El clamor de una manifestación: #RenunciaYa
El clamor de una manifestación: #RenunciaYa
El descontento público llegó a las calles. A nueve días de la revelación de una presunta red de corrupción en la Superintendencia de Administración Tributaria, responsable de una defraudación millonaria encabezada por el secretario privado de la Vicepresidenta, Roxana Baldetti, unas 15 mil personas se manifestaron el sábado en la Plaza de la Constitución. En su mayoría pidieron la renuncia del Presidente y la Vicepresidenta de la República.
“¿Sabe cuál es el problema?”, me pregunta el taxista mientras atravesamos la zona 10 y en la radio se discute en un programa de entrevistas el reciente escándalo de defraudación aduanera. La pregunta es retórica, la respuesta viene poco después: “Nuestro problema es que somos un pueblo acostumbrado a callar y agachar la cabeza”. Lo dice un hombre de unos 60 años, taxista desde hace casi 30, conversador nato y comentarista de toda noticia que suene en la radio. “El sábado hay manifestación, lo he escuchado comentar en la radio, hay que ver si llega gente. ¿Sabe lo que me molesta? Qué siempre que pasa algo así sólo se llega a los gatos, ahora es ese tal Monzón (Juan Carlos, el prófugo exsecretario Privado de la Vicepresidenta), a los meros, meros nunca los tocan”. Es el jueves 23 de abril, dos días después se realizará una manifestación resultado de la indignación por el caso de defraudación aduanera conocida como “La Línea”, una crisis política que salpica a los mismos mandatarios. Y una de las principales peticiones, que ya se hace en las redes sociales, será “justicia hasta las últimas consecuencias”, “que renuncien”. “#RenunciaYa” en carteles, en pancartas, en gritos frente al Palacio Nacional de la Cultura, el símbolo del poder monolítico de Guatemala.
La convocatoria parte de ocho personas que hasta ahora no figuran públicamente. Una invitación masiva en Facebook, pronto aparecen etiquetas en Twitter y otras redes sociales, consignas que luego se repetirán en carteles y mantas. Ocho personas y una convocatoria abierta con la palabra “PACÍFICA”, en mayúsculas para no levantar las sospechas habituales de manipulación o las acusaciones de incitación la violencia. Una convocatoria con las peticiones claras “renuncia de Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti, y la devolución de los millones robados al erario”. Una invitación sin afiliaciones partidarias ni ideológicas, sin un color predeterminado, sin camisas blancas, negras, rojas, azules, verdes… “El color de la vestimenta no es relevante. Nuestra voz y nuestra presencia cuentan”, cierra la invitación.
El resultado de la inocente creación de un evento en Facebook, fue alrededor de 15 mil personas reunidas en la Plaza de la Constitución, el histórico corazón político del país, coreando un “que renuncien”, pitando, silbando y agitando pancartas.
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En un país que pareciera siempre al borde del colapso, el catalizador no fue ni la primera masacre perpetrada por militares desde la firma de la Paz (la masacre de Totonicapán) , tampoco lo fue la sentencia y la anulación del Juicio por Genocidio,; tampoco se había encendido a estos niveles la opinión pública por los niveles de violencia e inseguridad. Ni se produjo con las primeras negociaciones anómalas de este gobierno (como el usufructo de Puerto Quetzal), ni con el más reciente escándalo por la compra de una “fórmula milagrosa” para salvar el contaminado Lago de Amatitlán, aunque estas dos últimas acciones tocaban el bolsillo del contribuyente. No fue sino hasta la revelación del ahora llamado “CasoSAT”, que se rebalsó el vaso. La indignación llegó a las calles. “La Línea”, es según las investigaciones de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) y el Ministerio Público, una estructura criminal que defraudaba al fisco llevando a la baja la recaudación de las aduanas en la importación de productos. La gran estafa iniciaría durante el mismo gobierno que en su primer año de gestión aprobó una reforma tributaria que grava más a los asalariados. El golpe bajo, y transversal, se entiende, en este caso impacta el bolsillo de los contribuyentes.
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Son las 13:30 horas. En la Sexta Avenida de la zona 1, frente al Pasaje Rubio, el sitio donde fue asesinado el 20 de octubre de 1978, Oliverio Castañeda, el secretario general de la Asociación de Estudiantes Universitarios de la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC), una pancarta cruza el portal. Pide la renuncia del Presidente y la Vicepresidenta. Jorge Arriaga, profesor de historia contemporánea de la USAC explica su presencia justo en este lugar: Es un símbolo de las movilizaciones universitarias del pasado, es también una muestra de una generación silenciada por los asesinatos durante del conflicto armado. Mientras Arriaga asegura que en varias facultades de la USAC no se permitió la difusión de la convocatoria a la marcha, desde la Ciudad Universitaria en zona 12 sale un grupo de unos 3 mil estudiantes, acompañados de profesores, hacia la Plaza de la Constitución. Llegarán más tarde con pancartas, con cohetes y con la convicción de que su presencia no es anecdótica.
Los gritos, las consignas, #RenunciaYa
Son las 14:30 horas y en medio de la concurrida y peatonal Sexta Avenida un grupo de jóvenes mujeres y hombres levantan sus carteles. “A mí no me han robado la memoria”, reza una; “Guatemalteco hay tiranos que escupen tu faz”, le responde otra parafraseando un verso del himno nacional. Paso a paso de entre la concurrencia habitual de un sábado por la tarde más gente enfila hacia la Plaza de la Constitución con pancartas.
Frente al edifico del Palacio Nacional de la Cultura, el antiguo Palacio Nacional mandado a construir por Jorge Ubico (depuesto por la Revolución del 20 de Octubre), símbolo del poder de su régimen, la gente se empieza a reunir de a pocos. De cara al Palacio, cuya imagen fue elegida por este gobierno para representar al Organismo Ejecutivo, en un logo que calca el diseño de la Casa Blanca, más y más gente se aglomera. Tal vez son 500 en un principio, y se perderán entre los vendedores ambulantes, luego serán mil y cada vez serán más ruidosos.
La mole verde musgo del Palacio es una cáscara vacía. Sitio de recepciones oficiales y actos protocolarios, el Palacio ya no es desde hace mucho el verdadero centro operativo de poder. Pero su peso simbólico permanece, es la suma de los sueños megalómanos de un dictador de hace 70 años.
Mientras la protesta transcurre, el presidente Otto Pérez Molina está de gira de trabajo por Sololá. Inaugura los trabajos de una carretera en San José Chacayá, Sololá, y las consultas externas de un hospital. Desde la distancia el Presidente advertirá sobre la posibilidad de que la manifestación de este sábado sea violenta. “Lo que puedo hacer es llamar a la cordura, todos tienen derecho de manifestarse pero hay que respetar las instancias de justicia, no podemos juzgar a nadie hasta que sea sentenciado”, dirá el mandatario como único comentario.
De la vicepresidenta, Roxana Baldetti, se desconoce el paradero, no hay agenda oficial, no hay reporte de actividades luego del agujero negro que representó su regreso desde Corea del Sur, cuando la acompañó, Juan Carlos Monzón, su secretario privado. Ahora un prófugo acusado de dirigir la estructura criminal que habría defraudado por alrededor de Q2.5 millones a la semana al fisco durante dos años.
Poco antes de las 15:00 horas la concentración de personas se hace más densa, silbatos, vuvuzelas, sudores, calor húmedo recorriendo. Y de pronto las primeras letras del himno nacional. “Guatemala feliz que tus aras…”, será la primera de al menos seis veces que se cantará, gritará, el himno nacional en el transcurso de la tarde.
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La concentración se produce frente a una fila de medio centenar de policías desarmados que contra la costumbre utilizan uniforme de oficina, camisas crema, en lugar del uniforme oscuro de faena. Flanqueando a los manifestantes, se han instaló cámaras de alta resolución, las cuales según ha detallado la Policía en anteriores oportunidades permiten la identificación facial. A dos cuadras, y como centro de control, opera el módulo de monitoreo móvil del viceministerio de Tecnologías de la Información y Comunicación, del Ministerio de Gobernación. A las cámaras las acompañan otras antenas por las cuales, según Gloria Castro delegada de la Oficina del Procurador de Derechos Humanos, se recibieron quejas de los manifestantes de ser bloqueadores para el uso de teléfonos celulares. En efecto, no hay acceso a internet en la Plaza. El Ministerio de Gobernación explicó la desconexión a la saturación de la red. Algunos respondieron con carteles improvisados en el lugar con frase como: “devuelvan el internet”.
En paralelo, la manifestación de este sábado 25 de abril continúa en el espacio donde surgió, la etiqueta #RenunciaYa llega a las 41 mil menciones.
Conjunción de fuerzas
Hacia las 15.30 horas llega el grueso de la marcha de los estudiantes que vienen caminando de la Ciudad Universitaria en la zona 12. Anuncia su llegada el estallido de cohetes y encabeza la movilización una manta azul con la etiqueta #UsacEsPueblo. Son alrededor de 3 mil estudiantes, varios usando como pañoletas las capuchas con los colores distintivos de sus facultades, nadie la usa para cubrir su rostro, con excepción, claro, de la Santa Chabela; el esqueleto bailarín que acompaña toda manifestación sancarlista.
La llegada de los universitarios marca un crescendo en la manifestación, que en ese momento alcanzará unas 7 mil personas y no parará de crecer a lo largo de la próxima hora hasta alcanzar su punto máximo alrededor de las 16:30 horas con poco más de 15 mil personas. Pronto se volverá a cantar el himno nacional, el cual irá marcando el ritmo, el latido de la protesta. Acompañado de silbatos o vuvuzelas, de tambores o de la simple voz alzada, las estrofas irán marcando la asistencia de más y más gente.
Un comentario sorprendido se repite entre los asistentes: la diversidad de personas; lo ecléctico de los que protestan; la inusual posibilidad que algunos de los que están allí se encuentren en otros espacios. Miembros de la comunidad LGBTI, colectivos de organizaciones sociales, activistas de distintas causas, familias con niños y carteles improvisados, familias custodiadas por guardaespaldas que hoy disimulan su oficio con vestimenta deportiva, estudiantes de universidades privadas, personas mayores que añoran las nunca superadas marchas de la Revolución o las protestas del 62. Colectivos como la Asociación Guatemalteca de Humanistas Seculares, el recién formado Grupo Semilla, integrantes de la Red de la Familia Franciscana Unida, el Movimiento Cívico Nacional –surgido en 2009, con el Caso Rosenberg y el movimiento de “camisas blancas” que hizo tambalear al gobierno de la UNE. Todos gritan y sostienen carteles.
La última actividad pública del presidente Pérez Molina, se había producido el día anterior con el arzobispo metropolitano monseñor Óscar Vian, quien recibió al mandatario para la presentación de los sellos conmemorativos del 200 aniversario de la catedral metropolitana; una nota de prensa acompañará más tarde en los canales de televisión abierta del Grupo Alba Visión a los reportes de la protesta. La falta de transmisión en directo por los canales de Ángel González se convierte en otro de los reclamos que se improvisan en carteles.
No hay un único discurso. Parte de la consigna de los creadores del evento era no convertir el evento en plataforma del interés de ninguna organización o partido político, que la plaza fuera para todos. Cualquier intento de conducir la protesta, como cuando aparición un camión con pancartas cubriendo sus costados con la leyenda “se robaron mil millones”, es aplacada por miles de voces que reclaman. Este día no hay protagonistas. El punto de encuentro es: el repudio a la corrupción y el rechazo a la impunidad. Se exige la investigación de los funcionarios corruptos y de los empresarios corruptores, una investigación independiente dentro del sistema judicial. Se pide justicia.
Y a pesar de que la etiqueta ganadora ha sido el #RenunciaYa, algunos colectivos y particulares no comparten esa exigencia. Se recuerda que la decisión de aceptar la renuncia del Presidente y la Vicepresidenta, y el nombramiento de unos nuevos, quedaría en manos del Congreso (artículo 192 de la Constitución) y advierten que esa decisión podría hacer saltar las cosas de la sartén al fuego.
Uno de los ausentes en esta convocatoria fue la clase trabajadora organizada, los sindicatos. Integrantes de distintos colectivos recuerdan las palabras 24 horas antes de la marcha del dirigente sindical Joviel Acevedo, de la Asamblea Nacional del Magisterio: “Le hacemos un llamado a esa gente irresponsable que detrás de computadoras, escribe y habla cosas, que si quieren cambiar al país que se organicen, pero de cara al sol así como salimos nosotros. Nosotros no estamos convocando a nadie, nuestra postura es salir a partir de la otra semana en nuestro Congreso Nacional”, dijo el líder sindical el viernes pasado.
Acevedo calificó a los asistentes a la manifestación de responsables de la elección de estas autoridades: “Y aquellos que estén pidiendo las renuncias del Presidente y la Vicepresidenta, sus razones tendrán, porque seguramente fueron los que los eligieron. Nosotros nos abstraemos de esta situación político partidista”.
Tampoco se hace presente el Frente Nacional de Lucha, agrupación que comparte con la dirigencia de Acevedo los beneficios de los pactos salariales acordados con el Gobierno. Unos compromisos que en 2014 representaron una ampliación presupuestaria de Q1,500 millones.
En la misma línea se expresó un sector de la organización campesina, la Coordinadora Nacional Indígena y Campesina (CONIC). En un comunicado emitido un día antes de la manifestación, la CONIC se escudó en la defensa de la Constitución para rechazar la protesta en contra de los mandatarios. “Es una realidad innegable la CORRUPCIÓN existente en todas las esferas del Estado, del Gobierno y de toda la sociedad”, suscribe el comunicado de esa organización, pero “esta situación no nace en el Gobierno actual…”. La CONIC también alaba la decisión del Gobierno de solicitar a la CICIG “investigar la CORRUPCIÓN que hay en las Aduanas y en la SAT”. Esta organización identifica a la protesta como un intento de golpe de Estado y advierte “Si tenemos que llegar a la Ciudad Capital, entraremos miles y miles de hombres y mujeres, mayas campesinas, con el machete bien afilado y con machete en mano para defender el Estado de Derecho…”, advierte.
Es evidente la ausencia de otros movimientos de pueblos indígenas, que en otras ocasiones, ante otras demandas, tienen una presencia más fuerte.
El clímax
“Cacerolada”, “pitada”, “ollada”, “silbada”, con distintos nombres, de distintas formas se puede describir la algarabía que crecía a cada momento en la Plaza de la Constitución este 25 de abril. El apogeo se da entre las 16:30 y las 17:00 horas, con los gritos de “¡que se vayan!”, “¡fuera, fuera!” y “¡Renuncia ya!”, la plaza zumba. Bajo la atenta mirada de las cámaras de seguridad instaladas para este evento y de los drones de la prensa la plaza vibra. Se canta por quinta, o sexta vez, el Himno Nacional, y le siguen pitidos y cacerolazos; las manos se elevan y hacen el gesto de garra, la tradicional expresión de robo.
La plaza se descarga, hay furia e indignación, hay piñatas de los gobernantes (identificados por la banda presidencial, por los colores del partido oficial o por leyendas como “La Dos”), que son destrozadas. A pesar de la indignación y el repudio, la plaza es una fiesta. Conforme el calor de la tarde se disipa, hacia las 17:30 horas, la plaza comienza a vaciarse. Un núcleo duro de la protesta persiste en los gritos, en los pitidos y en los cánticos hasta casi las 19.00 Horas. Ya entrada la noche, habrá algún forcejeo con policías que guardan Palacio Nacional, pero la jornada concluirá sin ningún enfrentamiento. La plaza se vacía, algunos se quedan de paseo. Las voces se silencian. Muchos dicen cuando se marchan que esto que ocurrió en la plaza debe repetirse.
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