Constantino el Grande realizó el acto político más importante de la historia, el cual determinó la raíz y naturaleza de la civilización occidental: centralista, guerrera, religiosa, invasora y practicante de la ética de muerte y el odio al «otro». Fue el emperador que instituyó el monoteísmo, gobernó el Imperio Romano y es el primer emperador en convertirse al cristianismo.
El monoteísmo ha sido una de las principales causas de la centralización del poder. Este proceso ha favorecido la acumulación de riquezas en élites nobiliarias que se consideran de origen divino y que, además, son las encargadas de formular, monopolizar y aplicar la justicia, así como de controlar la narrativa dominante. Esta justifica el nuevo orden social (colonialismo, capitalismo, modo de vida imperial), caracterizado por una marcada concentración de poder, prestigio y riqueza.
[frasepzp1]
Desde entonces, es común el uso de la religión para justificar la violencia. En algunos textos religiosos, como ciertos pasajes del Antiguo Testamento, se describen acciones violentas ordenadas por Dios contra pueblos o individuos que no se ajustan a sus mandamientos o que son considerados enemigos. Se justificaron las guerras santas para imponer el cristianismo: las cruzadas, la invasión colonial a estos territorios, los genocidios, las guerras mundiales y la actual tercera guerra mundial, velada, pero ya en marcha.
El consolidar una creencia común, de pretensiones universales, riñe con la diversidad y pluralidad de otras creencias, y también de epistemologías, lo que ha provocado la exclusión de los «otros». Es de ahí donde surge el argumento del monoteísmo con finalidad política de centralizar el poder, el ser y el saber. Esto lleva a la exclusión de aquellos que no comparten la misma creencia, lo que tiene implicaciones políticas y sociales significativas. Diluyamos las dos caras de la moneda:
La relación entre monoteísmo y poder
-
Centralización del poder: El monoteísmo es utilizado para legitimar y centralizar el poder en manos de una autoridad única, ya sea religiosa o política. Esto conduce, reitero, a la acumulación del poder y la exclusión de quienes no se ajustan a la norma establecida.
-
Control del ser y el saber: La creencia en un solo Dios puede resultar en la imposición de una única visión para traducir al mundo, lo cual marginaliza otras formas de conocimiento y perspectivas, por lo que, definitivamente, impacta la diversidad cultural y la inclusión social.
Por otro lado, la importancia de la pluralidad implica valoración de la diversidad: Es importante reconocer la diversidad de creencias y epistemologías que existen en el mundo, para promover la inclusión y la tolerancia, y así evitar la exclusión de aquellos criminalizados como paganos. Además, el diálogo y la comprensión entre diferentes visiones pueden ser fundamentales para promover la paz y la cohesión social, lo cual ayudaría a encontrar puntos en común y a resolver conflictos de manera pacífica.
Baruch Spinoza, un filósofo racionalista del siglo XVII, tenía una concepción de Dios bastante diferente a la tradicional. Para él, Dios no era un ente personal con voluntad y emociones, sino más bien una sustancia infinita y eterna que constituye todo lo que existe en el universo. Esta sustancia divina se expresa a través de la naturaleza y es la base de toda la existencia. Siendo religioso católico fue excomulgado por sus ideas.
¿Será que el filósofo occidental tuvo conocimiento de la cosmovisión de los pueblos ancestrales mesoamericanos, los mayas, por ejemplo?
Dicha cosmovisión sitúa a la madre naturaleza en la cúspide de la creación. De ella, el ser humano es parte mínima constitutiva que comparte la existencia y vida con seres inanimados, energías, conocimientos en un proceso permanente de búsqueda del equilibrio y la armonía.
Los invasores castellanos consideraron pagana esa visión holística, al confundir las manifestaciones energéticas de la naturaleza —que eran veneradas y respetadas— con un supuesto politeísmo. Creyeron que los pueblos originarios adoraban muchos dioses, cuando en realidad estos sacralizaban todo aquello que daba vida: el maíz, la tierra, el agua, el aire, el fuego y el sol, fuente primordial de existencia. Para ellos, todo era sagrado como energía, no como divinidad. La vida social, por tanto, era una continua ceremonia de agradecimiento y respeto a la madre naturaleza.
Más de este autor