A pesar de las molestias y los lamentos de la afición, o los ratos colorados de dirigentes del futbol federado cuando fueron citados al Congreso de la República, todo el alboroto por la venta de entradas para el partido entre las selecciones de Guatemala y El Salvador quedó en cero.
[frasepzp1]
El denominado mercado negro ha funcionado desde siempre. En los años setenta del siglo pasado, por ejemplo, era usual que en los alrededores del entonces «Mateo Flores» se escuchara «Cinco más y de una vez adentro». Significaba que por cinco centavos más respecto del valor original, la persona interesada adquiría con un revendedor el boleto para ingresar en la localidad más barata: general.
Hoy, quienes en cuestión de minutos acapararon las entradas, vendieron en no menos de Q700 el acceso a general, es decir, con un incremento de Q600, pues el valor original era de Q100 más un porcentaje del intermediario oficial. Vale señalar que las regulaciones del ente rector del balompié mundial no permiten taquillas en el estadio, sino que todo debe ser en línea.
De acuerdo con lo explicado por la dirigencia deportiva, entre el 10 y el 13 de agosto se pusieron a la venta 11 mil boletos, cada día una localidad: palco, tribuna, preferencia y general. Con esas transacciones, la Federación Nacional de Futbol obtuvo poco más de Q3 millones, cifra pequeña en relación con lo que cosecharon quienes se sirvieron con la cuchara grande.
Y es que, por ejemplo, alguien tomó 240 boletos, a pesar de que, supuestamente, solo se permitiría un máximo de cinco boletos por persona. Este fue uno de los casos que se movieron desde la oscuridad y que marcaron la exclusión de miles que no pudieron comprar al precio establecido.
Lo suscitado extra cancha en el primer capítulo en casa, en la fase decisiva con miras a EE. UU.-México-Canadá 2026, mostró una frágil defensa del sistema de venta de boletos. Un contundente y veloz ataque del mercado negro que, en posición adelantada y contra el juego limpio, anotó los goles sin que hubiera tecnología que lo frenara.
Todavía no puede asegurarse que Guatemala clasificará por primera vez a la máxima cita del deporte más popular en el mundo. Lo único certero es que, como ocurrió contra El Salvador, cuando vengan los combinados de Surinam y Panamá, siempre y cuando el equipo chapín mantenga probabilidades de éxito, el negocio redondo está garantizado para el mercado negro. Así las cosas, con quejas y lamentos, de unos, y ratos colorados, de otros, la gente correrá por un boleto, a cualquier precio.
Ojalá cambiara la tónica, pero no se ve por dónde. Como ha ocurrido con el futbol, ha pasado con eventos artísticos. En resumidas cuentas, la emoción y el interés de estar en un espectáculo masivo de relevancia, aunado a la capacidad financiera, o incluso el impulso de endeudarse, determinan que la actividad se lleve a cabo con los graderíos llenos.
Afortunadamente, en lo que a los duelos eliminatorios del conjunto bicolor compete, la radio, la televisión y las plataformas digitales son opciones para vivir la pasión de un deporte que pronto da revanchas, como en este caso, de la burla en la compra de boletos se llegó a acompañar el partido en otros espacios. Y, por cierto, tocará seguir trabajando para encarar el duelo siguiente, cuando habrá que ver cómo se afronta al poderoso y bien conectado mercado negro.
Más de este autor