Su principal promesa de campaña, que fue terminar con la inmigración indocumentada, parece no alcanzar su objetivo al ser contradictoria, ya que quienes tenían un estatus documentado (TPS y DACA) se verán obligados a permanecer de manera indocumentada y a desplazarse internamente para no ser localizados. O bien algunos de ellos, como ya está sucediendo, empezarán a planear su retorno y a prepararse para eventuales deportaciones. Muchas familias quedarán divididas entre los miembros que logren quedarse y los que serán forzados a regresar a su país de origen.
Su impacto es todavía inimaginable en los países centroamericanos, cuyas economías dependen en buena medida de sus remesas, ya que sus débiles democracias dependen de la estabilidad de esta válvula de escape que ha significado la migración para mantener las economías de subsistencia y mitigar los indicadores de pobreza.
Debido a los persistentes niveles de criminalidad en los países del norte de Centroamérica, México se ha constituido en una alternativa para el refugio, seguido de pequeñas cuotas que recibirá Costa Rica. Y Guatemala, al parecer, estaría en una doble situación como país emisor y receptor de refugiados.
Por ello es posible que en un tiempo corto experimentemos el denominado apretón migratorio en la región, por lo que no habrá país que no se vea afectado por ello.
Esto es causa y a su vez será una variable fundamental de la disputa que se está librando en las mal logradas democracias centroamericanas y en la democracia liberal estadounidense.
En las recientes elecciones legislativas y municipales de El Salvador, el gobierno actual del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) sufrió el castigo del voto de su ciudadanía, ya que claramente este gobierno no solo no contribuyó a proponer alternativas a ningún problema social, sino que además aplicó armas letales contra las pandillas como cualquier gobierno de derecha extrema.
Honduras vive uno de sus peores momentos al haberse legitimado allí un claro golpe de Estado a los ojos y acciones de las representaciones de esta democracia liberal que Estados Unidos y la OEA se jactan de defender. No menos importante fue también la ambigua declaración final de la Unión Europea. Hoy Honduras está generando nuevos flujos migratorios que huyen por la violencia política.
Nicaragua se está convirtiendo en el paraíso de quienes se escapan de la justicia en los países donde existen procesos anticorrupción y antiimpunidad en curso. Además, ha sido el primer país de esta región en cerrar las puertas a la migración intrarregional.
En Costa Rica, la Suiza de América, hoy su elección libre y democrática está por poner al frente de la Presidencia de la República a un representante de las Iglesias evangélicas que amenaza con acabar con todas las demandas de derechos de las mujeres y de la población LGBTI. Lamentablemente, Costa Rica, quizá el único país de democracia liberal estable, fue alcanzada por los aires centroamericanos, de modo que hoy hay incertidumbre sobre su futuro inmediato.
Guatemala, con el trabajo de la Cicig y el MP, está logrando remover las estructuras criminales de corrupción e impunidad enquistadas en el Estado, pero aún esta por verse si habrá un desenlace que siente las bases para desarrollar su democracia o, por el contrario, para seguir debilitándola.
Belice no parece verse aún como parte de esta región, a pesar de la importancia que tiene como receptor de migrantes centroamericanos, sobre todo cuando sigue existiendo el conflicto territorial con Guatemala, a propósito del cual este 15 de abril se llevará a cabo la consulta popular para dar potestad al Estado de ir a un diferendo territorial, insular y marítimo a través de la Corte de Justicia Internacional.
Y en Panamá, que sigue gozando de una bonanza macroeconómica, persisten niveles de desigualdad, sin embargo. Además, dicha nación es propensa a la presión que pueda generarles más migración venezolana y centroamericana.
Así las cosas, Centroamérica no solo puede afrontar un apretón migratorio producto del cierre de la frontera norte, sino también crisis severas de sus inestables democracias, a menos que se logren reencauzar los procesos democráticos, se alcance un nuevo pacto mundial por las migraciones, se valide una ciudadanía transnacional y se fortalezcan regiones integradas.
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