Saludar a la patria con motivo del 204 aniversario de la suscripción del Acta de independencia de Centroamérica, se vio ensombrecido por incidentes que precedieron los actos oficiales que año tras año se organizan en recuerdo del 15 de septiembre de 1821.
Primero, unidades castrenses de Guatemala y de Belice protagonizaron un duelo verbal que circuló en redes sociales sin mayor contexto y del que se derivaron pronunciamientos de los respectivos gobiernos. Uno y otro se quejaron de una incursión territorial no autorizada en los límites que toca el río Sarstún, situación que se ha registrado con cierta frecuencia.
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El cruce de palabras no pasó a más, aunque la tensión fue evidente porque desde cada nave marina se argumentaba sin que la contraparte cediera. Luego vinieron las declaraciones diplomáticas y, como es usual, Belice gestionó apoyos externos, de manera que apareció la Comunidad del Caribe (Caricom) afirmando que se produjo «el ilegal ingreso de fuerzas militares guatemaltecas» y obviando la versión de que quien violó las reglas fue la patrulla beliceña.
Pero bien, sean peras o manzanas la realidad es que el conflicto que desde hace 79 años mantienen estos vecinos, y la soberanía que reclama uno y otro, tuvo un nuevo momento candente al tiempo de que sigue en punto muerto el diferendo territorial, insular y marítimo que conoce la Corte Internacional de Justicia, en La Haya, Países Bajos.
Vale resaltar que el litigio a cargo del máximo ente judicial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el cual es integrado por 15 jueces de sendos países, significa que Guatemala no ha desistido de la reclamación y se reserva derechos sobre Belice, es decir, como no existen límites establecidos exige el control de una porción territorial.
Al respecto, desde 1945 y por disposición del Congreso de la República está normado que el mapa de Guatemala se plasme sin desmembración alguna, por lo que debe incluir a Belice con el texto «Diferendo territorial, insular y marítimo pendiente de resolver». Sin embargo, es mínimo el cumplimiento de esto, por lo contrario, los festejos por la «independencia y la soberanía nacional» incluyen la representación gráfica del país, sin la referencia de Belice.
Como el 15 de septiembre afloran el civismo y la adoración a la patria, no está de más señalar que mucho haríamos en no olvidar que el mapa de Guatemala debe incluir a Belice con la anotación citada. Tampoco dejar de lado lo que pasó el 1 de julio de 1823, cuando se proclamó la «independencia absoluta de España y de México», ni el 21 de marzo de 1847, cuando surgió la «soberana e independiente» República de Guatemala, acontecimientos que no alcanzan reflectores a pesar de su incidencia y relevancia en la vida política del país.
También es incoherente mostrar patriotismo desperdiciando agua, cada vez más escasa y cara, utilizándola como proyectil al introducirla en bolsas de plástico que, a mediano plazo destruyen el ambiente, y en el inmediato lastiman a personas y vehículos. Tal práctica es un absurdo total, tanto como las riñas desatadas bajo la influencia de bebidas embriagantes. Ambas expresiones desvirtúan la supuesta manifestación nacionalista, tan limitada como la arraigada costumbre de entonar la cuarta parte del himno nacional. Esos cinco minutos y quince segundos que abren ceremonias diversas, deberían desarrollarse por completo, no saltarse el orden para ahorrar sinsentidos.
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