Pensemos en dos escenarios para el año 2053, en donde la inteligencia artificial (IA) juega un papel central. En el primer escenario, el capitalismo neoliberal de las corporaciones globales se ha consolidado, ha destruido y fragmentado a Rusia y ha aislado a China conteniendo su desarrollo y rompiendo sus alianzas con los BRICS. En el segundo escenario, China emerge como superpotencia, utilizando la IA para la planificación y gestión económico-social de un bloque multinacional gigantesco.
En el primer escenario, el capitalismo corporativo neoliberal sigue su marcha triunfal, basado en la acumulación de riqueza en manos de unas pocas élites, sin importar el costo humano y ambiental que esto pueda tener. El resultado es la profundización de una brecha global: una minoría opulenta y una mayoría empobrecida y dominada con el auxilio del nuevo modelo de propaganda administrado por la IA. La idea de resolver los problemas sociales más graves parece improbable, ya que el capitalismo neoliberal se basa en la lógica de la acumulación y el desarrollo desigual.
En el segundo escenario, China se consolida en un mundo multipolar y utiliza la IA para la planificación y la gestión económico-social. China ha demostrado que puede combinar el modelo capitalista con la planificación central, a través de la gestión del Estado de sectores estratégicos, lo que ha permitido al país reducir la pobreza y desarrollarse de forma espectacular en las últimas décadas. Además, China ha invertido masivamente en IA y tecnología, convirtiéndose en líder mundial en este campo.
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Así las cosas, la vilipendiada planificación central se fortalece de la mano con IA después de décadas. China la ha utilizado para la gestión de ciudades inteligentes, transporte y energía, lo que ha permitido una mayor eficiencia y control de costos. Además, la planificación central abriría la puerta para la asignación adecuada de recursos para resolver problemas sociales, como la pobreza, el acceso a la salud y la educación, y la protección ambiental.
En contraste con sus beneficios potenciales, hay preocupaciones inocultables sobre el uso de la IA por parte del Estado para controlar a la gente. China ya está utilizando la tecnología de reconocimiento facial y un sofisticado sistema de vigilancia para dominar a su población. La IA también puede incorporar sesgos cognitivos humanos y por lo tanto ideológicos, lo que puede llevar a la profundización de injusticias. No obstante, la mirada crítica sobre el Estado chino no es una apología del capitalismo occidental que ejerce exclusión y violencia económica, cultural o física para depauperar a miles de millones de personas. Lo que quiero poner bajo observación es la relación de la IA con la planeación central y sus múltiples implicaciones.
Nótese que en ninguno de los dos escenarios he incorporado la democracia, que tiene diversas interpretaciones y que posiblemente será la gran perdedora junto con los derechos civiles, frente a las capacidades de vigilancia que aporta la IA. Lo que sí enfatizo es que la planificación central puede ser efectiva, especialmente si se articula con la IA. Esto es una alternativa real a la lógica del mercado que por definición elude la intervención del Estado salvo como aparato policial y represivo para proteger intereses de clase. En suma, puede ser que la planificación central termine por aplastar el pensamiento crítico y la disidencia, así como lo hace el capitalismo neoliberal de forma diferente pero constante.
¿Dónde queda este país en esos futuros? Independientemente de la plausibilidad de cada escenario, somos irrelevantes para la geopolítica porque, constituimos una zona marginal con un Estado fallido, controlado por una élite depredadora que posiblemente se integrará a nuevos actores enriquecidos por el narcotráfico y la corrupción más reciente y descarada. Probablemente, estos territorios estarán en treinta años, bajo la influencia de un sistema de vigilancia y propaganda inédito donde la IA estará presente y donde las mayorías depauperadas estén mucho peor, salvo que un evento mayúsculo arrebate el poder a una oligarquía incapaz de gestionar estratégicamente este proyecto que llaman Guatemala. Ese cambio social indispensable no depende de la IA pero puede ser influenciado por ella, para bien o para mal, desde una realidad geopolítica o desde otra.
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