El reconocimiento de los adoptados guatemaltecos en las comunidades latinoamericanas
El reconocimiento de los adoptados guatemaltecos en las comunidades latinoamericanas
La próxima vez que conozcas a una familia adoptiva con un hijo guatemalteco o a un adoptado guatemalteco con su propia familia, hazles saber que están en el mismo terreno que tú.
En los últimos años, los movimientos de justicia social comenzaron a incluir a diversas comunidades relevantes para avanzar en la defensa de sus derechos. La forma en que la comunidad asiática reconoce a los adoptados asiático-americanos tras los asesinatos de Atlanta, Georgia, Estados Unidos en 2021 sirve de ejemplo modélico.
Desde entonces, los adoptados empezaron a hablar junto a los asiático-estadounidenses —no adoptados—, en lugar de hacerlo por separado o solo en los espacios dedicados a los adoptados y a la adopción. El mismo objetivo de reconocimiento se aplica a la comunidad latina en y fuera de los países latinoamericanos.
Una minoría olvidada
Los adoptados internacionales y transraciales siguen siendo una minoría olvidada en los espacios en blanco y negro, así como en los debates interseccionales sobre racismo, discriminación e inmigración.
El grado de integración de un adoptado en la comunidad en la que crecen refleja su grado de pertenencia a la misma. Naturalmente, haber entrado primero en una familia blanca y en una comunidad blanca hace que sea más difícil ser reconocido en otras, como las comunidades latinas.
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Escribo esto con la esperanza de que empecemos a reconocer a los adoptados internacionales en las conversaciones sobre los grupos de población a los que pertenecemos.
La norma ha sido que los adoptados internacionales sean vistos como ciudadanos nativos en el país en el que fueron adoptados, independientemente del color de su piel. Eso, si el proceso de integración puede considerarse exitoso con una coincidencia entre padres e hijo.
Sin embargo, aunque es positivo que te reconozcan como ciudadano de a pie en el país en el que fuiste adoptado, también disminuye la identidad con la que naciste. También podría implicar que te informen mal sobre los derechos que tienen o te faltan como minoría.
La yuxtaposición de ser extranjero y ciudadano al mismo tiempo demuestra que ni el país de adopción ni el país de origen cuentan con sistemas que abarquen en qué consiste realmente la identidad del adoptado, es decir, ambas partes.
Cómo guatemalteco nativo —pero adoptado internacionalmente—, tu historial médico nunca fue un factor en el país adoptivo ni en el país de origen. Esta debería ser la política habitual en materia de adopción internacional y la normalidad a la hora de contactar por primera vez con profesionales médicos.
Si tu adopción fue ilegal o ilícita, no hay instancias que informen sobre las opciones o derechos de cada uno. Irónicamente, la mayoría de las organizaciones que facilitan una adopción no prestan ninguna ayuda más allá del propio servicio. Esta laguna legal es la razón por la que se han desarrollado servicios no regulados de búsqueda de orígenes.
Las dos caras de la moneda
Muchos ven la adopción internacional como una vía rápida hacia «una vida mejor». Mientras que un adoptado nacido en el extranjero puede esforzarse por encajar en una sociedad blanca, a menudo se produce el resentimiento de otros grupos de inmigrantes, como los latinoamericanos.
Se considera entonces que el adoptado tiene lo mejor de ambos mundos y la opción de comprometerse con cualquiera de los dos países. La dualidad de la herencia múltiple, que es la identidad del adoptado, no quiere decir que una gobierne sobre la otra.
Tampoco es ser desagradecido por haber vivido el proceso de integración más fluido. La verdad es que no tiene por qué ser uno sobre el otro cuando de hecho habitas ambos mundos, ya seas un adoptado internacional y/o transracial o un inmigrante de color. Estas son las dos caras de la moneda del concepto de adopción internacional.
Cuanto menos familiarizado esté un adoptado con sus raíces, más peso debería recaer en los padres para crear conciencia. En el momento en que un adoptado guatemalteco entra en una familia tradicionalmente blanca, esa familia se transforma y ahora es mixta. Aquí es donde reside el cumplimiento y la responsabilidad. El entorno del adoptado tiene que ser consciente de a qué diáspora pertenece y qué temas le preocupan.
Sin datos, me atrevo a decir que la mayoría de las familias adoptivas con un niño o adolescente latino son incapaces de unir estos puntos. Es por la falta de este conocimiento por lo que hay que insistir en la aplicabilidad en el tema de la pertenencia y el reconocimiento de la comunidad.
Una identidad invisible
En mi país adoptivo y segundo país, Noruega, los grupos marginados como los adoptados internacionales han tardado en ser reconocidos públicamente. Inevitablemente quedamos en el olvido hasta que un adoptado chino fue víctima de un atentado terrorista en 2019. Este traslado a nuestro país de origen donde la identidad del adoptado sigue siendo ignorada.
Al no reconocer que un adoptado «de color» forma parte de la población general y de un grupo étnico minoritario en el mismo país, se invisibiliza doblemente al adoptado que pertenece a ambos grupos de población. Cada adoptado tiene la opción de educar a los ignorantes y contribuir como contrapeso a las mentalidades radicales y las opiniones extremistas. Pero una cosa es demostrar que se es ciudadano de pleno derecho en el país en el que se ha nacido y en el que se ha crecido, y otra demostrar que el propio acto de adopción fue una asimilación forzada a un contexto blanco para abogar por una mejor comprensión de la vida del adoptado.
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Independientemente del motivo que haya detrás de una adopción internacional, el proceso de integración temprana es un hecho y lo contrario de un inmigrante. Esta es la singularidad de la adopción internacional y el efecto de invisibilización mencionado se debe a que las familias adoptivas carecen de esta perspectiva.
Ampliar la conversación
Para preservar la vida de un adoptado de la mejor manera, todos los ámbitos de la sociedad deben darse cuenta del objetivo de un adoptado nacido en el extranjero. Por eso, incluir a los adoptados latinoamericanos en el debate sobre el racismo es tanto como despertar a la comunidad latina como a la blanca a la identidad del adoptado. Y es porque un adoptado pertenece a múltiples comunidades por igual que las familias adoptivas son la entidad más necesitada de adaptación a ambas.
Las familias adoptivas blancas con un niño o una niña chapin son una familia guatemalteca, del mismo modo que los latinos de segunda o tercera generación son latinoamericanos. En sentido figurado, cuando los flujos migratorios hacia Estados Unidos se dispararon en los años ochenta, las familias estadounidenses hicieron el camino inverso para ampliar sus familias.
Seis de los diez principales países de origen eran latinoamericanos. Con ello llegó la responsabilidad de reconocer la doble identidad del adoptado individualmente y desde una perspectiva familiar. Una responsabilidad que no se cumplió satisfactoriamente.
Sabemos que la identidad nacional no depende de la frontera de un país. Pero para reconocer todas y cada una de las identidades, debemos reconocer las múltiples formas en que se conforma una familia. No hay mejor receta para una constelación familiar estadounidense que para una familia latinoamericana en 2022.
Para volver a citar a Tolstoj: «Todas las familias felices se parecen, pero cada familia feliz es única a su manera». Esta debería ser la mentalidad adecuada para la vida familiar teniendo en cuenta dónde está la globalización hoy en día y también va con las muchas formas de reproducirse.
Por ejemplo, es contradictorio abrazar la adopción internacional, los procedimientos con donantes y los métodos de falsa inseminación sin reconocer que el resultado puede ser una adición a un entorno separado de los padres.
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La utopía del racismo
¿Cómo sería si los niños blancos fueran adoptados en el Sur Global sin precauciones? Un niño blanco adoptado en un país de Centroamérica o Sudamérica sin orígenes conocidos ni las herramientas y la orientación adecuadas para conocer las costumbres occidentales. Inimaginable. Sin embargo, el cuadro pintado a la inversa puede ayudarnos a comprender la mentalidad que desarrolla un adoptado a lo largo de su vida.
En diversos grados, los adoptados transraciales e internacionales aprenden instintivamente a entender la blancura desde la más tierna infancia. De forma similar a cuando nos abrimos camino en nuestras comunidades en nuestro país adoptivo, país de nacimiento o en cualquier otro lugar. La forma en que experimentamos el racismo y cómo nos sentimos con respecto a la raza suele ser muy parecida a la de nuestros hermanos nativos.
Puede aportar nuevas perspectivas y profundidad.
Sin reconocimiento, un adoptado carece de medidas adecuadas. Medidas como el reconocimiento en las estrategias y planes de acción nacionales relativos a cuestiones de justicia social y medidas sanitarias que son insuficientes debido a la falta de registros y al patrimonio no descubierto. En definitiva, se vulnera el derecho a la identidad por ley internacional.
No hay mayor recordatorio que los sucesos de perfil racial que demuestran que no preservar a todos los grupos de población marginados perjudica a la sociedad a largo plazo. Ninguna comunidad, ya sea negra, blanca, latina o asiática, puede permitirse pasar por alto a los grupos de población nacidos en el extranjero en Estados Unidos, como los adoptados internacionales o transraciales.
Si no complicamos a quién va dirigido el racismo, será más difícil combatirlo en general. Sugiero empezar por reconocer quiénes son los objetivos del racismo antes de diseñar las medidas adecuadas. Es reconfortante saber que perteneces a una comunidad o a un país, pero luego necesitas representantes que te den la bienvenida y te muestran cómo.
Así que, si eres un chapin de primera o segunda generación que está leyendo esto, deja que esta mentalidad avance contigo. La próxima vez que conozcas a una familia adoptiva con un hijo guatemalteco o a un adoptado guatemalteco con su propia familia, hazles saber que están en el mismo terreno que tú.
Al ser su puerta de entrada a la comunidad latina, se asegura de que nuestra comunidad crezca con el tiempo. Seguro que alguien lo ha hecho por ti.
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