantil da cuenta de que no es la dirigencia la que define el rumbo, sino que son los sectores que la componen los que marcan el paso con su organización y presión.
En ese sentido, el desafío para las estudiantes feministas es construir la agenda de las mujeres a partir del diálogo y del encuentro en la diversidad como mecanismos para acercarse a las estudiantes que son conscientes de las condiciones de desventaja, pero que no han visto en el feminismo el medio que permita canalizar sus demandas y necesidades. Construyendo un feminismo dialogante es como las mujeres sancarlistas honrarán la memoria de Rogelia Cruz, de Aura Vides y de todas aquellas estudiantes anónimas que dejaron la vida y sus sueños para que la USAC sea hoy por hoy una universidad con rostro de mujer.
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