¿Enseñamos a los menores que el mundo está colapsando o trabajamos por que aprendan a cambiarlo?
¿Enseñamos a los menores que el mundo está colapsando o trabajamos por que aprendan a cambiarlo?
Cuando leí el reporte del IPCC Global Warming of 1.5 °C, de 2018, me quedó más que claro que la generación de mi hija y de mi hijo (de 6 y 8 años, respectivamente) vivirá en un mundo bastante diferente a aquel en el que yo he vivido hasta ahora.
El IPCC explica la importancia de no superar los 1.5 °C de incremento de la temperatura promedio de la Tierra y, entre otros datos, presenta los escenarios de un mundo calentado con un incremento a 1.5 y a 2 ° C. Ambos escenarios asustan, sobre todo porque, sin haber llegado todavía al primero (actualmente el incremento ha sido de aproximadamente 1.1 °C), ya somos testigos en tiempo real de cómo muchos eventos, históricamente extremos de por sí, se ven hoy intensificados p...
El IPCC explica la importancia de no superar los 1.5 °C de incremento de la temperatura promedio de la Tierra y, entre otros datos, presenta los escenarios de un mundo calentado con un incremento a 1.5 y a 2 ° C. Ambos escenarios asustan, sobre todo porque, sin haber llegado todavía al primero (actualmente el incremento ha sido de aproximadamente 1.1 °C), ya somos testigos en tiempo real de cómo muchos eventos, históricamente extremos de por sí, se ven hoy intensificados por el calentamiento global.
Como un ejemplo reciente, en este mes de junio observamos en las noticias cómo Canadá vivió una ola de calor que puso en riesgo la salud de muchas comunidades y se cobró la vida de cientos de personas en tan solo cinco días.
El reporte del IPCC mencionaba ya que los días con temperaturas cálidas más extremas ocurrirán con más frecuencia en América del Norte, Centroamérica, Europa Central y Meridional, la región del Mediterráneo y varias regiones de Asia y África. Asimismo, señala que limitar el calentamiento global a 1.5 °C en lugar de a 2 °C «podría dar como resultado que alrededor de 420 millones de personas menos se vean expuestas con frecuencia a olas de calor extremas y que unos 65 millones de personas menos estén expuestas a olas de calor excepcionales» (IPCC, 2018, pág. 191). Una diferencia tan pequeña de tan solo 0.5 °C representa una diferencia enorme en términos de impactos para las personas.
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Ahora, el reporte del IPCC del 2021, Climate Change 2021: The Physical Science Basis, viene con un fuerte mensaje: los cambios recientes en el sistema climático están ocurriendo con una velocidad alarmante y podríamos alcanzar los 1.5 °C de incremento antes de lo previsto.
En este contexto de un mundo con un clima cada vez más cambiante y extremo, me queda claro también que las mamás, los papás y la comunidad educativa tenemos ante nosotros una importante responsabilidad con la niñez y la juventud que debemos empezar a asumir ya. Tenemos en nuestras manos una oportunidad de, además de darles a conocer la problemática ambiental y climática que vive el mundo, educarlos para promover una comprensión más profunda de la crisis climática y hacerlos concienciar la relación individual y colectiva que los seres humanos tenemos con el medio ambiente. El objetivo final sería transformar y catalizar nuestro cambio de actitud en acciones comprometidas con la crisis climática, y no solo ser espectadores ante la mayor amenaza a la que nos enfrentaremos en este siglo.
Propongamos que los colegios sean un espacio para activar el interés y la sensibilidad hacia la crisis climática. La lucha contra el cambio climático requiere que, desde pequeños, en los colegios nuestras niñas y nuestros niños tengan las herramientas necesarias que les ayudarán a formar un pensamiento crítico ante esta crisis de tal manera que, cuando llegue su momento, puedan tomar acciones fundamentadas en un alto grado de entendimiento del contexto en que vivimos y con la plena conciencia de cómo estas pueden tener repercusiones (para bien o para mal) sobre un sistema social y natural cada vez más frágil.
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Estamos en una década clave para la acción climática global, la cual representa un período de retos enormes, sobre todo para los países de nuestra región, en términos de vulnerabilidad, justicia social y desarrollo económico en el contexto de un modelo de cero emisiones netas de carbono. Debemos corresponsabilizarnos para que la niñez y la juventud se formen desde ya una conciencia ambiental bien definida, proactiva y conectada con la crisis climática.
Tenemos dos opciones: enseñarles a los estudiantes que les tocó un mundo que está colapsando poco a poco y en el que tendremos que aprender a vivir adaptándonos o empezar a trabajar desde ya con toda una generación que puede llegar a ser parte de la solución.
Los colegios no podrán hacerlo solos. Nos necesitan a nosotros, mamás y papás, para lograr que las niñas y los niños creen un vínculo con la crisis climática, pero no enfocados en el miedo y en la resignación, sino en la esperanza y en la búsqueda de soluciones.
Hay muchos temas y acciones que se deben tratar con constancia desde el colegio y desde el hogar para forjar un compromiso con el cuidado del medio ambiente. Se puede motivar a las niñas y a los niños a que desde ya se involucren con acciones a su alcance, por ejemplo desestimulando los patrones de consumo exagerado e innecesario y promoviendo la reducción de desechos y el ahorro de materiales.
Que sean acciones concretas encaminadas a la disminución de la huella de carbono individual y colectiva. En la medida en que los involucramos en las soluciones, el compromiso se fortalece.
El verdadero poder de trabajar sobre estos temas a través de pequeñas acciones del día a día no está en si con ellas reduciremos o no las emisiones de carbono. El verdadero poder está en el impacto que tienen en los hábitos y las actitudes que formarán en la niñez, así como en la apertura y la sensibilidad a la crisis climática y ambiental actual que despertará en ellos.
No esperemos a tener la estrategia educativa perfecta para introducir el componente climático y ambiental en la educación de los estudiantes.
Muchos colegios de diferentes países usan diferentes metodologías, como el aprendizaje por proyectos, una asignatura específica para temas ambientales, o a través de la transversalidad. En Chile, por ejemplo, la Ley de Medio Ambiente contempla la educación ambiental como una responsabilidad y obligatoriedad del Estado. Adicionalmente, el Sistema Nacional de Certificación de Establecimientos Educativos ha facilitado que los centros escolares incorporen en su currículo el componente ambiental.
Dinamarca ha definido una Estrategia de Educación para el Desarrollo Sostenible, que integra la educación ambiental en el currículo de la escuela secundaria en las asignaturas de Biología, Física, Geografía Natural y Ciencias Sociales. Además, las escuelas danesas pueden optar por participar en el programa Eco-Schools. A su vez, Italia anunció en 2020 que se introducirá una asignatura nueva obligatoria en los colegios para impartir, durante 33 horas al año, contenido sobre crisis climática y desarrollo sostenible. En la web también existe una gran cantidad de excelentes herramientas educativas gratuitas que profesores y estudiantes pueden usar en el aula.
Lo importante es empezar con alguna iniciativa que sea una constante en cada colegio, y no una actividad eventual. Estas iniciativas se pueden ampliar y ajustar en el camino.
Por lo pronto, apoyemos las iniciativas de los colegios de nuestros hijos y propongámonos conectarnos más con el contexto de crisis climática que estamos viviendo, participar más en este, aprovechando para ello todo espacio dentro y fuera del aula para crear interés al respecto.
No tenemos que ser expertos climáticos: empecemos por leer las fuentes correctas de información y por investigar un poquito más allá de lo que vemos en las noticias. Sobre todo, preocupémonos más por abordar este tema bajo un enfoque de respeto, compasión y empatía con las poblaciones más vulnerables, así como con todos los seres vivos con los que coexistimos en este mundo. Es el momento de aportar todo lo que podamos desde donde estemos.
Si la tendencia actual de las emisiones de gases de efecto invernadero se mantiene, el incremento de la temperatura promedio sobrepasará los 3 °C en este siglo. Los acuerdos internacionales y las políticas a nivel de cada país y ciudad son fundamentales para evitar que esto suceda.
Pero creo firmemente que no debemos subestimar, bajo ningún punto de vista, el impacto positivo que puede tener la educación en el comportamiento y las actitudes actuales y futuras de esta generación ante los retos climáticos y ambientales que les tocará vivir, ante la búsqueda de soluciones y ante la manera en que preservaremos la sostenibilidad de la vida humana y la biodiversidad de nuestro planeta.

Estudió periodismo, pero más que un periodista es alguien que curiosea. Siempre le gustó más la literatura que las ciencias sociales aunque ahora, por razones que aún no comprende, se está volcando en ellas. Ha vivido en Dinamarca, en Italia, en Irlanda, en Guatemala y en España, donde nació. Si no hubiera nacido allí, seguramente algún viaje lo habría llevado de visita. Ha investigado para Interpeace y antes hizo lo mismo en Mirador Electoral y para el Informe Estado de la Región, de Costa Rica. Escribió en elPeriódico de Guatemala durante cuatro años con mucho entusiasmo, y después pasó un tiempo en la Embajada de España. Es miembro fundador de Plaza Pública y hasta 2021 su coordinador general. Antes fue su editor general. Tiene una maestría en estudios estratégicos en la URL, en donde ha dado clases. Durante un tiempo atendió una gasolinera. Twitter: @quiquenaveda

Estudió periodismo, pero más que un periodista es alguien que curiosea. Siempre le gustó más la literatura que las ciencias sociales aunque ahora, por razones que aún no comprende, se está volcando en ellas. Ha vivido en Dinamarca, en Italia, en Irlanda, en Guatemala y en España, donde nació. Si no hubiera nacido allí, seguramente algún viaje lo habría llevado de visita. Ha investigado para Interpeace y antes hizo lo mismo en Mirador Electoral y para el Informe Estado de la Región, de Costa Rica. Escribió en elPeriódico de Guatemala durante cuatro años con mucho entusiasmo, y después pasó un tiempo en la Embajada de España. Es miembro fundador de Plaza Pública y hasta 2021 su coordinador general. Antes fue su editor general. Tiene una maestría en estudios estratégicos en la URL, en donde ha dado clases. Durante un tiempo atendió una gasolinera. Twitter: @quiquenaveda
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