Intentemos partir la provisional respuesta en tres partes: (1) cómo medimos la economía, (2) el contexto global y sus efectos en nuestra economía y (3) las políticas del Gobierno y otras instituciones que afectarán la economía localmente.
Midiendo la economía
Comencemos con una revisión básica de uno de los conceptos principales de macroeconomía, específicamente la producción total de una economía. Tradicionalmente la medimos con el indicador del producto interno bruto (PIB). Es un indicador problemático y cuestionado, pero es de los mejores que tenemos.
La forma más sencilla y común para calcularlo es sumar los siguientes cuatro componentes: consumo (C), inversión (I), gasto público (G) y exportaciones netas (NX). Este último es la suma de las exportaciones en un país menos sus importaciones (X – M).
La siguiente fórmula resume esto de una forma comprensible (si es que no les he ahuyentado todavía):
PIB = C + I + G + (X – M)
Esta fórmula es una herramienta muy útil porque nos indica que, si cualquiera de los cuatro componentes disminuye y el resto se queda igual, el PIB disminuye también. Por ejemplo, si el Gobierno anuncia una reducción en gasto público mientras los niveles de consumo, la inversión y las exportaciones netas se mantienen, nuestro PIB bajaría. Comprensible, ¿no?
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Mantengamos la fórmula a la mano porque mencionaré los componentes de ahora en adelante. Pasemos entonces al siguiente punto: el contexto global.
El contexto global
Desde el brote del virus hemos visto varios efectos alrededor del mundo: caídas en las bolsas de valores, restricciones de viaje, sistemas de salud bajo extrema presión, disminución en turismo y en comercio y campañas sobre distanciamiento social y prevenciones a nivel individual.
Estos son efectos puntuales y ciertos. Pero debemos entenderlos utilizando un lenguaje macroeconómico similar al de la fórmula.
Es importante aclarar que lo que vimos en la crisis financiera del 2008 fue distinto. Ese año cayó la inversión (I) en la fórmula, y eso se trajo abajo el PIB en varias economías porque los bancos estaban conectados muy estrechamente a pesar de estar en distintos países.
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Este año es diferente, pero la interconectividad también es clave, específicamente en términos de comercio.
Al inicio, los efectos del virus estaban aislados a la oferta y a la demanda chinas, pero luego, por el crecimiento acelerado de la infección, se vio afectada la oferta global. Con la población china en su casa, su consumo (C) disminuyó. Y con el cierre de fábricas en China, sus exportaciones (X) cayeron. Y fue con este segundo factor como la cadena de suministros global se contrajo.
Básicamente, cuando China paró de producir sus productos de exportación, el resto del mundo se quedó sin materiales, maquinaria, tecnología y otros bienes que usan en su propia producción de bienes y servicios. Esto inevitablemente redujo la posibilidad de producir bienes de consumo (C) y posibles exportaciones (X) alrededor del mundo.
Sin embargo, ya vimos que el manejo de la crisis por parte del Gobierno de China nos pinta un futuro cercano prometedor.
Pronto regresará a la normalidad y sus trabajadores podrían reanudar sus trabajos. De hecho, si los mercados lo demandaran, la máquina de producción china podría continuar produciendo como antes.
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La mala noticia es que las economías que podrían comprar productos chinos están con indicaciones de restringir consumos masivos, regular flujos migratorios y quedarse en casa porque el virus llegó en un momento distinto al de China. Esta posible oferta no será correspondida por una demanda global. China tendrá que bajar sus exportaciones (X) y los otros países sus consumos (C), con lo cual disminuirá el PIB en varias economías.
Es cierto que el gasto público (G) en salud verá un aumento en la mayoría de las economías. Sin embargo, es difícil pensar que este aumento sea suficiente para contrarrestar la disminución en el consumo y las exportaciones que veremos. Eso, sin mencionar que, dado el panorama, la mayoría de los inversionistas pierden confianza en los mercados, y esto disminuye otro factor de la fórmula: la inversión (I).
Por eso la bolsa de valores, donde la mayoría de inversión está concentrada, tiene medidas para prevenir caídas repentinas y cierra sus actividades luego de pérdidas aceleradas. Es una medida para evitar que el miedo prevalezca y recuperar así la confianza del capital.
Aun así, no todo está escrito. El tiempo dirá si esta reducción a corto plazo se convierte en una recesión. El papel de los Gobiernos será clave para determinar la gravedad de los efectos. Si son capaces de que se recupere la confianza en los mercados, de restablecer las rutas de comercio y turismo y de estimular los mercados financieros, no deberíamos ver mayores consecuencias a mediano plazo, aunque los efectos a corto plazo ya los estemos viendo.
Efectos en la economía guatemalteca
Para la economía guatemalteca, la disminución en productos chinos afecta inicialmente a sectores productivos que dependen de importaciones. Dado que importamos materias textiles, metales, químicos y aparatos electrodomésticos de China, los sectores de construcción y las industrias manufactureras podrían verse inicialmente afectados por la falta de insumos.
Si otras economías de las cuales importamos reducen su producción como lo hizo China, lo mismo pasará con esas industrias, lo cual podría ser verdad en los sectores de comercio, mantenimiento y reparación de vehículos.
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Luego, con la disminución de demanda global, las industrias que se verán afectadas serán las que dependen de exportaciones. Saldrán particularmente perjudicadas las industrias que les sirven productos a nuestros principales socios comerciales: Estados Unidos, El Salvador, Honduras y México. Podría significar una contracción en los sectores agrícolas y de manufactura en Guatemala, especialmente si son bienes no esenciales.
Cabe aclarar que, dentro de las industrias exportadoras, se incluye también el turismo. Esta ya está mostrando las consecuencias negativas: cancelaciones de reservas, reducción de tarifas de vuelos y campañas para fomentar el turismo interno.
Será importante ver la capacidad de reacción y resiliencia de esas industrias ante los factores externos. Por otra parte, debemos ver los factores internos que afectarán nuestra economía y evaluar si se necesita mayor intervención para evitar que la cura sea peor que la enfermedad.
Las políticas de gobierno
Con las políticas de distanciamiento social y de prevención de covid-19 que anunció el presidente Giammattei, deberíamos ver resultados positivos en cuanto al sistema de salud. Sin embargo, el costo de esto será que veremos mayores consecuencias negativas en el consumo final de bienes y servicios.
Al recomendar quedarse en casa y salir solamente si es necesario, veremos una reducción en el consumo cotidiano de alimentación y de entretenimiento, al igual que de otros bienes y servicios no esenciales.
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Claro, la gran excepción son los bienes relacionados con la prevención del covid-19 (ah, y el papel higiénico).
Inevitablemente, esto tiene consecuencias en el empleo de la población. Las personas cuyos ingresos dependen de estas industrias de servicios enfrentarán gran dificultad para mantenerse a flote frente a una sociedad en cuarentena.
Aún más difícil será para los participantes en la economía informal y fuera del sistema de prestaciones laborales.
Como consumidores, no sorprenderá ver ofertas para estimular el consumo. Básicamente, podremos esperar reducción de precios u ofertas en empresas que se ven afectadas (restaurantes, hoteles, operadoras de turismo, tiendas en centros comerciales, banca, etcétera).
También podríamos ver a un sector privado organizado llamando a la calma para seguir consumiendo con normalidad. Y todo esto, acompañado de garantías de inocuidad en la provisión de servicios (menos interacción entre clientes, mascarillas y estándares de salud elevados, horarios más flexibles, entregas a domicilio, etcétera).
Es complicado saber los efectos definitivos de una crisis que apenas entra a Guatemala. Y es aún más difícil saber el tipo de política económica que complementará la política de salud pública (que no lleva ni una semana de haber sido implementada).
Definitivamente, discutiremos el rol del Gobierno (intervenir o no). Se contemplarán y debatirán políticas fiscales, monetarias y cambiarias. Se movilizará todo el sistema de comunicación política. Y ciertamente no será el último análisis económico relacionado con el covid-19 este año.
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