Aquí no me quiero centrar en el tema de las pruebas. El tema, creo, es el de los recuperados. A simple vista pareciera que este número no es tan importante para conocer en dónde y en qué estamos en la epidemia, pero no es así. Voy a permitirme, aunque sé que no es mi rol, ponerme en el papel de un tomador de decisiones. Asumiendo que lo más importante son las vidas de las personas (que es mi postura), lo principal en este contexto es no saturar el sistema de salud. Queremos que los hospitales no se saturen, que el personal médico sea suficiente y el equipo de intensivos también, o, en el peor de los casos, prever cuánto nos falta para intentar cubrir lo mejor posible las necesidades. Para lograr esto, el número más importante es el de los infectados activos, es decir, el de los casos que no están cerrados (recuperados y fallecidos). Habiendo formas de estimar la evolución de los casos activos, podemos prever esto y así tomar decisiones como aplicar más restricciones o permitirnos liberar algunas de acuerdo con este número y con cómo va evolucionando. Así, la cantidad de recuperados es de suma importancia. Si no la conocemos bien, es imposible saber cuántos infectados activos hay en el país.
Está claro que la epidemia está en esta fase de crecimiento acelerado y que no está cerca de terminar. Lógicamente, la evolución de los recuperados debería ser parecida, pero con un retraso. Veamos en la gráfica hasta abajo cómo evoluciona la cantidad de recuperados nuevos cada día. Pareciera que ya hemos pasado el pico de la epidemia y que estamos saliendo de esta. ¡Qué lindo sería! Pero analizar datos es más que ver estadísticas y números: hay que saber interpretarlas. ¿A qué se debe esto?
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Debido a la saturación de los hospitales, la mayoría de los pacientes asintomáticos o con síntomas leves han sido enviados a sus casas a recuperarse y, salvo que lleguen a presentar un cuadro clínico preocupante, son llevados a hospitales, si tienen suerte. Las pruebas son escasas, el personal médico también. Esto quiere decir que no hay un control sobre estos casos y que no sabemos si han dejado de ser infecciosos. Esto es preocupante desde cualquier punto de vista. Si no se le realizan pruebas a estas personas para darlas de alta, no se puede tener certeza de que no puedan contagiar a nadie más.
Esto hace menos efectivas aún las escuetas medidas que ha tomado el Gobierno para frenar la epidemia. Lo que es igual de grave que esto es que la previsión para equipar al sistema de salud, aparte de la casi nula ejecución de los recursos asignados a la crisis, no tiene ninguna base. Cualquier decisión o propuesta sobre las acciones concretas que se tome es ya sea arbitraria o tomada de forma reaccionaria más que preventiva, construida en el aire, y no puede tener ninguna política de prevención. Entonces, ¿cómo toman las decisiones?, ¿qué recomendaciones reales puede dar la Coprecovid para fortalecer el sistema de salud frente a esta crisis?
No estamos cerca de que termine esta epidemia. Ahora sí estamos entrando al peor momento de esta y todavía queda mucho camino por recorrer. Tendremos que seguir lidiando con ella, con decisiones tomadas sobre la marcha, basadas en datos que no reflejan el estado real. Para los que hacemos modelos matemáticos, es más y más difícil predecir la evolución de la pandemia, pero podemos tener una idea de los tiempos. Podemos tener una vaga estimación de cuánto durará, y me da la impresión de que es mejor que el nulo análisis de datos que tienen los tomadores de decisiones hasta ahora. No se dejaron ayudar cuando era el momento, y ahora el futuro que nos espera con esto es desolador.
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