Violencias que tienen en el femicidio la manifestación extrema, pero que también se presentan de otras formas. A lo largo de la historia, Guatemala no ha sido excepción de violentar de diversas formas los cuerpos y la integridad de las mujeres, tanto adultas como niñas. La contrainsurgencia, ejercida como terrorismo de Estado durante el Conflicto Armado Interno desapareció a miles de mujeres y ejecutó a muchas más. Casi todas ellas, antes de ser desaparecidas o asesinadas, también enfrentaron tortura física y sicológica, así como violencia sexual.
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El espacio se hace corto para mencionarlas una a una. Sirva como homenaje a todas, el nombrar a María Chinchilla, Rogelia Cruz, Adelina Caal (Mamá Maquín), Irma Fláquer, Alaidde Foppa, Silvia Welches, Cándida del Valle, Alma Libia Samayoa, Nilda Sierra, Aura Marina Vides, Rita Navarro, Guadalupe Navas, Hilda Carlota Pérez, Cristina Yolanda Carrera, Sonia Alesios, Irma Candelaria Pérez, Gabina Morán Chupé, María Pinula Lux, María Ramírez Anay, Lucrecia Anleu, Norma Padilla, Marilyn Sosa Castillo, Rosa María Castillo, Sandra Isabel Natareno, Candelaria Pop, María Tobar, Marta Lidia Rivera, Dina Patricia Cardosa, Yolanda Rodríguez, Rosaura Margarita Carrillo, Glenda Corina Carrillo, Mayra Gutiérrez, Rosario Leal, Myrna Mack Chang, entre decenas de miles asesinadas por el terrorismo de Estado.
Es necesario recordar igualmente a María Isabel Veliz Franco, Claudina Veláquez, Cristina Siekavizza, cuyas vidas arrancó la violencia machista, así como a Patricia Samayoa, víctima de la irresponsabilidad empresarial de la mal llamada seguridad privada.
No podemos dejar de mencionar a las 41 niñas del hogar Virgen de la Asunción, masacradas por el gobierno de Jimmy Morales Cabrera; así como a las 15 niñas que si bien sobrevivieron, quienes han quedado con graves quemaduras, tan solo por requerir que se respetaran sus derechos.
Las mujeres asesinadas o desaparecidas suman, a la violencia inmediata contra sus cuerpos, la violencia de la difamación que busca justificar sus muertes culpándolas de los hechos.
Las violencias también se expresan en las agresiones constantes que enfrentan las mujeres que alzan la voz en todos los espacios, en las niñas y mujeres que son violentadas sexualmente o explotadas laboral y físicamente. Las mujeres defensoras de derechos humanos viven la violencia de la impunidad por las agresiones.
Por ellas –y en su memoria– las mujeres marchan este 25 de Noviembre para reclamar justicia. Para demandar políticas públicas que se enfoquen en cerrar las brechas de la inequidad y la impunidad.
Pero no solo por Guatemala se reclama. Nuestras hermanas en Nicaragua y El Salvador enfrentan este día obligadas al encierro, a no salir a demandar sus derechos pues los machos en sus respectivos gobiernos han pretendido silenciarlas. Sin embargo, desde aquí también se mueven las alas de las mariposas de Guatemala en solidario abrazo con las hermanas de El Salvador y Nicaragua. Sus voces son las nuestras; sus luchas, también.
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