La noticia me sorprendió, pero la manera tan natural como lo explicó, me provocó una gran ternura y admiración, porque le consideraba como un hermano. Me sentí tan honrada de formar parte del círculo de su familia y amigos con quienes quería compartir tan inesperada noticia, pero que significaba para él una bocanada de libertad. Le contesté que le agradecía la confianza, que nada cambiaba y que siempre le querría. Prueba de ello son 30 años de amistad.
La segunda vez fue todavía más inesperada, tres años más tarde, a inicios de los noventa. Una amiga guatemalteca que había conocido en un grupo de jóvenes católicos quería desesperadamente hablar conmigo. Yo acababa de regresar al país después de dos años de estudiar en Francia. Estaba ella muy ansiosa y nerviosa, agitada. No entendía por qué. Nos juntamos en un cafetín sobre la cuarta avenida de la zona uno y nos sentamos a platicar. Y en el barullo que es el centro entre ruido y smog de camionetas, allí me confesaba angustiada que era lesbiana y que estaba enamorada y en relación con una mujer. Trataba de justificar de una y mil maneras su orientación sexual como para que de alguna manera no le juzgara o condenara; pero yo solo escuchaba atentamente.
Cuando charlamos esa vez, todavía no se lo había dicho a su mamá, y creo que yo era una de las pocas personas heterosexuales (si no la primera) a quien se lo contaba. El permanente riesgo de acoso y estigmatismo, nuestra afiliación a un grupo juvenil católico, la homofobia, el clima de terror y silencio de la guerra, todo estaba en contra de ella y otros en similar situación. Le pregunté a mi amiga por qué había decidido contármelo, y me dijo “Porque con vos se puede hablar”.
Revivo estas historias ahora que exitosamente se ubicó en la agenda pública el combate al acoso y hostigamiento en las escuelas y está en pleno la campaña Guatemala Diversa. Rememoro cuántos de nosotros de niños no trasladamos nuestros prejuicios bajo el signo del acoso o la violencia; u observamos sin decir nada, cómo algunos anidaban desprecio y hasta odio hacia el otro, hacia quien era diferente. Algunos tuvimos la suerte que en nuestras familias no se escucharan chistes, epítetos y prejuicios; o que alguno de nuestros progenitores o maestros nos zarandearan cada vez que incurríamos en estigmatizar o discriminar a los demás. Desafortunadamente creo que no era ni es la generalidad.
Sin embargo observo que hay un grupo ausente en el abordaje del acoso y las discusiones sobre identidad(es). Por lo general se tiende a identificar niños con sobrepeso, discapacitados o por pertenencia étnica, por citar algunos. Pero al momento de elaborar estudios y diagnósticos, es necesario también incluir preguntas para medir el tipo de acoso sufrido por jóvenes dada su orientación sexual. La diversidad también incluye a miembros de la comunidad gay, lesbiana, transexual y bisexual, en la cual se debe hacer especial énfasis, informar fehacientemente y dialogar pues me temo que su vulnerabilidad en la sociedad es todavía más alta que la de otros grupos.
La homofobia está al orden del día: datos recabados en un estudio de la Segeplan (2009) indicaban que solo un 11 por ciento de encuestados en Guatemala opinaba que “no era oportuno referirse de manera despectiva a los homosexuales”. O sea, 89 por ciento considera “oportuno” hacer lo contrario. Los mismos datos apuntaban que dos de cada cinco entrevistados estarían dispuestos a aceptar que un familiar fuera homosexual; es decir, seis de diez personas rechazarían a alguien de su propia familia. Los políticos tienen peor suerte: solo un 26 por ciento aceptaría que un homosexual se postulara a un cargo público.
Para un país que últimamente se ufana tanto del cambio individual, preguntémonos pues cómo reaccionaríamos si un(a) amigo(a), hermano(a), familiar o colega nos contara historias similares. ¿Será que se ha vencido ese otro silencio opresor? Desde el punto de vista de los derechos humanos y ciudadanos, de cara a la sociedad moderna y próspera que queremos construir, ¿cómo empezar a abrir espacios para hablar del tema de este tipo de acoso, la homosexualidad y la inclusión en Guatemala?
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