Detrás de una curva, un río apareció, su rugido era ahogado por el viento del páramo. La ruta me llevó por una subida en una gradiente pronunciada, seguida de un vertiginoso descenso entre arenales negros, sobre un empedrado milenario, que hacía rebotar hasta el límite la suspensión de mi bicicleta —que ahora es ya un pedazo irreconocible de chatarra—.
La adrenalina a tope, y en mi cabeza las estrofas de una canción de los Smashing Pumpkins: despite all my rage, I am still just a rat in a cage… la banda sonora adecuada para una jornada épica.
[frasepzp1]
La última vez que escribí sobre los Smashing Pumpkins fue en 2023, tras el lanzamiento de Atum. En esa ocasión, con una discusión conceptual de cómo un álbum que coqueteaba con el concepto de ópera rock, evolucionaba desde el personaje del Zero del Mellon Collie hacia Shiny de ese álbum. Para entonces, Billy Corgan ya había publicado, hacía varios años, Blinking with Fists (2004), su libro de poesía. Al igual que en sus canciones, hay una mezcla de sentimientos a medio camino entre la ira, la soledad y la melancolía.
Creo que por cuestión de segundos no me crucé con Billy Corgan durante su visita al centro histórico de Quito. Reconozco la carreta de frutas que aparece en su post en Instagram, la misma que observo en mi teléfono mientras hago fila para ingresar al concierto. La noche fría me recuerda por qué un canelazo—aguardiente de caña, fruta y canela— es la forma más sencilla de combatir el frío en los Andes.
Un Billy Corgan vestido con una sotana negra recibe a una multitud que poco a poco se va hipnotizando con los largos riffs de guitarra, entre los que destaca una interpretación espectacular de Cherub Rock, o de Ava Adore y culmina con Zero, que hacer rabiar a una multitud. Entre cada canción, desfilan guitarras y bajos que hacen pensar en que la banda viajó con un arsenal.
Los personajes en las gradas se multiplican: los borrachos de traje y corbata, con aire de asesores legislativos, que tiene cara de no saber dónde están. El tipo junto a mí que está solo porque su cita lo plantó. La pareja que no deja de tomar selfies. El olor a marihuana, aunque nadie fuma. Individuos que festejan y olvidan, o al menos posponen la omnipresencia de los apagones de electricidad por 14 horas cada día.
Despite all rage I am still just a rat in a cage, repite la multitud a coro. La épica se mantiene. La esencia de la escena grunge se niega a morir, y los Smashing Pumpkins rescatan una puesta en escena más de su tour The World is a Vampire. La definición de ganar – ganar.
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