El Centro de Investigaciones Pew estima que en 2013 había más de 1.3 millones de guatemaltecos viviendo en los Estados Unidos. De estos, aproximadamente 834,000 nacieron en Guatemala y 470,000 en Estados Unidos. Muchos guatemaltecos se han asentado en grandes ciudades como Los Ángeles, Chicago, Miami, Houston y Nueva York, así como en comunidades más pequeñas en Carolina del Norte, Georgia, Michigan, Ohio y Colorado, entre otros estados. Se estima que el 60 % de los inmigrantes guatemaltecos ...
El Centro de Investigaciones Pew estima que en 2013 había más de 1.3 millones de guatemaltecos viviendo en los Estados Unidos. De estos, aproximadamente 834,000 nacieron en Guatemala y 470,000 en Estados Unidos. Muchos guatemaltecos se han asentado en grandes ciudades como Los Ángeles, Chicago, Miami, Houston y Nueva York, así como en comunidades más pequeñas en Carolina del Norte, Georgia, Michigan, Ohio y Colorado, entre otros estados. Se estima que el 60 % de los inmigrantes guatemaltecos son indocumentados. Si bien faltan datos, los mayas son una parte significativa de la migración y la diáspora guatemaltecas. Los sentimientos antindígenas y el racismo están presentes en la comunidad latina y guatemalteca, y expresiones despectivas como no seas indio o cara de indio se usan para discriminar a los mayas.
Muchos guatemaltecos y mayas han creado espacios en Estados Unidos para promover su identidad, cultura, historia y justicia social. Estos incluyen La Comunidad Ixim (un colectivo de jóvenes mayas y guatemaltecos de segunda generación en Los Ángeles), Contacto Ancestral (un programa de radio maya) y Pastoral Maya (una organización con base católica que trabaja con inmigrantes y jóvenes mayas). Estos espacios son importantes porque los guatemaltecos y los mayas están marginados dentro de la comunidad latina y están subrepresentados en el sistema educativo, en los medios de comunicación, en la política y en otros espacios.
En Estados Unidos, los guatemaltecos se enfrentan a la discriminación y al racismo y existe una violencia estatal y un ambiente antinmigrante en la sociedad. Bajo la administración de Trump, el nacionalismo y el terror racial blanco han contribuido a aumentar los crímenes de odio y los ataques contra los inmigrantes y las personas de color en general. Las políticas antinmigrantes han llevado a redadas y deportaciones masivas; a la criminalización y deshumanización de los migrantes, los refugiados y las caravanas; a la separación familiar; a que los niños sean encerrados en jaulas en la frontera de Estados Unidos y México, y a abusos contra los derechos humanos, como las muertes en 2018 de Jakelin Caal (q’eqchi’), de siete años, y de Felipe Gómez Alonzo (chuj), de ocho años, mientras estaban en custodia de las autoridades migratorias estadounidenses. Existe una ignorancia general en Estados Unidos respecto a Centroamérica. Un ejemplo reciente lo dio el noticiero Fox cuando se refirió a Guatemala, El Salvador y Honduras como «países mexicanos».
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Mis experiencias personales creciendo en Estados Unidos y recuperando mi identidad y mis raíces mayas guatemaltecas les han dado forma a mis investigaciones académicas en las áreas de migración, desplazamiento y diáspora, así como sobre desigualdades, resistencias, violencia estatal e injusticias sociales que ocurren en Guatemala. Cuando estoy en ese país, mi identidad maya y guatemalteca es cuestionada o lleva a la confusión. En una ocasión un amigo me presentó a alguien diciendo: «Antes era k’iche’, pero ahora es, más que todo, gringo». Otro amigo me llamó «gringo maya» en broma para resumir la ambigüedad de mi ser, cuyo cuerpo está racializado como una fuente de mano de obra barata, además de criminalizado y deshumanizado como indio en Guatemala y mojado e ilegal en Estados Unidos, pero que al mismo tiempo tiene el privilegio de la movilidad debido a que es ciudadano estadounidense, por lo que no le teme a la deportación, o de viajar a Guatemala ida y vuelta sin la necesidad de una visa. Algunos en Guatemala también han dicho que soy un hermano que ha regresado a la tierra natal. En 2015 me volví ciudadano guatemalteco por mi derecho de nacimiento. Actualmente tengo la doble ciudadanía.
Si bien muchos de nosotros nacimos en Estados Unidos, hemos enfrentado desafíos considerables y hemos vivido una amplia gama de experiencias. En mis columnas de Plaza Pública espero valerme de mis experiencias académicas y personales como miembro de la diáspora para discutir los problemas sociales y políticos que enfrentan los pueblos indígenas y los guatemaltecos en Guatemala y en el extranjero, así como para brindar un análisis de ellos.
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